Columna de Gerardo Silva: El profe Sulantay, un hombre sencillo y generoso

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Por Gerardo Silva
Actualizado el 25 de julio de 2023 - 9:38 pm

Días de mucha tristeza hemos vivido los amantes del fútbol. ¿La razón? Nos ha dejado un grande: José Manuel Sulantay Silva.

Por GERARDO SILVA / Foto: ARCHIVO

Desde que tengo uso de razón he respirado fútbol, observando y aprendiendo de grandes directores técnicos de nuestro país, como Luis «Zorro» Álamos, Pedro Morales, Pedro García, Hernán «Clavito» Godoy, el «Mosco» Venegas, Isaac «El Marinero» Carrasco, Luis Santibáñez, Raúl Toro, Leonardo «Pollo” Véliz, sólo por nombrar algunos. Y en este grupo, por cierto, también está el «Negro» Sulantay.

Sin duda, es una gran generación de entrenadores que dignificó el fútbol chileno, que fueron grandes líderes, trabajadores y sacrificados, en tiempos donde cada uno de ellos defendía su puesto con resultados. Ellos no necesitaban representantes para obtener un lugar, pues sus números avalaban su trabajo de excelencia.

A esa generación de entrenadores pertenecía don José, un entrenador sin dobles discursos, humilde y dueño de una simpleza inusual en esta actividad. Con su particular metodología de bajo perfil, pero de gran carácter, sacó rendimiento a su querido Coquimbo Unido y en cada uno de los clubes que le tocó dirigir donde dejó impregnada su impronta y sencillez, con un discurso claro y transparente, sin palabras rebuscadas. Fue de aquellos DT que consiguen rendimientos individuales y colectivos por convicción.

Sus contemporáneos somos testigos del tremendo legado que dejó para el fútbol chileno con la brillante selección sub 20, tercera del mundo. Sulantay supo convencer a un grupo de jóvenes chilenos que tenían las competencias para jugar de igual a igual con las grandes potencias del fútbol mundial. Se dice fácil, pero hubo que trabajar -y mucho- para que, tiempo más tarde, todos reconociéramos lo bien que jugaba “el equipo de José”.

Me siento un afortunado porque, como amante del fútbol, pude disfrutar de su trabajo. Tras mi formación como director técnico, puedo decir con orgullo que fue mi profesor, mi guía, mi maestro.

Varios años más tarde de habernos cruzado en el ámbito de la formación, ambos fuimos invitados a Bolivia y ahí coincidimos para compartir nuestras experiencias con los colegas del vecino país. Viajamos como buenos conocidos, como alumno y maestro, y regresamos como grandes.

Recuerdo que él hizo con mucha voluntad espacio en su agenda y fuimos a compartir con nuestros colegas a Cochabamba. Para mí fue una gran experiencia

Lo vi disfrutar. Se veía feliz relatando con pasión sus hazañas deportivas. Entre los asistentes a sus charlas se encontraba Mauricio Soria, entrenador de la selección de Bolivia, con todo su equipo técnico, y fui testigo del cariño y del respeto que le brindaron nuestros colegas del altiplano. Ahí terminé de entender la razón por la cual mi querido instructor logró clasificar con un equipo pequeño como Coquimbo Unido a la Copa libertadores de América, el porqué fue campeón con Cobreloa y cómo convirtió a jóvenes desconocidos en grandes figuras a nivel mundial.

El profesor Sulantay, simplemente, fue un adelantado al fútbol moderno. Con poco y nada de tecnología, pero con mucha inteligencia emocional, creatividad y transparencia consiguió de sus dirigidos el valor más preciado para un entrenador: la credibilidad.

Mi experiencia con don José no tiene precio. Fue un gran líder, quien me brindó su cariño, respeto y amistad, al punto que cada vez que solicité su ayuda y su consejo, estuvo ahí para apoyarme.

Como anécdota recuerdo que viajó 600 kilómetros a mi ciudad -Rengo- para compartir con los deportistas del fútbol amateur y cada una de las charlas que le solicité en tiempos de pandemia de forma telemática, ahí estuvo, alegre, sencillo y cordial. Honrado también me sentí cuando viajando con mi equipo, Deportes Vallenar, salió expresamente a la carretera en su natal Coquimbo para recibir un humilde obsequio de mi parte: mi libro “Bendita Pasión”.

Me duele la partida el profe Sulantay. Un hombre sencillo y generoso.

Pero soy un agradecido de Dios por haber conocido a un gran profesional y un gigante ser humano.

Gracias por todo, Don José. Descanse en paz.