Columna de Rodrigo Cabrillana: Chile, la costumbre y el ejercicio de lo retro
Numerosos son los regresos que hemos tenido en los últimos meses de bandas o proyectos musicales que vuelven a los escenarios con diferentes propósitos. Algunos buscan gestar nueva música y otros solamente rememorar los buenos tiempos. Nos hemos vuelto adictos a nuestro propio ayer.
Por RODRIGO CABRILLANA / Foto: IGNACIO ORREGO
Estamos sumidos en un período que está dominado por todo lo pasado. Grupos que vuelven a reunirse, músicos que desempolvan sus mejores canciones y reediciones de álbumes clásicos han repletado los distintos sitios de prensa. Nos hemos enajenado por lo retro y nos hemos apasionado por solemnizar todo aquello que fue un suceso, como diría Simon Reynolds.
Chile sigue viviendo en el pasado, inevitablemente. Y no se trata de un tema que esté ligado a los fantasmas de la dictadura, a otro asunto político o a un conflicto de identidad. Sino que posiblemente las expectativas de lo que predomina hoy en la cultura, aquello que se liga a las nuevas camadas, no satisface a todos. Y no lo digo en un sentido despectivo, sino por el contrario, abriendo una interrogante: ¿Por qué hemos de volver una y otra vez a lo que ya fue?
Hace exactamente un año, Los Tres anunciaba su retorno con formación original después de casi un cuarto de siglo sin tocar juntos. Los Bunkers también lo habían hecho el año anterior, y Santo Barrio (foto principal), la reconocida banda de ska, también decidió retornar hace un tiempo. Todos tienen sus razones, sus motivaciones, sus necesidades. Y sin duda, han causado efervescencia entre sus seguidores.
Los Tres repletaron el Estadio Collao en Concepción e hicieron cuatro Movistar Arena. Los Bunkers hicieron lo mismo con Santa Laura, también con Collao, la Quinta Vergara y dos Estadio Nacional. Rompieron sus propios récords de público. Algo que posiblemente en sus primeras épocas les hubiera costado mucho más conseguirlo.
Santo Barrio, en cambio, regresó en un escenario más pequeño, pero el entusiasmo de todos sus seguidores no fue menor. El bar El Clan no dio abasto para todos los nostálgicos que querían volver a repasar en directo las composiciones de su álbum más clásico: “Tumbao Rebelde”. Con Farah y Cristóbal González Lorca al frente, dos miembros insignes y fundadores de la agrupación, el colectivo musical celebró sus 30 años de existencia.
Interpretaron 22 temas en casi una hora y media de show, entre los que por supuesto pasaron aquellas canciones que son recordadas por todos. Sus temas más radiales: “El Toque”, “Pega Fuerte”, “Tony Manero”, “Marabunta” y “Botella”. Así como también interpretaron versiones de otros clásicos del rock ska como un mix de Sumo, “Yo no me sentaría en tu mesa” de los Cadillacs y “El Ritual de la Banana” de Los Pericos.
Escuchar los tradicionales bronces, ver la característica performance de Farah y contemplar la evolución de Cristóbal desde la batería a la voz, es un acto de celebración. Lo mismo con la puesta en escena de Iván Núñez, bajo y voz que ha permanecido desde los comienzos en la banda.
Santo Barrio ha marcado época, y no son pocos los proyectos que se han influenciado con su legado y su música mestiza. Posiblemente hasta la nueva cumbia chilena han llegado sus matices. Santaferia, banda incluso de la cual Cristóbal González fue su mánager, lleva consigo algo de esa herencia musical híbrida. Al menos al verlos en escena, me recuerdan inmediatamente a este “conjunto de gente alborotada y tumultuosa”, como los llama el portal de Música Popular.
Pero, en resumen, estamos vivenciando tiempos en que somos incondicionales a nuestra antigua cultura pop. ¿Algo que podría ser peligroso para las nuevas apuestas de la industria musical? Difícil de abordar, pero lo cierto es que mientras más pasa el tiempo, más fascinante se hace consumir música de nuestro pasado. Chile ama la retromanía.