Columna de Marco Sotomayor: ¿Alguien sabe qué fue de la ministra Maya Fernández?
La instalación de Michelle Bachelet como ministra de Defensa, en 2002, apuntó claramente al plano simbólico: ver a la hija de un ex general de FACH (asesinado por sus propios compañeros) a cargo de las fuerzas armadas chilenas. Un golpe de efecto del entonces Presidente, Ricardo Lagos. ¿Cómo explicamos, sin embargo, lo que ocurre con la actual titular de esa cartera?
Por MARCO SOTOMAYOR / Foto: ARCHIVO ATON
Los tiempos cambian y aunque 20 años más tarde otra mujer está en Defensa, no significa que podamos homologar ambas situaciones. «Las cosas se diferencian en lo que se parecen», solía decir Aristóteles.
Veamos:
Ubicar a Bachelet en esa cartera fue desafiante; lo de Maya Fernández apenas resulta entendible: ¿cuáles son las competencias de la ex diputada para asumir esa función? ¿cuál ha sido su aporte al debate en torno del rol de nuestras FFAA? y ¿cuál fue su reacción tras las polémicas declaraciones del comandante en jefe del Ejército, Javier Iturriaga, hace algunos días?
La respuesta a la primera interrogante sólo la conocen el Presidente Gabriel Boric y sus asesores más cercanos. Dada su formación (es bióloga y veterinaria), Fernández tuvo una importante participación en el cuestionamientos a las políticas de salud en pandemia aplicadas por el gobierno de Sebastián Piñera.
Su apoyo a la campaña de Boric la colocó en primera línea para asumir un cargo relevante dentro de su administración, porque Fernández -además- está envuelta en una épica no menor: es nieta de Salvador Allende, y ella se encarga de recordarlo en sus redes sociales cada 11 de septiembre.
¿Ayudó esto último a su advenimiento al Ministerio de Defensa? Puede ser. Quizá la intención fue replicar el «efecto Bachelet», una especie de déjà vu, que apunta más al plano simbólico que al real.
No sé. Lo concreto es que desde marzo del año pasado, fecha de su asunción, nunca más supimos de Maya Fernández.
Exagero, obvio, pero la ministra ha marcado su gestión con una desconcertante invisibilidad.
En Chile, el papel de las FFAA. -desde 1973 hasta hoy-, sobre todo del Ejército, genera inquietud y no poca indignación entre la civilidad: seis de los siete comandantes de dicha institución enfrentan procesos, ya sea por corrupción o por violaciones a los Derechos Humanos, desde la llegada de la democracia; constantemente sus altos mandos hacen guiños a la insubordinación, con declaraciones y hechos (no olvidemos los ejercicios de enlace del ’91, entre otros); sus miembros tienen un sistema de previsión que es la envidia del resto del país, y en muchos casos manejan activos públicos en beneficio propio (terrenos fiscales que la entidad castrense vende y transa con inmobiliarias para lucro personal y/o institucional).
Lo último: el actual comandante, Javier Iturriaga, no tuvo empacho en decirles al Ejecutivo y al Congreso que, ante la ley aprobada hace pocos días y que faculta a las Fuerzas Armadas a resguardar zonas fronterizas, «se desvirtúa» la labor que deben tener dichas ramas.
¿Cuál fue la reacción de la ministra frente a un comentario claramente deliberante? Mínima. Hubo que esperar la voz de otros actores, como el ex canciller y actual senador José Miguel Insulza, quien interpeló al uniformado: «Es raro lo que dijo el general Iturriaga, ¿dónde va a defender el territorio nacional si no en la frontera?».
El silencio de Fernández y de su entorno bien puede ser estratégico: invisibilizar su gestión es una forma de «protegerla» ante una evaluación pública más rigurosa y arisca. Si eso es lo que cree su departamento de comunicaciones, significa que dichos profesionales trabajan para Maya Fernández y no para el Ministerio, ni siquiera para el Gobierno. Son como una especie de «personal trainers», que velan más por la «salud» de Fernández en las encuestas, que por temas estratégicos más importantes y sensibles.
Porque, en rigor, tras escuchar la respuesta de Iturriaga mucha gente quedó esperando una señal potente del Ejecutivo a través de la ministra del área. Fernández, en cambio, sólo consideró que las palabras del militar «son observaciones que tienen que quedar en el texto de ley».
Una ratificación más de que en Chile tampoco se respeta una dinámica tan elemental para cualquier democracia: FFAA subordinadas al poder civil, no deliberantes.
Con Fernández en Defensa queda claro que este status quo no se moverá ni un centímetro y por un rato largo…