Colo Colo: el problema no es Mosa; el problema es Blanco y Negro
La usurpadora Sociedad Anónima que rige los destinos del “Cacique” ya ha dado suficientes muestras de ineptitud como para que siga al frente del club más grande y popular de Chile. La concesionaria debe irse, como punto de partida para la caída de un sistema tan nefasto como corrupto, creación de Sebastián Piñera a medias con el “socialista” Ricardo Lagos.
Por EDUARDO BRUNA
Más allá de su carácter impredecible, de los muchos y graves errores cometidos, el problema de Colo Colo no es Aníbal Mosa, como lo quiere hacer aparecer la facción opositora de la concesionaria. El problema de Colo Colo es Blanco y Negro, lo que por cierto engloba a Mosa, pero también a todos los integrantes de esta usurpadora Sociedad Anónima Deportiva que, aprovechándose de una mañosa ley, pergeñada entre otros por el inefable Sebastián Piñera, vio la luz durante el gobierno del socialista Ricardo Lagos, sin duda el mejor Presidente de la República que ha tenido la derecha en los últimos cien años.
Digamos que esta Sociedad Anónima que les escamoteó arteramente el club a sus verdaderos dueños -sus socios y sus hinchas-, es sólo una más de las tantas SAD que durante los últimos quince años no sólo han demostrado ser la mayoría de ellas un inmenso fracaso, sino que han convertido al fútbol chileno en un antro de patitos malos de cuello y corbata que, aprovechándose del pánico y de un país en completa descomposición, han cometido todo tipo de tropelías a vista y paciencia de todos.
Para esta afirmación, como respaldo sobran los ejemplos. Irregularidades que comenzaron a poco de implantarse a sangre y fuego este sistema que ha resultado tan nefasto como corrupto, al punto que el antiguo, aquel de Corporaciones de Derecho Privado sin fines de lucro, con todas sus fallas, debilidades y falencias, se antoja ahora lo más parecido a un Edén.
Los antiguos dirigentes eran casi todos unos tipos intachables al lado de esta horda de delincuentes que de la noche a la mañana se abatió sobre el fútbol nacional.
Y como personalmente ya estoy harto de venir denunciando enjuagues, malas prácticas y hasta delitos, sin que a las autoridades de este país se les mueva un pelo, me aburrí. En un país donde los poderosos de todos los pelajes y raleas hacen lo que quieren, y terminan siempre muertos de la risa, porque para eso tienen los Tribunales de Justicia y todo un aparato estatal a su servicio, un simple periodista no puede pretender que autoridades, organismos y políticos a veces corruptos y siempre acomodados, hagan su pega en el fútbol, por más que apelen frecuentemente a su popularidad para sacar dividendos políticos.
Si no la hacen en otros ámbitos, en el fútbol mucho menos.
Mosa, es verdad, ha llevado a cabo una gestión lamentable. Tanto, que Colo Colo estuvo a punto de caer a los “potreros” por primera vez en su rica historia.
Ignorante absoluto en lo que a fútbol respecta, se maneja en forma casi siempre atrabiliaria, sin proyecto, sin una línea definida y creando con los jugadores más populares del club un vínculo casi de amistad que luego torna difuso el concepto de autoridad, de derechos y deberes. No es casualidad que distintos planteles, a través de los años, se hayan tomado atribuciones que ni por asomo les correspondían, como vetar entrenadores, inmiscuirse en la contratación de jugadores y oponerse públicamente al despido de un compañero.
¿No fue ese el caso de Agustín Orión, desechado por Mario Salas? Más allá de que tal decisión pudiera ser o no compartida, ¿en qué club serio del mundo una directiva toleraría que algunos jugadores, por simpatía, solidaridad o lo que fuera, se manifestaran a la prensa en contra de dicha medida en las mismas dependencias de la institución? El derecho a manifestarse por cierto que lo tenían, por aquello de la “libertad de expresión” que se supone garantiza toda democracia; pero en otra parte, no en el Monumental, porque no es de ellos, como tampoco lo es de Blanco y Negro.
El episodio mostró, además, que tres lustros después de implantado este sistema bueno para nada, los jugadores al parecer siguen sin entender que hoy por hoy sólo son trabajadores de una empresa, y como tales están sujetos al mismo trato deferente, respetuoso y considerado que suelen tener las empresas de este país con sus “colaboradores”, como a estos zopencos les gusta llamar a su mano de obra barata.
Menos podía tolerarse ese episodio cuando, terminada esa insólita conferencia de prensa, Esteban Paredes deslizó un “aquí hay un montón de cosas graves, que en su oportunidad se van a conocer”. Demás está decir que esa irresponsable declaración nunca tuvo sustento en los hechos, porque hasta hoy Paredes sigue sin denunciarlas, aun habiendo dejado el club.
El resultado de esa pacífica rebelión fue que, a partir de ese momento, Mario Salas dejó de contar con la confianza y el apoyo de sus jugadores. Y los resultados pronto se verían en cancha: Colo Colo, comenzando el campeonato pasado, sumaba un triunfo y cuatro derrotas consecutivas.
No le fue mucho mejor al designado técnico interino, Gualberto Jara. Había tomado recién el equipo cuando se abatió la pandemia y el obligado receso les cayó del cielo a Mosa y compañía. Como se veía que la cosa iba para largo, para ahorrarse plata optaron por acogerse a la chanta Ley de Protección del Empleo y durante meses dejaron al plantel de jugadores a la buena de Dios. El resultado fue que, cuando el torneo finalmente se reanudó, los jugadores albos -en su mayoría discretos, digámoslo- daban pena física y futbolísticamente. Pero no fue todo: lesionado una vez más de gravedad Matías Zaldivia, Blanco y Negro decidió que de sus emolumentos debía hacerse cargo su Isapre, no ellos.
Sólo la reacción indignada del medio impidió que la concesionaria cometiera una nueva tropelía, un incalificable abuso.
Con todos esos antecedentes, más otros que vienen de arrastre, razón tiene la facción opositora de Blanco y Negro para pedir la renuncia de Aníbal Mosa. Y que, por supuesto, junto con él se vaya Harold Mayne Nicholls. Sólo que, ¿qué autoridad moral tiene esta facción opositora para erigirse en Catones de la actual mesa y exigir que cierre la puerta por fuera?
¿Acaso Leonidas Vial y Gabriel Ruiz Tagle son personajes intachables y probos? ¡Por favor…! En cualquier país normal y decente del mundo Leonidas Vial habría tenido que pasar mínimo una temporada con el trajecito a rayas. Y en cuanto a “Gabito”, cobarde y solapado, ¿se le olvida que en uno de sus períodos a cargo de la concesionaria ordenó una refacción para el Monumental, manito de gato que costó casi lo mismo que la construcción del estadio? ¿Olvida que fue el más fiel alcahuete de “Pancho” Malo y toda su horda de delincuentes disfrazados de hinchas? ¿Olvida, por último, que como ministro del Deporte del primer infame gobierno del inepto actual se le perdieron casi 3 mil millones de pesos de los recursos destinados a los Juegos Sudamericanos de febrero y marzo de 2014?
¿Alguna vez diste cuenta de esa plata, sinvergüenza? ¿Devolviste aunque fuera una parte, de modo que el Fisco -o sea, todos nosotros- por último no perdiera tanto? Las pinzas. Si durante más de una década te coludiste con la sacrosanta Papelera para pasarse por el aro a todo un país con el precio de las distintas variedades de papel tissue, esperar que te venga un repentino ataque de honestidad sería pedir demasiado. Algo así como sugerirle a Piñera que, dada su absoluta irrelevancia como Presidente, por lo menos se quede callado.
En otras palabras, que se vaya Mosa no constituye ninguna solución. Sería saltar del fuego y caer a las brasas. La solución para Colo Colo es que se vaya toda esta tropa de usurpadores. Que acabe de una buena vez esta Sociedad Anónima nefasta, arrastrando de paso en su caída a todo un sistema que ha probado ser un rotundo fracaso, desde todo punto de vista.
Un sistema que ha acogido a una legión de tipos turbios no puede sino llevar en su origen el germen de su propia destrucción. Un sistema que permitió el mayor latrocinio del fútbol chileno en toda su historia, encabezado por Sergio Jadue, pero en el cual continúan actuando impunemente sus cómplices pasivos y activos, no podría haber sobrevivido ni siquiera unos meses en un país serio. Un sistema que ha significado estafar reiteradamente al Fisco con el pago de impuestos, en cualquier parte tal conducta habría provocado un escándalo de proporciones, porque en buenas cuentas se nos estafa a todos, pero no en Chile, donde por años se vienen robando el país a vista y presencia de todos sin que nadie haga nada.
Lo han hecho transnacionales cupríferas extranjeras del cobre, que durante una década no pagaron los impuestos que les correspondían porque, según ellos, sólo sufrían pérdidas. Sí, tal como lo oyen: ¡pérdidas! Lo han hecho poderosos empresarios o inversionistas que, para evitar que el Estado les “expropie” lo que con tanto esfuerzo han ganado, ponen su plata en paraísos fiscales. ¿O no, Sebastián Piñera? Lo han hecho las AFP, que aparte de entregar pensiones miserables sacan groseramente miles de millones de dólares cada año del país. Lo han hecho, completamente cebados, los pacos y los milicos de alto rango, con alguno que otro “clase” tonto útil, que igual agarró la parte ratonil mientras los de galones se quedaban con la parte del león.
En suma, cual más, cual menos, todos los poderosos platudos en más de una oportunidad han jodido al populacho, a vista y paciencia de aquellos que, se supone, deberían haber intervenido, sencillamente porque hacerlo era su obligación y porque para eso les pagamos.
Por todo ello, creo que estas luchas intestinas al interior de una Sociedad Anónima como la que rige hoy los destinos de Colo Colo, son sólo show para la galería. Que se sepa, entre bueyes no hay cornadas. Y si las hay, son como esas cachetadas de payaso que se pegan entre ellos los políticos de todos los colores, para que los giles pensemos que se la están jugando por nosotros.
Por último, Aníbal Mosa algo tiene a favor. Y es que, con todo su infantilismo, tontera e ignorancia acerca del negocio en el que está metido, el tipo es colocolino. Lo ha sido desde siempre. No como otros integrantes de la mesa de Blanco y Negro, que hasta antes de oler siquiera esta posibilidad que se les ofrecía de ser famosos gracias a Colo Colo, ni siquiera sabían dónde estaba el Monumental.
Mucho menos sabían quién fue David Arellano, aparte de que, al momento de entonar el himno en alguna ceremonia oficial, preferían quedarse callados para no meter la pata y cantar cualquier tontera.
En resumen, la solución no reside en que se vaya Mosa. El comienzo de la solución es que se vaya Blanco y Negro y detrasito les sigan las demás Sociedades Anónimas chantas que tienen destruido al fútbol chileno.
¿Puede ser Barticciotto la solución, como lo propone el Club Social y Deportivo en voz de su presidente, Edmundo Valladares? Ni se te ocurra, Marcelo. Nada bueno le espera a un tipo decente que decide nadar entre tiburones y pirañas.