(VIDEOS) Columna de Rodrigo Cabrillana: Faith No More en primera persona

A 34 años de su debut en el Festival de Viña del Mar, sumado a otros hitos como la reciente edición del libro “Faith No More y Chile”, los de San Francisco siguen acumulando experiencias que los reconecta una y otra vez con nuestro territorio. Esta es la crónica de un encuentro eventual con la banda gringa.

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Por Rodrigo Cabrillana
Actualizado el 10 de febrero de 2025 - 6:14 pm

Una imagen más reciente de Faith No More (2019): Foto: JIMMY HUBBARD

Probablemente las pitonisas tenían destinado en sus cartas astrales que Faith No More hiciera historia y construyera un vínculo estrecho con Chile.

En un país que recién despertaba del letargo de la dictadura, que comenzaba a abrir su mirada cultural al exterior y que padecía de una idiosincrasia provinciana y tremendamente conservadora, los inicios de los ’90 serían una época sónica que agitaría violentamente nuestras cabezas con este estilo de rock que comenzaba a emerger en la industria.

Noches de festival por televisión

Fue en el verano de 1991 la primera vez que me enteré de la existencia del grupo que capitanea Billy Gould. Febrero, mes caluroso, me habían invitado a pasar unos días en una casona gigante en la que vivían mis primas en Providencia, y con ellas nos reuníamos a mirar el Festival Internacional de Viña del Mar todas las noches por televisión, mientras conversábamos de música, libros y degustábamos galletas.

Pasaban actuaciones históricas como la de Los Prisioneros, también Congreso, Miguel Mateos y hasta Martika, todos proyectos que se mueven entre el rock y el pop, pero hubo una banda gringa que cuando saltó al escenario nos llamó tremendamente la atención: Faith No More.

Un cantante estrafalario, un grupo que revisitaba esplendorosamente el repertorio de emblemas del rock duro como Black Sabbath, y un set de canciones que marcaban lo que sería la entrada de la nueva música alternativa de los ’90.

Porque Faith No More era muy impresionante para lo que estábamos acostumbrado a ver, en un festival que rayaba casi en lo cursi, donde su vocalista se mofaba de manera punzante del conductor, que también citaba a reconocidas cantantes chilenas en su coloquio con el público, o donde los músicos invocaban sarcásticamente a bandas del mainstream como Technotronic o New Kids on The Block en escena y además hacían estallar los altavoces de la Quinta cuando resonaban sus canciones durante toda la función.

Mira aquí el video con Mike Patton besando en la mejilla al animador Antonio Vodanovic en Viña 1991:

La nueva escuela rockera

Faith No More era un crossover entre las viejas formas del rock y los nuevos estilos que comenzaban a germinar de los suburbios musicales de fin de siglo.

Por ahí leí en una (revista) TV Grama que en el Rock en Río de Brasil habían dedicado la canción más famosa y popular de la banda, “Epic” al rey Pelé, lo que me terminó de “volar la cabeza” y ponerme eufórico en esos tempranos años adolescentes, donde como buen futbolero me pasaba muchas horas también, viendo el deporte del balompié por televisión.

Sin duda, Faith No More conjugaba todo lo que un oyente contemporáneo del rock buscaba descubrir.

Pero, aun así, tendría lugar un hecho aún más importante esas dos noches que Mike Patton y sus secuaces musicales se tomaron la concha acústica de Viña del Mar.

Álvaro Henríquez estaba entre el público, y esa presentación terminaría de cuajar como una influencia elemental en lo que más adelante sería un disco tuerca en la vida discográfica de Los Tres: “Se Remata el Siglo”. Agrupación que también se convertiría en la más importante en el Chile de los ’90.

Un amigo con el que frecuentamos conciertos me cuenta también una historia simpática. Que su papá en esos años, dando vueltas por las calles de Viña del Mar en plena época festivalera, se topó con Jim Martin, el guitarrista de la banda, que le obsequió una uñeta como recuerdo de ese grato encuentro.

Un trofeo que hoy evidencia seguramente la sencillez de unos músicos gringos que siempre estuvieron muy conectados con todo su público.

Rey por un día, tonto para toda la vida

Fue así como seguí escuchando por meses las canciones de Faith No More por la radio, de repente sonando potentemente en Concierto o Rock & Pop, y sin ser un fanático total de la banda, me compré el casete de “King for a day… Fool for a lifetime”, cuando apareció por 1995.

Estaba en el Liceo, y la rudeza rockera atronadora de “Digging The Grave”, la elegancia musical de “Take This Bottle” o el misterio candente de los teclados de “Evidence” me atraparon con un disco que llevaba periódicamente hasta mi sala de clases para hacerlo sonar durante los intervalos de los recreos. No faltaban las compañeras que me obligaban a apagar ese ruidoso casete y que preferían escuchar el pop de Marta Sánchez a las ásperas y a veces destempladas interpretaciones de Patton que sobresalían en “Get Out”.

Así fue también como Faith No More visitó Chile en septiembre de ese año, presentación a la que no pude asistir, porque de seguro no obtuve permiso y tuve que lidiar una vez más con esa sobreprotección que siempre existió en la casa.

Claro, si Ozzy y Paradise Lost, dos de las bandas que también tocaban esa noche con Faith No More, posiblemente inquietaban hasta los más intrépidos en esos años del continuismo en Chile.

El “rock pesado” como era mal llamada la música que hacían estos proyectos, era un estigma visible para todos aquellos que disfrutábamos escuchando las canciones de estos apasionados grupos.

Ser seguidor de este tipo de rock estaba asociado a la marihuana, al pelo largo, a los tatuajes, al alcohol y a dudosas y cuestionadas formas de comportamiento de sus fans. La moralidad que dominaba la conciencia local era demasiada pechoña y estricta en el imaginario santiaguino y también chileno.

Faith No More y una imagen de los años 90 / Foto: ARCHIVO

Rock sonando al sur del mundo

En 1995 fue una época también que por motivos familiares me fui a vivir al centro sur de Chile. Vivía en una casa grande de dos pisos, con una habitación que daba a la verde cordillera austral. Solía escuchar muchas canciones de madrugada y mirar el cielo infinito estrellado que conjugaba con esa espléndida montaña nocturna, pensando qué decían cada uno de esos temas que encerraban pequeños mundos imaginados por sus compositores.

Una de esas canciones que siempre sonó en las vigilias noctámbulas y que permaneció en mi memoria permanentemente era la versión en vivo y cantada en un extraño español de “Evidence”.

Me parecía curiosa la forma de Mike Patton de tratar de frasear el castellano y darle un contexto a la letra. Sin duda, escucharla por la noche clara y sin iluminación artificial, le daba mucho más aire sombrío de lo que era. Perfectamente podría haber sido una canción para una serie de televisión de detectives.

La versatilidad de la interpretación

Pero, lo más curioso y ecléctico del repertorio de Faith No More, es que podrían pasar de tocar una composición con los matices del hip hop a una balada de tintes románticos y nostálgicos o a un tema acelerado y muy rockero o a una canción que encerraba aires incluso siniestros.

Todo bajo la primacía de la voz de Patton, un notable trabajador de la música. De hecho, Faith No More perfectamente podría hasta pasearse elegantemente por el jazz y seguirían siendo ellos. Tienen todo el virtuosismo musical para hacerlo.

La impresión de un concierto memorable

A finales de los ’90 anunciaron su separación, y tras más de una década sin estar juntos, fue en 2009 que se anunció la gira de reunión de la banda, pero no sería hasta 2010 que tendría la oportunidad de verlos por primera vez.

Fue en el Estadio Bicentenario de La Florida, en un espectáculo que reunía también a “el telonero de los teloneros “como se autodefinió Fulano, los estadounidenses incatalogables de Primus y los israelíes de Monotonix. ¿Cómo llegó Fulano a tocar con Faith No More? Un misterio.

Pero apenas se apagaron las luces y llegó el tan ansiado turno de los de San Francisco, la majestuosidad de “Epic” rompió la ansiedad que nos embargaba a todos. “Ben”, el cover de los Jackson Five nos confirmó esa impresionante capacidad vocal de Patton que hasta grababa voces para videojuegos, y la versión en castellano de “Evidence” me trasladó nostálgicamente a esas frías noches sureñas en que amanecía escuchando esas canciones.

La versión de “Qué he sacado con quererte” (Violeta Parra) confirmó el amor del grupo por Chile y la celeridad de “Digging the Grave” nos devolvió la adrenalina por esos temas bien saltados y rockeados.

“Kiss and Say Goodbye”, el cover de los Manhattans despidió el show. La canción, que, tras un rompimiento, dediqué a los pocos meses después, a una novia que tenía en ese entonces y con la que asistí a ese show.

Fueron 23 temas en más de dos horas de concierto, que incluyeron canciones de todos los discos, escupitajos nuevamente a Patton desde el público, pero a solicitud de él (“¡quiero pollos! Gritaba”), y hasta la pérdida accidental de una gargantilla del cantante, que aconteció cuando saltó unos pocos instantes a la cancha a entremezclarse efusivamente con la audiencia de turno.

“El libro de las mentiras”

Tuve la fortuna de conocer a Patton años después, tras un show de uno de sus proyectos en el Teatro Coliseo, oportunidad donde amablemente firmó mi viejo disco de 1995 (“está viejito”, expresó), me abrazó incluso para una fotografía y bromeó cuando le pedí firmar una primera edición del “Libro Blanco del Rock”, en donde aparecía reseñada brevemente la historia de Faith No More: “¡Este es el libro de las mentiras!”, me dijo riéndose sarcásticamente, antes de estampar su pequeño autógrafo.

Tiempo después volvimos a encontrarnos en un aeropuerto. Me hice el valiente, me aventuré y caminé junto a Patton sin decirle nada varios metros mientras se dirigía a su próximo destino. Sólo por el afán de poder apreciarlo más de cerca. Recuerdo que llevaba trencitas y lo escoltaban sus compañeros de la banda de turno. ¡Caminé al lado de Mike! ¿Cacharon eso? ¡Cuéntense esa! Yo estaba impresionadísimo, con la cabeza en Marte, o quién sabe dónde…Por unos segundos habitamos el mismo universo.

Mira en este video a Faith No More interpretando «Epic» en Vila del Mar 1991: