Lesionados del alma
Durante los días previos al superclásico recalqué a todo quien me tocara el tema que mi preocupación de fondo era el partido contra Paraguay. Mi mente estaba enfocada en el Monumental, sí, pero cuatro días después de la fecha que motivaba a albos y azules.
Increíblemente, pudiendo haberlo evitado al calendarizar este segundo semestre, la ANFP programó el partido más importante de estos torneítos locales casi en la víspera del duelo que puede marcar el futuro del fútbol chileno por ser el inicio de una trilogía de encuentros en el papel más que accesible para sacar pasaportes a Rusia 2018.
¿Habrá en el mundo otros ejemplos de tamaña autoflagelación?
No lo sé. Y la verdad es ocioso averiguarlo.
Lo cierto es que la dirigencia ultra planificadora de Arturo Salah expuso a tres seleccionados seguros y a un número similar de elegibles a lesionarse ad portas de la durísima batalla que habrá que librar contra los guaraníes.
Sobre todo me inquietaba lesiones de dos titulares fijos por trayectoria y rendimiento con la camiseta de la Roja. Que les ocurriera algo así a Gonzalo Jara y a Jean Beausejour era una de mis pesadillas.
Afortunadamente ambos salieron con sus piernas indemnes de un partido que por su tensión y animadversión se presta para lesiones musculares o entradas descontroladas que a más de alguno anteriormente ha dejado fuera de combate.
Lo que no imaginé es que ambas prendas de garantía jugarían tan horriblemente mal ayer domingo, al punto que ahora es legítimo preguntarse cuál será su estado de ánimo para la batalla decisiva de este jueves.
Jara guardó silencio. Es que lo suyo fue un canto al desequilibrio emocional. Un descontrol que lo llevó a cometer repetidos errores, entre los cuales su resbalón del tercer gol albo solo fue la guinda de la torta. Ya en el albor del partido un mal pase suyo casi terminó en gol del Pajarito Valdés. Y fue el mismo añoso y talentoso atacante albo el que lo sacó a pasear para convertir el segundo.
Beausejour -como es su costumbre- dio la cara y reconoció no haber estado a la altura de la camiseta azul. Extraño lo suyo: en Colo Colo, donde confesó haber “sido feliz”, el haitiano-mapuche fue un león en los superclásicos que disputó. Anotó dos veces en dos duelos en que su despliegue y categoría fue decisiva para los triunfos blancos.
Con la camiseta azul ha sido diferente. Solo él sabe qué ha pasado por su mente como para bajar tanto su rendimiento en los superclásicos jugados del lado del león.
El caso es que restando ahora tres días para el partido clasificatorio dos titulares fijos deberán hacerse un genuino lavado de cerebro para enfrentar a los paraguayos (maestros en el arte de descontrolar a sus adversarios) habiendo recuperado la confianza en sí mismos y volviendo a ser aquellos jugadores de excelencia que tanto han dado al fútbol chileno.
Es cierto, sus físicos están intactos. Ojalá que sus espíritus lleguen igual.
Al menos, las primeras fotos difundidas del entrenamiento de este lunes en Pinto Durán los muestran a ambos sonrientes.
Que no sea de los dientes hacia afuera.