Fernando Ugarte: el cura que usó la guitarra como arma de lucha
En Roma, donde vivió mayormente su exilio, falleció a los 91 años de edad el religioso que abrazó la causa social desde la música.
–“Tú eres la oveja negra de la familia”-, le dijo en su infancia un tío.
–“El problema es que yo no soy oveja”-, le respondió.
Fernando Ugarte fue siempre así, un rebelde en todos los campos en que decidió involucrarse hasta que su vida se extinguió en Roma, Italia, el pasado 1 de diciembre.
No alcanzó la fama ni el reconocimiento de los mayores nombres de la Nueva Canción Chilena (NCCh). Sin embargo, su figura ocupa un sitial propio como exponente musical de la vinculación de vastos sectores del cristianismo con los cambios sociales vividos por el país a partir de los años 60.
Comprometido con esas transformaciones, Ugarte transitó desde la vereda religiosa hasta la del compromiso social y político afirmado en la guitarra y en su talento compositor sustentado en los ritmos folclóricos que conoció en sus vivencias infantiles y adolescentes en zonas campesinas cercanas a Santiago.
“De niño fui un cantor un poco agresivo”, se autodefinió en una entrevista en 2012.
Seminarista y músico
Sus primeros pasos musicales los dio ya en su época de seminarista en el Seminario de la Congregación de los Sagrados Corazones, en Los Perales, en el valle de Marga Marga, Región de Valparaíso. En ese recinto, y al amparo del Concilio Vaticano II, que exhortó a la Iglesia Católica a comprender y comprometerse con la realidad, desacralizando también las misas, fundó en 1959 el conjunto litúrgico Los Perales junto con sus compañeros Andrés Opazo, Fernando Etchegaray, Javier Cerda y Gonzalo Valdivieso.
El grupo contó con la colaboración compositora del sacerdote Esteban Gumucio, superior del seminario, poeta y posteriormente fervoroso defensor de los perseguidos políticos durante la dictadura y creador de los versos de la “Cantata de los Derechos Humanos”, en 1978.
Discos religiosos
Usando la música de raíz folclórica como base para su mensaje religioso, el grupo grabó en los tres primeros años de la década del 60 igual número de discos larga duración en el sello Philips. El primero se llamó “Guitarras y voces del señor” (1960), el segundo llevó por título “Guitarras de campo y cielo” (1961), y el tercero fue “En carreta de arreboles” (1962).
Pero Ugarte no participó en ninguna de esas producciones. A poco andar, el grupo tomó la decisión de que él no siguiera debido a que su poderoso registro de barítono no cuajaba con el sonido vocal que Los Perales querían para el conjunto.
De lleno en la Nueva Canción Chilena
Una vez ordenado sacerdote en 1960, Ugarte salió del Seminario. Experimentó en esos años un cada vez mayor compromiso con los cambios sociales que vivía el país. De regreso en Santiago, tal como les ocurrió a otros católicos, esa comprensión de la realidad le llevó a cuestionarse su condición sacerdotal.
Hasta que en 1970 decidió colgar los hábitos e involucrarse directamente con las fuerzas de izquierda que conformaban la Unidad Popular. Igual alejamiento de la carrera sacerdotal siguieron en esos tiempos otros dos miembros de Los Perales, Andrés Opazo, en 1969, y Fernando Etchegaray, con posterioridad.
Ugarte fue parte de los músicos que, como Ángel Parra y Payo Grondona, ingresaron o mantuvieron estrecho vínculo con el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU). Con el primero tomó contacto ya en la mitad de los años 60, cuando el hijo de Violeta había fundado la Peña de los Parra. Esta cercanía la tuvo también con el locutor radial y gestor cultural René Largo Farías, creador de la peña Chile ríe y canta.
Música comprometida
Inmerso en ese ambiente, y asumido como solista y compositor, Ugarte grabó sus propios discos, “Coplas de la verdad” (RCA, 1965), “¡Qué importa mi nombre!” (EMI Odeón, 1967) y “Réquiem” (EMI Odeón, 1970), producción esta última en la que participaron sus ex compañeros de sacerdocio Opazo y Etchegaray.
En todos los discos quedó plasmada su postura a favor de los pobres y los cambios sociales. Temas como “Cueca larga del pueblo”, “Derribando barreras”, “Ando buscando un camino”, “Canción de libertad”, “Como si fuera pan duro” y “Réquiem”, entre muchos otros, son prueba de ello. “Réquiem” lo presentó en 1970 al Segundo Festival de la Nueva Canción Chilena.
Una postura indeclinable
Su inserción en este movimiento fue plena. Especialmente, en el espectro de artistas proclives o derechamente adscritos al MAPU. En 1971 este partido editó un disco homenaje al primer año del gobierno de la Unidad Popular. Su título fue “Se cumple un año ¡¡¡y se cumple!!!” e incluye audios de Salvador Allende y su dedicatoria manuscrita en la contraportada.
Junto a consagrados como Patricio Manns, Ángel Parra, Payo Grondona y El Temucano, aparece Ugarte con la canción “Décima por una traición”, donde critica el rol de la oligarquía a lo largo de la historia. El disco fue reeditado en 1973 por el sello La Semilla, también del MAPU, bajo el nombre de “¡Chile va!”. Entremedio, en 1972, Ugarte se convirtió en artista del sello Dicap, del Partido Comunista, y grabó un single con los temas “El amor, un caminar” y “Volando”.
La crítica social
Ugarte mantuvo en esos años posturas tajantes en contra de las cúpulas, eclesiásticas o políticas. Particularmente le parecía insuficiente la doctrina marxista para comprender y hallar soluciones a las injusticias sociales del llamado Tercer Mundo. Fue un músico que no pasó inadvertido.
La raíz religiosa que sustentaba su inconformismo social concitó el interés de figuras de la NCCh, como Rolando Alarcón y Víctor Jara.
Exiliado en Italia
Después del Golpe, Ugarte partió al exilio junto a su familia. Tuvo una breve estada en Costa Rica tras la cual se radicó en Italia. Sin la profusión discográfica anterior, continuó creando y aportando a la lucha por la recuperación de la democracia en Chile. En Roma se sumó por dos años a una gira de la obra de teatro musical “¡Tango bárbaro!”.
Su involucramiento musical en el movimiento de resistencia no pasó inadvertido. Otros artistas chilenos lo reconocieron incorporándolo en sus producciones, ya sea como instrumentista o grabando alguna de sus creaciones.
Un ejemplo de ello fue la cantante lírica exiliada en Italia, Inés Carmona. Ella hizo participar a Ugarte como guitarrista en su disco “Libera ieri ed oggi prigioniera” (“Ayer libre y hoy cautiva”), publicado en Italia en 1974 por el sello Cetra.
Asimismo, el trío chileno Caracol, exiliado en la República Federal Alemana, incorporó el tema “Canto de libertad” en su disco “Lateinamerikanische Lieder”.
Más creaciones
En 1976 Ugarte grabó un disco propio. Se trató de un single para el sello Derby con los temas “El burro del aguatero” y “A Víctor Jara”. La portada del disco muestra la caricatura de un militar con silueta y rostro simiesco.
Posteriormente, participó en un disco grabado por chilenos exiliados en Bélgica, mayoritariamente estudiantes en la ciudad de Lovaina la Nueva, bautizados como Los de la vuelta: en el grupo estaba su ex compañero en Los Perales, Andrés Opazo, quien había salido de Chile en 1973, poco después del Golpe.
La producción se llamó “…¡A la vuelta!”, fue grabada por el sello Loica y lanzada en 1979. Su motivación fue expresar el anhelo del regreso a la patria a seis años del Golpe de Estado. Ugarte aportó cuatro canciones: “El extraño”, “Humo ladrón”, “A Víctor Jara” y “A la vuelta”.
Ya en democracia, Ugarte viajó varias veces a Chile. En 2012 se reencontró discográficamente con su país al grabar para el sello Oveja Negra el CD “La yerba del clavo”, en el que retomó la raíz campesina de sus primeras creaciones.
Fue el último tributo a la cultura nacional del religioso que eligió el canto como arma de lucha social.