Antillo, el candidato descartable
En el último capítulo del programa Círculo Central, el aspirante al sillón presidencial de Quilín y actual controlador de Audax Italiano, Lorenzo Antillo, ofreció declaraciones que bien vale la pena analizar. Quedó como fondo, sin embargo, que el personero integra una clase directiva muy alineada con el ethos de las cuestionadas sociedades anónimas: aquel que privilegia la ganancia express por sobre los proyectos deportivos; es decir, que ve al fútbol como otra unidad de negocios. Ni hablar de vínculos con la comunidad o respeto por el hincha, obvio.
Por MARCO SOTOMAYOR
Las palabras de Antillo en el emblemático programa deportivo (domingo, 23 horas, La Red) resultaron tan sorprendentes como las que expresó Sebastián Pinto, ex delantero de la U y de la Selección Chilena, quien afirmó en El Ágora TV que entre él y sus compañeros le «hicieron la cama» a Salvador Capitano, un DT que pasó por el club azul envuelto en un rotundo fracaso.
Una revelación que nunca se había escuchado tan explícitamente, aunque es un rumor a voces que muchos planteles también han incurrido en esa práctica.
Lo de Antillo apuntó a reafirmar otro trascendido que hemos oído hasta el cansancio: el de los dirigentes que compran jugadores sólo a determinados empresarios, incentivados por razones que son fáciles de inferir.
En el caso de Audax Italiano, la trenza es con el representante Sergio Morales, quien, para completar la fotografía, también es controlador de Coquimbo Unido. En rigor, los rumores apuntaban a que Morales era poseedor de un porcentaje de la propiedad del club de colonia. Antillo lo desmintió, pero reconoció que: «Con él (Morales) existe una gran amistad y una confianza en el tiempo, que nos ha permitido hacer negocios o transacciones comerciales, donde él es representante de jugadores y yo deposito la confianza en él para traer la mayoría de los jugadores que llegan a Audax Italiano» (ver video más abajo).
Así, de súbito, nos enteramos que gracias a la «gran amistad» entre Antillo y Morales llega la mayoría de los futbolistas al equipo de Paqui Meneghini.
Enfatizo en esta revelación porque -al igual que la de Pinto- pone al descubierto una dinámica que nadie, hasta el momento, había querido reconocer..
¿Qué significa esto en la práctica? Que Audax privilegia un universo restringido de refuerzos a la hora de comprar, en lugar de observar el mercado completo. Limita, así, sus posibilidades. Genera un sesgo. Induce al director técnico. Y abre dudas, obvio, en torno de qué hay detrás de esa «gran amistad».
Pero Antillo no se quedó en eso: pidió más recursos para los clubes, pues en ellos descansa el desarrollo del fútbol chileno. Y, para finalizar, aseguró que las elecciones de la ANFP estuvieron viciadas (impugnó los votos de Universidad de Chile y de Cobresal), por lo que podrían repetirse. Si eso ocurre, «estoy dispuesto para encabezar una lista, si así lo desean los clubes».
Tal cual.
La candidatura de Antillo en los comicios anteriores (los que ganó Pablo Milad por estrecho margen) estuvo -a nivel especulativo- muy ligada a los representantes de jugadores, es decir, a estos empresarios-controladores de clubes (como La Calera, Santa Cruz, San Luis, Coquimbo Unido, La Serena, Magallanes y puede que se me escape un par más), que buscan instalarse en la ANFP.
Si bien Antillo desmintió la situación, el vínculo Audax-Morales abre una grieta (o duda razonable) en su discurso.
¿Qué hay sobre su otra «bandera de lucha»: aumentar los recursos para las instituciones? Acá -pienso- más que un cuestionamiento ético, debemos hacer un reconocimiento a su patudez. La SADP tienen al fútbol chileno sumido en un subdesarrollo reconocido por gran parte de los estamentos que componen esta actividad, y que se refleja en una escasa inversión en las divisiones inferiores y, ya a nivel adulto, en pésimas actuaciones internacionales.
¿Para qué quiere más dinero Antillo? ¿Qué hace con el que recibe actualmente? Más tarde apuntaré la jerarquía futbolística de Audax, por ahora me centro en variables objetivas: a) usufructua más del estadio de La Florida, incluso, que la propia municipalidad y b) recibe inexorable y periódicamente el cheque que reparte el Canal del Fútbol, como también ingresó a sus arcas los 3 millones de dólares que dejó la venta del CDF al Grupo Turner.
¿Dónde queda la gestión del club? ¿La búsqueda de recursos vía publicidad? ¿O hacer crecer el incentivo a los hinchas para que se vuelquen masivamente al recinto floridano? ¿Creció el promedio de público audino en los últimos años?
¿Qué relato instala el grupo Antillo en la comunidad itálica? ¿El de un proyecto deportivo, alguna meta deportiva, un título, por ejemplo?
Nada de eso. Audax es un equipo endémicamente irregular. Actor secundario de una liga tercermundista como la nuestra, y así quedó ratificado en la presente versión de la Sudamericana, cuando cayó con autoridad ante el Bolívar de La Paz. Convertida, tristemente, en una unidad de negocios, donde todo se vende, todo se transa, la institución que en algún momento se enorgullecía de sus logros e historia, hoy vegeta en la medianía de la tabla, haciendo noticia más por lo rumores que cruzan a su grupo controlador o por algunos escandalillos situados en coordenadas parecidas: ¿recuerdan a Óscar Meneses, ex gerente técnico, a quien el argentino Santiago Malano le reprochó el cobro de comisiones en pleno camarín?
Una de tantas historias que cruzan la bitácora reciente del club.
Si hay nuevas elecciones en la ANFP, desde ya el nombre de Lorenzo Antillo debe ser descartado. Cualquiera de los argumentos expuestos en esta columna basta para desterrar sus aspiraciones. Si el resto de los directivos del fútbol chileno no lo entiende así, es mejor pensar en cerrar el boliche, apagar la luz y dedicarnos al canto o al bordado. O a lo que sea, menos al fútbol.