Premian a Elisa Loncon por su defensa de la democracia

La docente de la Universidad de Santiago es la primera persona no europea en recibir el premio Coppieters.

Imagen del autor

Por El Ágora
Actualizado el 27 de marzo de 2025 - 10:46 pm

Loncon afirmó que “las lenguas indígenas son el futuro de la humanidad”. Foto: COPPIETERS FOUNDATION

Elisa Loncon fue galardonada con el premio Coppieters, en Bruselas, Bélgica, por su defensa de la democracia, los derechos culturales y la diversidad.

La académica de la Universidad de Santiago dedica su carrera a la investigación, enseñanza y difusión de la lengua y cultura mapuche. Así como a la lucha por los derechos de los pueblos originarios. Loncon es la primera persona no europea en recibir el galardón.

La Fundación Coppieters es un centro de investigación que se enfoca en asuntos europeos e internacionales. Se dedica a desarrollar nuevas ideas y generar conocimiento sobre la gestión de la diversidad cultural y lingüística, los derechos colectivos y de las minorías. Además de la gobernanza multinivel, la descentralización, la reforma estatal y constitucional, los procesos de estatalidad, la autodeterminación, la migración, entre otros ámbitos.

Lucha que sigue viva

“Hoy me encuentro ante ustedes con un profundo sentimiento de gratitud. No lo recibo sólo yo, sino también las voces de quienes han sido silenciados. Este reconocimiento es un tributo a la lucha y resistencia de los pueblos indígenas. A sus lenguas, sus culturas y su derecho a un futuro donde la democracia sea realmente inclusiva, plural y justa”, dijo Loncon al recibir el premio.

En la ceremonia compartió con diversas autoridades del Viejo Continente, como la diputada del Parlamento Europeo, Ana Miranda.

Para Loncon, “la lucha de los pueblos indígenas sigue viva y sigue iluminando el camino hacia un mundo distinto, un mundo donde coexisten muchos mundos. Un mundo donde la diversidad no sea vista como una amenaza, sino como la verdadera esencia de la vida”.

Agregó: “Crecí en un vínculo estrecho con la tierra, un vínculo ancestral transmitido de generación en generación. Mi familia me enseñó que la tierra es nuestra madre. Que la diversidad de lenguas, sonidos y miradas es la raíz de nuestra felicidad”.

Así, hizo un llamado “a dejar de ver a los pueblos indígenas como una carga y comenzar a reconocerlos como guardianes de la biodiversidad. Y portadores de una sabiduría ancestral que puede ayudarnos a reconstruir el equilibrio perdido”.

Democracia destructora

La académica del Departamento de Educación de la Usach realizó también una reflexión sobre la democracia.

“Tal como la conocemos hoy, está atrapada en una noción de progreso que destruye a los demás. Destruye a los pueblos, a los bosques, a los mares, a los ecosistemas. Nos ha llevado a nuevas formas de desequilibrio, a crisis climáticas, pandemias y enfermedades psíquicas”, argumentó.

Y prosiguió: “Las democracias de los siglos XIX y XX, con su eurocentrismo, impusieron modelos de desarrollo que despojaron a los pueblos y generaron la extinción masiva que enfrentamos hoy. Esto debe cambiar, y debe cambiar ahora. La democracia y sus modelos económicos deben nutrirse de las sabidurías indígenas, de sus lenguas y filosofías, para poder defender la vida en su totalidad. Porque las lenguas indígenas son el futuro de la humanidad”, concluyó.