Columna de Carlos Cantero: Muerte de Sebastián Piñera, un antes y después en la política chilena

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Por El Ágora
Actualizado el 1 de marzo de 2024 - 2:36 pm

La muerte del ex mandatario generó un cambio de estado, que afecta a todo el espectro. La izquierda pierde capital, al dividirse y criticar la estrategia del Presidente Gabriel Boric por reconocer a Piñera como demócrata. La derecha ve una oportunidad que intenta capitalizar, tensionada por la necesidad de institucionalizar el sector.

Por CARLOS CANTERO / Foto: ARCHIVO

En la izquierda hay división y ruidos de quienes piensan que Boric generó una fractura de complejidad estructural, que les debilita y daña: quitó a la izquierda radical la seudo superioridad moral para dar licencia de demócrata. A los mismos que quisieron negarle a Sebastián Piñera esa condición, mientras intentaban quebrar la institucionalidad y alababan dictaduras como las de Venezuela, Cuba y otras.

El decir y actuar de Boric tendrá impredecibles resonancias: reconoció y valorizó la figura histórica de Piñera como demócrata, defensor de los Derechos Humanos y político consecuente, que cierta izquierda resiente y niega. Sin perjuicio de lo anterior, es necesario asumir que Piñera, en cuanto persona, tuvo luces y sombras para la opinión pública, pero indudablemente fue un demócrata.

Para la derecha se facilitó el rescate su legado político: Piñera activó estrategias públicas con claro sentido social. El sector recibió este “pase gol”, que la izquierda radical rechaza. En este tramo de la carrera (y a juzgar por la reacción ciudadana), hay una clara oportunidad para este sector.

Despejó, por ejemplo, el camino para Evelyn Matthei, quien lidera el proceso hacia la presidencial. Sin embargo, aún está Kast y su proyecto republicano, a pesar de que en la ocasión no ganó dividendos (a lo que hay que agregar su traspié constitucional). Sin dudas, se reinventará para recuperar terreno, en atención a que hay dos procesos electorales.

El nuevo proyecto político debe estar en (urgente) sintonía -explícita y formal- con la recuperación de la honestidad pública, la probidad y la excelencia gestional: convocar a los mejores, sin el nepotismo ni la endogamia observados. El desafío es grande y requiere liderazgos de excelencia, habilitantes, con principios humanistas y convicciones éticas.

Hay una oportunidad que requiere un proyecto firme en las convicciones. Es tiempo de rescatar valores e ideas de derecha: el orden, el mérito, la probidad, la excelencia, la disciplina, la paz. Potenciar el emprendimiento, favorecer la generación de riqueza y exaltar el sentido social. Para triunfos electorales, empero, se requiere sinergia y estrategia, unidad, sumar y no restar.

Eso no será fácil con una derecha con tantos matices y “sensibilidades”, con algunas facciones radicalizadas, promoviendo el purismo y la polarización; con otras, intentando aglutinar en torno de liderazgos personalizados o autocráticos.

Pienso que Matthei tiene razón cuando afirma que “es hora de institucionalizar el sector”. Se requiere un proyecto político amplio, participativo, con legitimidad ciudadana, que integre a los muchos independientes de centroderecha. Al respecto es bueno no confundirse: una cosa es aglutinar a los adherentes para reivindicar el legado de Piñera, y otra muy distinta, es organizar el sector para enfrentar desafíos electorales.

De hecho, no tienen la misma convocatoria ni son esfuerzos necesariamente sinérgicos.