Columna de Juanita Rojas: Se ofrecen votos al mejor postor
Un triste espectáculo están dando los parlamentarios, de todos los sectores, a propósito de la elección para la presidencia de la Cámara Baja.
Por JUANITA ROJAS / Foto: AGENCIAUNO
Respetar los compromisos pareciera ser un mínimo y no un hecho extraordinario que merezca felicitaciones. Pero cuando la situación cae a los niveles de decadencia que hemos observado en la política nacional en los pasados meses, lo que debiera ser la normalidad se transforma en un verdadero suceso digno de alabanza. Sólo en este contexto es comprensible que el nuevo presidente de la Cámara de Diputadas y Diputados, Vlado Mirosevic, dedicara abundantes expresiones de gratitud a aquellos parlamentarios del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y del Partido de la Gente (PDLG) que le dieron sus votos el lunes pasado, permitiendo que llegara a ser el nuevo titular de la Cámara Baja. Claro que no fueron todos los votos del PDC y del PDLG.
En todo caso, la elección del liberal Mirosevic (ex Chile Primero, ex Frente Amplio y actual Socialismo Democrático), escoltado en las vicepresidencias por el independiente Carlos Bianchi y la RD Catalina Pérez, fue la culminación de un espectáculo que duró varias semanas. Más allá del anticomunismo de ciertos sectores, que a estas alturas de la historia parece una caricatura, lo que se pudo apreciar fue el poco decoro con que algunos negociaron sus apoyos con uno y otro sector, sin trepidar en cambiar de bando de acuerdo a su conveniencia personal o la de su grupúsculo, porque si se tratara de convicciones o principios, es evidente que esos personeros no habrían adscrito al compromiso que firmaron al inicio del período parlamentario.
Puede ser cuestionable el tipo de acuerdo suscrito, que implica exponer a la Cámara a una repartija de cargos en períodos cortos, que impiden estabilidad. Pero el punto es que se hizo y diputados de dos colectividades –la DC y el PDLG– decidieron que lo firmado en marzo pasado ahora no les acomodaba, esgrimiendo todo tipo de pretextos para rechazar a Karol Cariola como presidenta de la Cámara: que era comunista (en marzo también lo era); que el PC debía rechazar una querella contra el DC Sergio Micco (que no presentó el PC, sino la Comisión Chilena de Derechos Humanos); que había sido rostro del Apruebo (una de las dos opciones que planteó el plebiscito del 4 de septiembre, ambas legítimas y democráticas, de otro modo, casi el 40% de los chilenos estaría interdicto).
Los que no estuvieron en el acuerdo de marzo fueron los partidos de Chile Vamos, pero a río revuelto y envalentonados por el resultado del plebiscito de septiembre –que esta coalición se atribuye como un triunfo propio–, decidieron aprovechar la circunstancia y hacer uso de las ambiciones y bajezas humanas que campean por el Honorable Congreso. Así, lo que debió ser un mero trámite de traspaso entre una mesa directiva a otra, degeneró en una disputa poco edificante que implicó que el PC optara por bajar a Cariola y abdicar de proponer a otro de los suyos. El oficialismo no se demoró mucho en buscar reemplazo y subió al liberal Vlado Mirosevic… quien fue el otro rostro del Apruebo.
Lo cierto es que tampoco hubo una defensa cerrada de todo el oficialismo hacia Cariola e, incluso, en algún momento se acusó a quien fungía de presidente de la Cámara, el PPD Raúl Soto, de estar negociando con la derecha su continuidad en el cargo, lo que obviamente el aludido negó. Entre reuniones, ofertas, acusaciones mutuas y condicionamientos con olor a chantaje, sumado a la cloaca de las redes sociales, algunos parlamentarios dieron el triste espectáculo que mantuvo en vilo a la élite política.
Al siguiente día de la elección de la nueva mesa de la Cámara, un diputado con hálito alcohólico que fue elegido en la lista de un partido oficialista y que, sin embargo, ha mantenido una sostenida alianza con la derecha (el lunes postulaba para vicepresidente en la lista opositora), insultó al Mirosevic mientras hablaba en la testera. Alguien le contestó y los gritos de “traidores” y “vendidos” volaron por los aires del hemiciclo acompañados de otras expresiones de grueso calibre, a lo que se sumó la amenaza de un diputado UDI, quien señaló que pronto derrocarían a los recién electos con una censura a la mesa. Todo un ejemplo de buena política.
Algunos quieren ver la elección de la mesa de la Cámara de Diputadas y Diputados como una victoria oficialista o una derrota de la derecha –que puede consolarse con el triunfo del derechista Milad en la Asociación Nacional de Fútbol Profesional–, otros pueden esgrimir que las negociaciones son así, pero los ciudadanos tienen derecho a pensar que con este estilo de hacer política perdemos todos.