Abren muestra sobre las fortunas que nacieron del salitre en Chile
En el Centro Cultural La Moneda presentan “Chilehaus: Atacama/Hamburgo”, una exhibición de gran importancia para entender cómo se forjó la industria minera en nuestro país y la riqueza de las naciones extranjeras a raíz del extractivismo perpetuo que se ha llevado a cabo en Chile.
Por SEBASTIÁN GÓMEZ MATUS / Foto: ALFREDO THIERMANN
La muestra preventa la relación entre un emblemático edificio de la ciudad alemana -la Chilehaus- y la industria del salitre en el desierto de Atacama a comienzos del siglo XX. Se trata de una colección de material de archivo inédito para el público.
La exposición consta de archivo visual y sonoro, resaltando la transformación del nitrato, llevada a cabo en las peores condiciones laborales posibles, en ingentes capitales en Alemania. Todos estudiamos en el colegio cómo se acabo la industria del salitre, en ese entonces principal producto explotado del país.
En el portal e-flux se destaca la memoria que almacena el desierto; las capas de sedimento, desde huesos pulverizados de dinosaurios hasta huesos de detenidos desaparecidos, polvo de estrellas, restos de vida marina, probablemente miles de trabajadores de la industria.
También es relevante que se destaque que Europa, su riqueza y supremacía colonial-extracivista, no existiría sin la transformación de nitrato en comida. Fue el salitre el que permitió fertilizar los suelos del viejo continente.
Después, desde nuestro suelo, el cobre permitió el cableado y la electrificación total del planeta, y ahora el litio en teléfonos y computadoras. Parece que hemos tenido las tres industrias que han sostenido la riqueza de las naciones extranjeras, pero no sólo eso: sin tener conciencia de nuestra industria, nuestro suelo ha hecho del mundo lo que es. “Paradójicamente, ha sido el suelo más seco del mundo y el más inhabitable de la Tierra el que ha nutrido la vida moderna de este planeta, tanto biológica como tecnológicamente”.
La Chilehaus fue financiada por Henry B. Sloman (1848-1931), un magnate del nitrato que construyó cinco oficinas salitreras en el desierto de Atacama, transformando para siempre la relación con el territorio y las relaciones de producción en el mismo.
La construcción de la Chilehaus se finalizó en 1924, cuando Sloman regresó a Hamburgo convertido en el hombre más rico de la ciudad y uno de los más ricos del mundo. El edificio fue diseñado por Fritz Höger, que más tarde se uniría al partido nazi, que fue entendido en su momento como el auge del espíritu alemán tras la primera gran guerra.
Sin ningún tipo de revisión histórico-crítica, la Chilehaus fue nombrada por la Unesco como Patrimonio Mundial el 2015. En ese sentido, la presente busca la reflexión en torno a “elementos que constituyen un monumento y que desafían los procesos de memoria y la designación patrimonial”. También ofrece una nueva forma de abordar los efectos locales de las dinámicas globales del capitalismo.
La muestra está a cargo del Laboratory of History and Theories of Architecture, Technology and Media y la École Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL), conducida por Alfredo Thiermann e integrada por Pedro Correa, Ella Neumaier, y Xavier Nueno. La investigación fue dirigida en colaboración con Damir Gálaz-Mandakovic, Dominique Mashini y el diseñador sonoro Pablo Thierman.