Columna de Gerardo Silva: Un acierto de la ANFP, ampliar la Segunda División a 16 equipos
Si el rumor se transforma en certeza, será una muy buena noticia no sólo para aquellos futbolistas del fútbol joven que quieren seguir luchando por sus sueños, sino también para las instituciones que están en ligas menores.
Por GERARDO SILVA / Foto: ARCHIVO
Por estos días hay un fuerte rumor en torno a la Segunda División profesional. Se dice que para la temporada 2023 se habría tomado la decisión de extender la categoría a 16 clubes. Esto sería toda una sorpresa, toda vez que, desde su creación, esta serie ha generado más de algún conflicto y ha sido un verdadero dolor de cabeza para el directorio del principal organismo rector de nuestro fútbol.
Recordemos que el 2012 la ANFP le da el vamos a la categoría, en la que participaron seis instituciones invitadas: Deportes Melipilla, Arturo Fernández Vial, Provincial Osorno, Deportes Copiapó, Iberia de Los Ángeles y Deportes Temuco. Todos estos equipos pertenecían a la Tercera División del fútbol chileno, organizada por ANFA, y esto creó mucho revuelo y conflicto entre ambos organismos. No era menor el problema: en la Tercera División ascendía año tras año un equipo a la Primera División B y dejaba de hacerlo de manera abrupta. Y no sólo eso: inmediatamente se convertía en la cuarta categoría de nuestro fútbol.
Después de mucha controversia, ambos organismos sellaron el acuerdo de realizar un torneo de transición, en el que los dos equipos de la Tercera División que ocuparan los dos primeros lugares y los dos equipos de la recién fundada Segunda División que lograran lo propio, jugaran una liguilla de ascenso para que solo un equipo, como ha sido desde la fundación hasta ahora, ascendiera a la Primera B.
Zanjado el problema con la Tercera, sigamos hablando de la emergente Segunda División. Se decía en esa oportunidad que la ANFP sólo contaba con seis cupos oficialmente autorizados por la FIFA; por lo mismo, y para poder cumplir con un fixture medianamente atractivo, se invitó a algunos equipos filiales del fútbol profesional. Fue así como Unión San Felipe, Rangers de Talca, Audax Italiano, Colo Colo, Unión Española y Ñublense de Chillán participaron de este primer torneo oficial con 12 equipos sub 25, con cuatro excepciones y dos extranjeros. El torneo finalmente salió adelante, no exento de dificultades.
El análisis final no fue del todo satisfactorio. Había que hacerle algunos ajustes al torneo. Limitar aún más la edad, por ejemplo, para que así los clubes profesionales que no participaban con una filial pudieran enviar a sus jugadores más destacados en calidad de préstamo, como un intento más para darles oportunidad a los futbolistas del fútbol joven de la ANFP.
De ahí para adelante nunca hubo el consenso que permitiera ofrecerle condiciones a esta división para que creciera cualitativamente y de acuerdo a los objetivos. Año tras año daba la impresión de que esta categoría se debilitaba y corría serio riesgo de desaparecer. Nadie se mostró interesado en invertir, aunque los clubes comprometidos y el sindicato de futbolistas abogaron para que se mantuviera viva.
Las diferencias en los sistemas de torneo, en la edad de los deportistas, en el fair play económico y varias otras más hacían tambalear permanentemente su continuidad. Por eso llama poderosamente la atención que hoy, después de diez años, se esté rumoreando que definitivamente se están poniendo de acuerdo para potenciar y fortalecer el funcionamiento de la tercera categoría del fútbol profesional chileno. De verdad es una grata sorpresa. Soy un convencido de que la Segunda División profesional es un tremendo aporte, y por eso me atrevo a decir que la directiva de la ANFP y el consejo de presidentes están dando un paso gigante hacia el desarrollo de nuestro fútbol.
Que exista la intención de fortalecer y encontrarle financiamiento a la categoría es sencillamente plausible. Más temprano que tarde todo el mundo se dará cuenta de que, si le permitimos visibilidad a la división de bronce de nuestro fútbol, la reconocemos y le proporcionamos los recursos necesarios, significará haber encontrado el eslabón perdido (torneo de reservas) para el desarrollo del fútbol chileno.
Como dijo Pedro Carcuro, me pongo de pie y aplaudo esta gestión, esperando que los rumores tengan veracidad. Si el rumor se transforma en certeza, será una muy buena noticia no sólo para aquellos futbolistas del fútbol joven que quieren seguir luchando por sus sueños, sino que también para las instituciones que están en ligas menores y representan una gran plaza para el fútbol chileno por infraestructura, por historia y representatividad. En definitiva será una gran noticia para todos aquellos que abogamos por ver un fútbol chileno cada vez más competitivo y con una enorme cantidad de equipos que pueden albergar un fútbol joven masivo y competitivo a lo largo y ancho de este país.