Columna de Carlos Cantero: La partida de Sebastián Piñera y el reconocimiento a un servidor público

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Por Carlos Cantero
Actualizado el 9 de febrero de 2024 - 12:28 pm

La muerte decanta las pasiones y surge la esencia de las personas y de la sociedad. Eso es lo que ha ocurrido en Chile con el deceso del ex Presidente. Al cabo, su último adiós puso las cosas en contexto…

Por CARLOS CANTERO / Foto: AGENCIAUNO

Más allá de las legítimas diferencias -que muchos tuvimos- con el político, las críticas en torno de muchas de sus decisiones, el cuestionamiento -de otros- a su rol privado o de empresario, lo concreto es que Chile terminó reconociendo el valor de su buena política, su carácter de demócrata y, sobre todo, su compromiso con el servicio público, liderando un sector que no sabía de triunfos desde hacía muchas décadas, llevándole al poder en dos ocasiones. En esa tarea lo acompañamos y apoyamos.

La gente, espontáneamente, en diversos lugares del país, cantó el himno nacional como postrer reconocimiento a su vocación de servicio y al estilo Piñera que, con sus grandezas y debilidades, la ciudadanía ha sabido aquilatar y valorar. Esa actitud asoma como una esperanza cívica por sobre la habitual mezquindad de la política en Chile.

Muestra el camino y llama a erradicar la odiosidad y el resentimiento, que tanto daño le han hecho a nuestra convivencia y a nuestra democracia. Es, también, esperanzador sentir esa valoración ciudadana por el servicio público: un auténtico reconocimiento y un honor para aquellos que sirven al país y no se sirven de él.

La ciudadanía muestra madurez y compromiso, con altos valores democráticos, cuando exige respeto por una persona elegida por el pueblo, en elecciones libres e informadas. ¡Eso es particularmente valioso! Especialmente, cuando se habla del intento de algunos por romper la institucionalidad y desestabilizar su gobierno, sin aclararse aún los bordes de esa marea que promovió el sectarismo político, el dogmatismo totalitario, la violencia y el caos que empoderó al lumpen, mercenarios y soldados del crimen organizado.

El país muestra valoración por la sensibilidad cívica y moderación política de Piñera, quien democráticamente volcó votaciones en favor de la centroderecha, frenando la polarización que se intentaba (e intenta) hacer desde uno y otro lado.

Fue un acto de contención a intentos estatistas y a desbordes mercadistas, incorporando gestión política, coherencia económica y un profundo sentido social, valores que por momentos el sector había extraviado por la hegemonía de sectores radicalizados, cuya esencia resultó ajena al sentir del país, como se ha ido verificando.

Enconados detractores políticos, desde un podio ético, social y de gestión fraudulento, le negaron la sal y el agua, con odiosidad y desquiciamiento. Ahora, en el poder, y enfrentados a la cruda realidad que desnuda su ineptitud, reconocen (recuperando nobleza) los méritos de la persona, del político y del estadista, que fue el ex Presidente Piñera. La degradación de la política muestra sus sombras, cuando otros, aislados, ruidosos, llenos de odiosidad e insignificancia, vuelven a la plaza de la vergüenza, celebrando plenos de miseria, su muerte.

Espero que la ciudadanía sepa erradicar electoralmente esa política bastarda y despreciable.

Los homenajes fúnebres al ex Presidente Piñera se transformaron, por la acción, voluntad y espontáneo cariño ciudadano, en una gran valoración por el empresario que dedicó su talento y su tiempo al país; a su estilo de gestión, ejecutivo, con decisiones fundadas en datos y en conocimiento, sin la improvisación y el sentido de farándula que se impone hoy en la política.

Esa revitalización cívica es un llamado para que todos los que amamos el servicio público, volquemos capacidad, compromiso y honestidad para recuperar las instituciones y la institucionalidad; para revisar el quehacer de la política y de instituciones, como el Congreso Nacional, para que el poder vuelva a radicar y servir al pueblo, con políticas comprometidas con los ciudadanos a cargo de mandatarios honestos.

¡Sebastián Piñera, descansa en paz!