Columna de Gerardo Silva: La jornada escolar completa se transformó en el gran enemigo del deporte de elite
El muchacho con condiciones innatas para cualquier disciplina que considere la alta competencia, muchas veces tiene que renunciar a su vocación deportiva por privilegiar lo académico.
Por GERARDO SILVA
Desconozco, absolutamente, la mejoría sustantiva del rendimiento escolar una vez que por ley se instauró en nuestro país la jornada escolar completa. De lo que sí estoy seguro, es que perjudicó a todos aquellos que quieren dedicarle tiempo a la práctica de un deporte y convertirlo en profesión.
En el fútbol, por ejemplo, la toma de decisiones se debe hacer a temprana edad. O te dedicas al estudio y te sometes al rigor de la metodología académica, o le dedicas el tiempo estrictamente necesario al fútbol. Lamentablemente, ambas opciones son incompatibles.
Si al deporte rey le dedicas el tiempo mínimo y suficiente, el nivel de aprendizaje alcanzará sólo para que sea parte de tu hobby y, a través de él, mantenerte saludable. Ahora, si quieres que el fútbol sea tu opción de vida y profesión, se hace tan demandante que resulta incompatible con los estudios. El modelo de educación en Chile no lo permite.
Para dedicarse profesionalmente al fútbol, se debe contar con tiempos amplios de entrenamiento y perfeccionamiento, porque la alta competencia así lo exige.
Cuando se dictó el nuevo modelo de educación en nuestro país, se estableció que este incluiría horarios específicos para realizar deportes. Sin embargo, se olvidaron completamente de que el colegio ofrece infraestructura y personal especializado sólo para cumplir con los requerimientos deportivos en su fase inicial, carente de especialización.
Para dedicarse profesionalmente al deporte se requiere del tiempo, la infraestructura y el personal docente especializado en la alta competencia, cosa que sólo se consigue en los clubes deportivos profesionalizados para la actividad y que pertenecen a las diferentes categorías según la estructura de élite profesional.
Si el joven deportista pretende cumplir con los requerimientos académicos, obligatoriamente debe flexibilizar y restar horarios a la práctica del deporte. Si su motivación y prioridades son deportivas, necesariamente restará horas a los estudios.
La incompatibilidad es evidente. El fútbol formativo de la ANFP tiene que convivir sistemáticamente con este problema. Muchas son las reuniones, ajustes y concesiones que tienen que acordar los clubes deportivos con los respectivos establecimientos educacionales para que los deportistas, con algún talento, tengan la posibilidad de incrementar sus posibilidades a través de mayor cantidad de horas de entrenamiento que requieren los respectivos clubes deportivos y que el establecimiento académico esté dispuesto a ceder. Cuando no se producen los acuerdos institucionales, los perjudicados siempre son los jóvenes que, soportando una carga emocional que genera el entorno, tienen que tomar una decisión al respecto.
Antes de que se implementara la jornada escolar completa en nuestro territorio nacional, los niños y jóvenes cumplían su jornada escolar que contemplaba entre 5 y 6 horas diarias por 5 días semanales y 20 días al mes; tal y como se hace en Brasil, Alemania, e Italia. Luego disponían del tiempo prudente y necesario para dedicarse al fútbol formativo y competitivo. Pero ahora, con el actual sistema educativo, podemos ver cómo un montón de talentos deportivos se pierden en el aula cumpliendo labores académicas. También, a la inversa, podemos ver el potencial académico perderse en una cancha de fútbol.
La decisión que deben tomar nuestros jóvenes a temprana edad sin duda genera decepción, más temprano que tarde.
Si pudiéramos compatibilizar ambos quehaceres, seguro tendríamos deportistas de élite con un alto grado de inteligencia académica y emocional. También tendríamos jóvenes con una alta instrucción académica y físicamente saludables. En definitiva, la jornada escolar completa es la valla más alta que debe sortear aquel que se quiera dedicar al deporte profesionalmente.
En países como Finlandia y los que anteriormente mencioné, se privilegia la vocación y se le otorga el espacio perfecto a la capacitación, entre 20 y 25 horas académicas, haciéndolo perfectamente compatible con los intereses de cada persona.