Columna de Eduardo Bruna: El porqué Lucero ya no podría volver a Colo Colo
La especulación acerca de su eventual regreso al Monumental se produce por el notorio enfriamiento en el interés del Fortaleza por el jugador. Pero tal posibilidad más vale descartarla de plano, porque son muchos los riesgos y pocos los beneficios. ¿Cuál podría ser la reacción del hincha –irracional e irreflexivo-, si como a tantos al goleador se le cierra repentinamente el arco?
Por EDUARDO BRUNA / Foto: ARCHIVO PHOTOSPORT
“El amor a la fuerza no vale”, reza el dicho utilizado muchas veces por los románticos, pero puede adaptarse perfectamente al fútbol, en el específico caso de Colo Colo y Juan Martín Lucero. ¿Puede volver el jugador al Monumental? Sí, claro que puede. Reglamentariamente, puede. Pero tal situación, aparte de absurda y rocambolesca, podría constituirse en un error tan colosal que, además de no remediar nada, podría empeorarlo todo.
Tal posibilidad, que más se antoja una especulación, surgió luego que al Fortaleza, interesado en el concurso del goleador, le quedara meridianamente claro que Colo Colo tenía la sartén por el mango, y que no existía multa ni cláusula de salida que le permitiera quedarse con el ex Vélez por tres chauchas.
Lucero tenía un contrato firmado con Colo Colo a fines del año recién pasado. El club, para quedarse con su pase, hizo uso de la opción de compra ante Vélez Sarsfield, por los 900 mil dólares estipulados. Que el Cacique sólo haya pagado la mitad, dejando la otra para más adelante y con pleno acuerdo con el club del barrio de Liniers, es un detalle que en este caso no influye en nada.
Lo concreto es que el jugador, haciendo gala de una increíble falta de seriedad y profesionalismo, de la noche a la mañana, y en la previa de que el plantel albo viajara a hacer su pretemporada a Argentina, informó que no seguiría en el Monumental, porque el Fortaleza brasileño le había hecho una oferta imposible de rechazar.
Yendo a lo concreto, se dice que en Colo Colo Lucero ganaba 70 mil dólares mensuales, mientras que Fortaleza le habría ofrecido 120 mil. Cifras claramente obscenas para la realidad de las grandes mayorías, aunque más obscenas aún de parte del club popular, porque dichas cantidades son absolutamente normales en un fútbol tan competitivo, masivo y poderoso como el brasileño. Como sea, para la realidad global del fútbol los goles suelen pagarse caros, y eso explicaría la alta remuneración de Lucero en el Cacique.
Por lo demás, tras el fiasco que fue Nicolás Blandi, y el paso intrascendente del venezolano Christian Santos, Lucero, más allá de que estuviese siempre muy sobrevalorado por los ex futbolistas que fungen como comentaristas en la televisión por cable, cumplió con lo que se le pedía, anotando 24 goles en los 39 encuentros oficiales que alcanzó a disputar, esto es, Torneo Nacional, Copa Chile, Copa Libertadores y Copa Sudamericana.
Cifra que tampoco es para volverse locos, desde luego, pero que a Lucero le alcanzó para que Colo Colo decidiera transformar el préstamo en la compra definitiva de su carta.
¿Qué viene ahora? Que si Fortaleza tanto quiere al jugador, que le pague a Colo Colo lo que corresponde por la compra de su pase. Para los parámetros internacionales, al club de Ceará hacerse con el goleador de todas formas le resultaría económico, porque, como lo indicaría la lógica, Blanco y Negro debiera privilegiar el deshacerse de un cacho antes que fijar un monto demasiado alto en dólares que desanime a los brasileños.
Lo concreto es que, a estas alturas de la telenovela, Lucero en Colo Colo no puede seguir. Mejor dicho, no debiera seguir. Porque teniendo claro que hoy el fútbol es una actividad donde el dinero manda, renunciar del todo a esa pequeña cuota de pasión que le va quedando sería imperdonable e impresentable.
Los dirigentes podrán comprenderlo perfectamente. Ellos mejor que nadie, desde luego, porque antes que directivos de un club son empresarios cuyo objetivo final es aumentar o al menos preservar el capital del que disponen. Los periodistas, acostumbrados a ver que los jugadores cambian legítimamente de color, porque por y para eso son profesionales, tampoco nos haríamos ningún drama.
Pero, ¿qué me dicen ustedes del hincha? ¿De ese que sintió que la actitud poco seria de Lucero era toda una traición? Nos guste o no, ellos no lo van a entender. Menos lo van a perdonar. Y si Juan Martín Lucero, más allá de sus goles, siempre estuvo a la sombra de Pablo Solari o de Maximiliano Falcón en lo que a cariño y simpatía respecta, difícilmente vayan a sentir ahora una idolatría que nunca antes sintieron.
Que hipotéticamente Lucero pudiera volver al Monumental es un arma de doble filo por donde se la mire. ¿Qué pasa si el jugador no mantiene al menos su cuota goleadora? ¿Qué, si, como suele suceder, entra en un período de sequía en que el arco se le cierra? Lucero no sería el primero en experimentar algo así, porque la historia del fútbol está plagada de casos similares. Sólo que, para el hincha, tan pasional como irracional a veces, jamás tal hecho podría aquilatarse apelando a razones meramente futbolísticas.