Columna de Marco Sotomayor: O’Higgins y Unión Española, ejemplos a seguir
A despecho de llenar sus estadios, con la consecuente recaudación que ello significa, ambos clubes decidieron prescindir del público de Colo Colo en las primeras fechas, y privilegiar la tranquilidad de un espectáculo deportivo, con marcado acento familiar.
Por MARCO SOTOMAYOR / Foto: AGENCIAUNO
Un directivo me dijo hace poco: «Estamos tan metidos en el barro, que no vemos más que barro…». Su reflexión cobra sentido después de sopesar la determinación tomada por las directivas de O’Higgins de Rancagua (foto principal) y Unión Española, en el sentido de privilegiar la tranquilidad de sus hinchas por sobre ganar unos miles de pesos más, y decirle no a la hinchada de Colo Colo, con el lumpen y la estela de violencia que arrastra donde se presenta el equipo popular.
La medida adoptada por ambas instituciones apenas fue resaltada por la prensa deportiva, casi siempre más pendiente a la noticia fácil y sensacionalista, que de hechos que resultan trascendentes. Ojo, también me hago cargo de esa crítica.
Después de tantas décadas de barras bravas e incidentes en los estadios («el barro» al que se refería el dirigente), cuesta ver señales en sentido inverso. Pues bien, rancagüinos e hispanos quisieron entregar una «experiencia/estadio» diferente: ante las tropelías endémicas de la Garra Blanca, cerraron sus estadios para el público visitante: Unión, en la primera fecha; O’Higgins, en la segunda.
Ricardo Abumohor, ex presidente del fútbol chileno y actual hombre fuerte del club rancagüino, dijo: «Fue emocionante. De verdad. Optamos por la tranquilidad de nuestros hinchas y lo del domingo fue, en ese sentido, espectacular. Todo bien: desde ver la galería Rengo (habitualmente destinada para el público visitante) lleno de familias, de niños y de mujeres, disfrutando del partido, hasta el minuto de silencio realizado por la muerte de un ex funcionario del club (Eduardo Peña), el cual se cumplió con un respeto pocas veces visto… ¡No volaba una mosca durante el homenaje!».
Abumohor cree que ese es el camino: «A la violencia hay que combatirla con las respectivas herramientas legales que dispone la autoridad, pero también destacando hechos como los vividos en El Teniente. Es decir, crear una contracultura frente a las barras bravas. Mostrar que el fútbol también puede ser una fiesta deportiva tranquila, para el disfrute de las familias».
Coincidentemente, en el Santa Laura, para el Unión Española-Colo Colo, también se vivió un minuto de silencio, que la dirigencia hispana transformó en un «minuto de aplausos» ante el fallecimiento del histórico crack Jorge Toro, una iniciativa que debiera instalarse en nuestros estadios, pues los silencios no suelen ser respetados por el mismo lumpen que genera incidentes.
Si recogemos ambas experiencias y las modulamos en otros recintos, se podría ir creando conciencia respecto de una cara distinta del fútbol chileno: un espectáculo más familiar, sin el temor que representan esas asociaciones ilícitas devenidas en «barras».
¿Tendrán la misma intención los directivos de otros equipos? ¿Privilegiarán el respeto hacia su público u optarán por ganar unos pesos, recibiendo a rivales que representan un peligro para la seguridad del verdadero hincha?
El tiempo lo dirá.