Cofundador de OceanGate defiende seguridad de la empresa
El argentino Guillermo Söhnlein quedó sin aliento al enterarse de la tragedia durante una entrevista en vivo.
Por ANDRÉS ALBURQUERQUE / Foto: TWITTER
Una de las primeras personas en enterarse del fatal desenlace del submarino con turistas que viajaban a conocer los restos del Titanic, fue el argentino Guillermo Söhnlein -cofundador de la empresa OceanGate- en medio de una entrevista en vivo.
Después de varias hipótesis sobre el destino de los cinco ocupantes del Titán, durante la mañana del jueves fueron encontrados restos de la nave, y la compañía emitió un comunicado confirmando la muerte de las personas, tras la implosión del sumergible.
Söhnlein se enteró mientras realizaba una entrevista para la BBC de Londres y lo llamaron a su celular. Ante la noticia, desde el Daily Mail describieron sus reacciones: “Parecía sin aliento y desconcertado por la noticia”.
El empresario y economista (se graduó en 1989 en la Universidad de California en Berkeley) creó OceanGate en 2009, y en 2013 abandonó su posición. Entre 1995 y 1999 sirvió en el Cuerpo de Marines de Estados Unidos, donde alcanzó el grado de capitán. Ahora está radicado en Barcelona, España.
Söhnlein rechazó hoy algunas críticas sobre la seguridad de la compañía, al considerar que quienes opinan no disponen de “toda la información”.
“La intención de todas estas misiones no es realizar viajes de placer. Todos los que bajan allí tienen una reverencia extrema por los restos del naufragio como lugar de sepultura. Y, en todo caso, todos los que bajan allí lo hacen para preservar los recuerdos y documentar la tumba en sí”, dijo el empresario.
Agregó que “las personas no hacen más que equiparar certificación con seguridad e ignoran los 14 años de desarrollo de Titán. Cualquier experto que sopese esto, también admitirá que no estaban cuando se diseñó el sumergible, durante el proceso de ingeniería del submarino, durante su construcción y, con seguridad, tampoco cuando se llevó a cabo el riguroso programa de pruebas al que se sometió”.
“Existen regulaciones vigentes, pero como se pueden imaginar, no hay muchos submarinos que vayan tan profundo. Entonces, las regulaciones son bastante escasas y muchas de ellas son anticuadas o están diseñadas para casos específicos. Así que es un poco complicado navegar por esos esquemas regulatorios”, aseguró al ser consultado sobre los permisos para operar.
Söhnlein consideró que lo ocurrido había supuesto “una trágica pérdida para la comunidad de exploración oceánica” si bien apuntó que cualquiera que trabaje en el océano “conoce el riesgo de operar bajo tal presión, y sabe que en un momento determinado corre el riesgo de sufrir una implosión”.
Al respecto, la Junta de Seguridad en el Transporte (TSB) de Canadá comenzó una investigación sobre el accidente sufrido por el submarino.
“La TSB comenzó una investigación sobre el fatal incidente que involucra al buque de bandera canadiense Polar Prince y al submarino de operación privada Titán”, señala un comunicado.
La agencia enviará un equipo a St. John’s, en la provincia de Newfoundland and Labrador, para realizar la investigación.
Una implosión submarina se refiere al colapso repentino hacia adentro de la embarcación, que habría estado bajo una inmensa presión en las profundidades hacia las que se sumergía.
Se desconoce dónde o qué tan profundo estaba el Titán cuando ocurrió la implosión, pero los restos del Titanic se encuentran a casi cuatro mil metros bajo el nivel del mar. El sumergible llevaba aproximadamente una hora y 45 minutos en el descenso -de aproximadamente dos horas- cuando perdió contacto con el Polar Prince.