Colchagua versus Rancagua Sur: los hechos y las consecuencias
En mi condición de entrenador del cuadro de la herradura, fui testigo presencial. Y, por lo mismo, la nobleza obliga a ofrecer una versión veraz y objetiva de los hechos… La sanción fue demasiado dura para un club de irreprochable conducta anterior.
Club de Deportes Colchagua sufre después de los hechos acaecidos el pasado 3 de agosto en el estadio Jorge Silva Valenzuela, en San Fernando. Éramos conscientes de que nuestro Club sería sancionado por parte de la Asociación Nacional de Fútbol Amateur, ANFA. Digo éramos porque, en mi condición de entrenador del cuadro de la herradura, fui testigo presencial. Y, por lo mismo, la nobleza obliga a ofrecer una versión veraz y objetiva de los hechos.
Se jugaba el partido pendiente de la undécima fecha de la zona sur en tercera división, un partido importante para ambas instituciones. Rancagua Sur era el rival de turno. Fue un partido intenso, muy parejo; sin embargo, Colchagua desperdició en tres claras oportunidades el gol del triunfo. Finalmente fue un empate 0-0, y nadie quedó conforme, aunque ambos equipos mantuvieron la posibilidad cierta de clasificar a la postemporada en el partido siguiente y último de la competencia en la primera fase. Por lo mismo, yo quedé tranquilo.
Nos despedíamos de los jueces cuando un barrista colchagüino invadió el campo de juego e increpó a los futbolistas de Rancagua Sur. Estos, ni cortos ni perezosos, las emprendieron contra el barrista, que se encontraba claramente en inferioridad numérica. Fue entonces cuando saltaron al campo tres barristas más, uno de ellos portando una tabla. Ahí comenzó una gresca que fue imposible detener; por el contrario, aumentó la tensión y se hicieron presentes también en el campo de juego varios barritas del equipo rancagüino.
A través de las redes sociales todo el mundo pudo apreciar la cantidad de golpes que se propinaron. En mi condición de entrenador sólo pude, junto a mi cuerpo técnico, alejar a nuestro futbolistas de los bochornosos incidentes, explicándoles que quedaba el último partido, la última chance, la última oportunidad y que era fundamental mantenerse al margen de la riña. No estábamos en condiciones de defender a nadie.
Así sucedieron las cosas. Luego, ya más calmados en el camarín, reflexionamos al respecto y entendíamos que el próximo partido y último, con Deportes Quillón, lo más probable es que deberíamos jugarlo sin público. Convencidos de esto, seguimos entrenando y preparándonos para enfrentar aquella desventaja. No obstante, a las pocas horas la tercera división suspendió abruptamente la última fecha para reunir todos los antecedentes de lo sucedido. Me pareció una medida correcta, y seguíamos pensando lo mismo: estábamos resignados a que la última fecha del torneo regular la jugaríamos sin nuestros aficionados y quizás también, un par de partidos de la postemporada.
Pasaron los días y la ANFA comunicó que ambos equipos serian suspendidos por un año y medio de la competición. Para mí, una medida exagerada, toda vez que en situaciones similares el directorio del fútbol amateur sancionó de manera distinta. Entiendo lo difícil que debe ser para la dirigencia de la tercera división encontrarse todos los lunes en su escritorio con un montón de incidentes protagonizados por sus clubes a lo largo del país, Esto se ha tornado reiterativo, y a nadie le gusta que se desprestigie un trabajo realizado con tanto esfuerzo. Por lo mismo digo que entiendo la medida, pero no la comparto, porque con esta decisión los únicos y verdaderamente culpables no serán sancionados.
Soy el entrenador histórico de Colchagua Club de Deportes, he dirigido 9 temporadas a la institución, más de 250 partidos oficiales y nunca viví una situación similar. En sus 65 años de historia, Colchagua nunca estuvo involucrado en hechos como estos. Es un club decente, serio y responsable; sin embargo estos antecedentes no tuvieron su peso específico para ablandar la sanción, y es lamentable.
Sucedido todo lo expuesto, el directorio de Colchagua se reunió con nosotros, cuerpo técnico y futbolistas, y nos dio a conocer que, de acuerdo a la sanción, nuestra participación ha terminado y que los jugadores debían abandonar en el breve plazo los hogares que habitaban para evitar gastos innecesarios
Dura y fría la medida. Ahora un grupo de futbolistas ilusionados y un cuerpo técnico comprometido con el objetivo dejan sus funciones en medio de una tremenda frustración. Nuestra dirigencia adoptó una posición que, en mi forma de ver, parece resignada y sumisa. Seguro tendrán sus motivos para esto, pero de todo corazón espero que se tomen cartas en el asunto y que exijan que se sancione a los verdaderos culpables y a los responsables de los hechos con todas las pruebas a la vista.
Para concluir, quiero señalar que no es fácil escribir una columna cuando el tema te toca tan de cerca, pero quién mejor que yo puede dar testimonio de los hechos. Dicen que la justicia tarda pero llega. Yo espero que para un club con irreprochable conducta anterior y protagonista pasivo de los hechos, tenga por parte del directorio nacional una sanción distinta y más ajustada. Y que, tal y como lo está haciendo la presidencia de Colchagua Club de Deportes, se busque y sancione a los verdaderos culpables que tanto daño le han hecho a una institución y al espíritu del fútbol.