El nuevo papelón internacional del fútbol chileno
La Copa Libertadores y la Copa Sudamericana desnudaron una vez más la absoluta y vergonzosa mediocridad de nuestros clubes representativos. Excepto Unión La Calera, que hizo un papel digno, y algún relumbrón de Palestino, los demás dieron pena, protagonizando de paso más de algún papelón. Este sistema de Sociedades Anónimas Deportivas ha resultado un absoluto fiasco, y más que nunca se hace imprescindible que las autoridades le metan mano.
Con la previsible eliminación de Universidad Católica de la Copa Sudamericana, a manos de Independiente del Valle de Ecuador, el fútbol chileno bajó una vez más el telón a una participación internacional que, como viene siendo costumbre desde que los clubes fueron usurpados a sus hinchas para transformarlos de Corporaciones de Derecho Privado sin fines de lucro en Sociedades Anónimas Deportivas, fue sencillamente desastrosa.
La victoria “cruzada” por 3 a 2, en el encuentro de revancha, fue tan inútil como se presumía, luego de la lapidaria derrota sufrida en Quito por un escandaloso 0-5 que, como lo reconoció el propio técnico Quinteros, hasta pudo ser mayor.
Alcanzamos, al comienzo, a forjarnos una ilusión. Una victoria por aquí, algún empate meritorio por allá, y pensamos que esta vez al menos, en los torneos internacionales, nuestro fútbol podría ponerse a la altura de otros tiempos, cuando nuestros clubes, además de competitivos, rozaban la gloria y hasta la alcanzaban en un par de oportunidades.
Escuchando a nuestros sesudos analistas de los principales medios de comunicación y debate, la mayoría ex futbolistas devenidos en comentaristas como “expertos”, nuestra tenue ilusión hasta se reforzaba. “Ya se está viendo el cambio positivo de contar ahora con torneos largos. De partida, hay más estabilidad y, producto del nuevo calendario, nuestros clubes tuvieron esta vez el tiempo de preparación que antes no habían tenido. Esas mejores pretemporadas están dando sus frutos”.
Todo, sin embargo, se vino abajo como cualquier promesa de político. Y con estrépito mayor cuando esas promesas las hace un Presidente.
En Copa Libertadores, Universidad de Chile ni siquiera alcanzó a competir, al paso que Universidad Católica -campeón vigente- era incapaz de superar la frase de grupos, situación que también vivía quien, en la tabla de posiciones del torneo pasado, había ocupado la segunda casilla: la Universidad de Concepción.
Al cabo, lo más meritorio para quienes gustan ver el vaso medio lleno, o lo menos vergonzoso, para los que lo ven medio vacío, había corrido por cuenta de Palestino, que para meterse en la fase de grupos, como campeón de la Copa Chile, había debido superar dos vallas previas, ninguna de las cuales era cómoda o fácil para los actuales parámetros de nuestro mediocre fútbol.
El cuadro árabe, ya instalado en la fase de grupos, al menos dio pelea, cumpliendo un papel que podría calificarse como bastante digno. Sin embargo, tampoco alcanzó a clasificar, logrando -al igual que Universidad Católica-, el consuelo de pasar a participar en la Copa Sudamericana.
Nótese que decimos “participar”. El término “competir” les está quedando grande desde hace mucho tiempo a los clubes de nuestro fútbol.
Para la historia de esta versión copera de 2019 de la Copa Libertadores, estos fueron los números:
Universidad de Chile dijo adiós en la fase clasificatoria, que lo emparejó frente al discreto Melgar peruano. Cayó 0-1 en Arequipa y en la revancha en el Estadio Nacional no pudo con su mediocridad y sus miedos: ante 40 mil personas empató 0-0 y de esta no se pudo culpar a Arias, puesto que en la banca azul continuaba Frank Kudelka.
Universidad Católica debutó en Asunción, frente a Libertad, y de entrada recibió dos cachetazos. Perdió 1-4 y, aunque luego venció en San Carlos 2-1 a Rosario Central y 1-0 a Gremio, terminó hipotecando sus posibilidades al caer nuevamente frente a Libertad, esta vez en San Carlos, por 2-3. El pobre empate a 1 en Rosario, ante el peor cuadro “canalla” de los últimos tiempos, no le alcanzó. Debía ir a buscar la clasificación a Porto Alegre, con la obligación de ganar a Gremio, y el lánguido 0-2 en contra fue la expresión más certera y fiel de la diferencia de recursos que hubo entre ambos.
Universidad de Concepción tuvo partida de caballo inglés y llegada de matungo. Le ganó 5-4 a Sporting Cristal en el “Ester Roa” penquista y luego fue a empatarle 1-1 al siempre fuerte Olimpia. Y sería todo, porque luego no pudo con Godoy Cruz en casa (0-0), fue a caer por 0-2 con Sporting Cristal en Lima y cerró la serie perdiendo en Mendoza frente a Godoy Cruz (0-1).
Los puntos logrados no le dieron ni siquiera para clasificar como tercero a la Copa Sudamericana.
Palestino es un caso aparte.
Para meterse en la fase de grupos debió superar dos vallas a las que no llegó, en ningún caso, como favorito.
Tras empatar 1-1 con el Independiente de Medellín en Santiago, fue a Colombia para repetir el marcador. En los penales, sin embargo, los “tricolores” fueron más certeros e, imponiéndose por 4-1, obtuvieron el derecho a seguir peleando.
Debió el cuadro de Basay viajar a Córdoba, para enfrentar a Talleres, y el 2-2 registrado le daba la primera opción para ganar la llave y meterse en la fase de grupos, que en plata significaba algo así como 1,6 millón de dólares, más recaudaciones. En San Carlos, Palestino se impuso 2-1, dejando a sus hinchas más que felices y a los dirigentes con una sonrisa de oreja a oreja.
En la fase de grupos, Palestino hizo lo que pudo, dentro de sus posibilidades. Debutó perdiendo 0-1 frente a Internacional de Porto Alegre, en San Carlos, y luego viajó hasta Buenos Aires para enfrentar a RiverPlate en un Estadio Monumental desierto, por el castigo de dos partidos que aún pesaba sobre los “millonarios” luego de la agresión al bus de Boca, y rescató un angustiante 0-0.
Ganándole claramente a Alianza de Lima (3-0) en el Monumental albo, Palestino alcanzó a ilusionarse. Pero esa ilusión duró poco: en Porto Alegre cayó 2-3 y 0-2 ante River, en el reducto albo. El postrer triunfo en Lima, frente a Alianza (2-1), le sirvió al menos el paso a la Copa Sudamericana.
En este torneo, de claro tono menor, las cosas para el fútbol chileno no fueron mejores. Al contrario: todo empeoró.
Partamos por los que a este certamen llegaron de rebote: Universidad Católica y Palestino.
Nuestro flamante campeón, y por añadidura puntero del campeonato, fue a Quito para llevarse un papelón de aquellos ante Independiente del Valle. Vapuleado por 5-0, Universidad Católica debe haber tomado el partido de revancha en San Carlos como un claro compromiso al que de mil amores no hubiera asistido de poder elegir tal alternativa. El 3-2 de la vuelta, ante un cuadro en inferioridad numérica desde el minuto 23, fue apenas un saludo a la bandera, un triste canto de cisne.
En cuanto a Palestino, se desinfló claramente. No sólo viajó a Venezuela para caer por 1-2 frente al Zulia, sino que en la revancha, disputada en el Estadio Nacional, volvió a perder, esta vez por 0-1.
Colo Colo no lo hizo mejor en Copa Sudamericana. Sembró ilusiones al derrotar por la mínima a la Universidad Católica de Quito, pero cayó increíblemente, también por 0-1, en la revancha disputada en el Monumental. Y la tanda de penales resultó desastrosa para los albos. Fallaron desde los doce pasos Paredes, Zaldivia y Parraguez, mientras los ecuatorianos convertían tres de cuatro.
A otra cosa, mariposa.
Deportes Antofagasta, debutante en estas lides, hizo lo que pudo frente a un rival indudablemente de fuste: Fluminense. Empató sin goles en el “Calvo y Bascuñán”, pero en Río no pudo y el 1-2 final lo mandó tempraneramente a preocuparse sólo del Campeonato Nacional, donde ocupa las últimas posiciones.
Unión Española, no cabe duda, fue otro chasco. Y es que si el perder está siempre dentro de las posibilidades, el cuadro hispano en esta pasada mostró poquísimos recursos. Ni hablar de jerarquía.
Empató 1-1 con el ignoto cuadro ecuatoriano Mushuc Runa en el Santa Laura, para luego repetir el marcador en el estadio Bellavista, de Ambato. Desde los doce pasos, los jugadores hispanos fueron un poco más certeros, logrando la clasificación a la fase siguiente por 6-5.
Pero hasta ahí duró el impulso. Frente al Sporting Cristal, Unión Española fue goleada de ida y vuelta mediante marcador idéntico: 0-3.
Dejamos para el final de este triste recuento a Unión La Calera, debutante absoluto en las ligas internacionales. Y es que lo que hizo el cuadro “cementero” no da desde luego para ir a celebrar a Plaza Baquedano, pero constituye, sin lugar a dudas, lo único realmente meritorio del fútbol chileno a nivel internacional en este año.
Comenzó su participación igualando sin goles como local frente al Chapecoense, pero cuando todo parecía ponerse cuesta arriba, empató 1-1 como forastero, pasando a la segunda fase por el gol de visitante.
Contra todos los pronósticos, venció por 1-0 al linajudo Atlético Mineiro en el “Nicolás Chahuán” y a Belo Horizonte no fue precisamente a “hacer el loco”. Cayó por el mismo marcador y sólo la tanda de penales le quitó un sueño que fue muy lindo mientras duró.
Unión La Calera, de nuestros ocho representantes coperos, era el más indicado -por tradición y por recursos- para protagonizar papelones. No fue así: frente a cuadros brasileños, lo que no es poco decir, el elenco “cementero” se manejó de tú a tú.
Como sea, el balance no puede ser más desolador y más triste.
En Copa Libertadores los cuadros nacionales (Universidad de Chile, Palestino, Universidad de Concepción y Palestino), disputaron un total de 24 partidos, considerando los de fases previas y los grupos, consiguiendo seis triunfos, nueve empates y nueve derrotas.
En Copa Sudamericana (Colo Colo, Unión Española, Deportes Antofagasta y Unión Calera, más Universidad Católica y Palestino), jugaron un total de 16 partidos, con un balance de tres triunfos, cinco empates y ocho derrotas.
Total del balance internacional 2019 de los ocho cuadros con mejor figuración en nuestro alicaído torneo casero: en 40 partidos, ganaron 9, empataron 14 y perdieron 25. En cuanto a goles, convirtieron 38, contra 57 recibidos en sus arcos.
Nada, en todo caso, que pudiera sorprendernos. Mucho menos cuando viene siendo lo habitual, una desoladora costumbre.
El arribo de las Sociedades Anónimas Deportivas no ha hecho más que confirmar, año a año, su impronta de sistema tan nefasto como corrupto. La consagración de la U como campeón de la Copa Sudamericana, en 2011, no puede esgrimirse como argumento a favor de este esperpento. Sencillamente porque constituye la excepción, no la regla.
Esa misma generación azul llegó a semifinales de la Copa Libertadores. Como decían nuestros abuelos, fue otra golondrina que no hizo verano.
Y es que lo deportivo pasó a segundo plano. A los regentes sólo les interesa lucir números azules, no importa que se consigan con gestiones pobrísimas, cuando no inexistentes. Para eso está el Canal del Fútbol. Y aunque a estas alturas ya tienen claro que el fútbol en Chile no constituye un negocio para llenarse los bolsillos de plata, como lo son la previsión, la salud o la educación, siguen aferrados a un juguetito que les da figuración pública y contactos para hacer negocios en otros rubros.
Nuestro fútbol a nivel de clubes es el peor de Sudamérica. Y si no lo es, pasa rozando. En esta mediocridad, nos compiten codo a codo los bolivianos. Ecuatorianos, peruanos y venezolanos cuentan con equipos más competitivos y más dignos.
Y ya que a los regentes de los clubes esta evidente mediocridad los tiene sin cuidado, ¿cuándo las autoridades del país se van a preocupar de cambiar esta estructura que ha resultado un rotundo fracaso? ¿Cuándo se van a aburrir de que esta manga de frescos e ineptos les metan una y otra vez el dedo en la boca, estafando una y otra vez al Fisco y eludiendo reiteradamente impuestos?
El sistemita, tal como está, no da para más. Ahí están los repetidos papelones internacionales de nuestros clubes para demostrarlo.