YO LO VIVI: Estaba en Ñuñoa cuando nació el Superclásico

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Por Julio Salviat
Actualizado el 26 de agosto de 2017 - 9:44 pm

Universidad de Chile vs Colo Colo

Las rivalidades de entonces eran claras: Colo Colo-Magallanes, Audax Italiano Unión Española, Everton-Wanderers, Universidad Católica-Universidad de Chile. No había más. Incluso, la relación de albos y azules era afectuosa porque los dos querían ganarles a los cruzados, una especie de enemigo común.

Esa “hermandad” terminó abruptamente el 3 de noviembre de 1959. Se puede decir que, desde esa noche, albos y azules nunca más se miraron como amigos. Su rivalidad llegó al límite de quedarle chica la condición de clásico. Eso quedó para padre-hijo, las colonias, las vecindades y las universidades. Lo de Colo Colo y la “U”, a partir de entonces, fue Superclásico.

No se preveía que el asunto terminara así. La confrontación entre ellos no causaba mayor revuelo. Era un partido más de campeonatos en que normalmente los albos se movían en las alturas, mientras los azules miraban desde abajo. Y 1959 no era excepción: cuando se enfrentaron en su partido correspondiente a la primera rueda, Colo Colo era puntero con cinco puntos más que Universidad de Chile, que estaba cuarto. Esa diferencia, con el puntaje de hoy, sería de siete puntos.

La tibieza de la confrontación se reflejó en la asistencia: 25.914 espectadores para una reunión doble dominical que tenía un preliminar atractivo y que terminó con feroz goleada de Magallanes sobre la UC por 5 a 1.

Hay fotos que atestiguan conversaciones amables de los protagonistas antes del partido y en el descanso, y abrazos afectuosos después de la brega. El resultado los dejó conformes a las dos hinchadas, que convinieron en que era los más justo. Dos a cero iba ganando Colo Colo cuando se fueron al descanso, con dos goles de Juan Soto, “el Niño Gol” de la época. Dos a dos estaba el marcador cuando se escuchó el pitazo final, con dos misilazos de Leonel Sánchez, el artillero de esos años.

La segunda rueda mostró notorio crecimiento en el equipo azul: ganó 11 de los 13 partidos que disputó. Sólo empató uno (1-1 con Everton) y perdió otro (0-1 con Magallanes). Y, a la vez, hubo cierto decaimiento en el cuadro blanco, que ganó ocho, igualó dos y cayó tres veces. Eso permitió que las distancias se acortaran a dos puntos. Y así, cuando se enfrentaron el 3 de noviembre por la penúltima fecha de la segunda rueda, un triunfo albo permitiría una vuelta olímpica inmediata, un empate prolongaba el suspenso hasta la jornada siguiente y una victoria azul daría paso a un partido de definición si ambos ganaban su último compromiso.

Estaba tibia esa noche. El preliminar (a cargo de Palestino 0, O’Higgins 2) se hizo eterno. Días antes se había disputado el Clásico Universitario, que la “U” había ganado 4-3 y que de alguna manera pudo hacer distinta la historia: a los cruzados se les anuló un gol legítimo que puso significar el empate cuando Luis Eyzaguirre bloqueó dentro de su arco un remate de Osvaldo Pesce que había superado al arquero René Pacheco. La controversia causada por el despiste del árbitro hizo que el ente regulador, llamado entonces Asociación Central de Fútbol, determinara que el encuentro fuera dirigido por un juez argentino.

El designado fue Luis Ventre. Cuando dio el pitazo inicial habían pagado su entrada 41.349 espectadores, la asistencia más alta de ese año después de la del Clásico Universitario nocturno y con barras.

Dos a cero estuvo en ventaja Colo Colo hasta muy avanzado el primer tiempo. Bernardo Bello y Enrique Hormazábal concretaron la abierta superioridad de los dirigidos por Flavio Costa, renombrado entrenador brasileño, sobre los pupilos de Luis Álamos. Antes del descanso, un par de incidencias le dieron rumbo nuevo al partido: el descuento azul, obra de Osvaldo Díaz, justo en el momento en que Cuacuá Hormazábal acusaba un tirón en el muslo.

Alentado por la igualdad conseguida por Leonel Sánchez mediante lanzamiento penal, el conjunto azul asumió por primera vez el dominio del campo e hizo trabajar a Misael Escuti, el legendario arquero colocolino. Pero duró poco esa supremacía. El trajín causó estragos en los jugadores más jóvenes de la “U” y seis de ellos tuvieron que ser atendidos por calambres.

Esas interrupciones hicieron que el árbitro agregara seis minutos de recuperación cuando se cumplió el tiempo reglamentario. Y cuando faltaban segundo para que soplara el pitazo final, Luis Ventre sancionó un tiro libre a favor de los azules. Lo sirvió Leonel desde un costado del área, por el sector izquierdo. La pelota se elevó y cayó casi en picada en el área chica. Escuti se elevó, y sus manos llegaron a la pelota bastante más arriba de las cabezas de quienes arremetían (Carlos Contreras, Alfonso Sepúlveda y Carlos Campos). Inexplicablemente, la pelota resbaló entre sus dedos y cayó a los pies del “Tanque”, que la conectó con su característico oportunismo.

Fue un 3-2 inesperado y épico para los azules. Con esa victoria quedaron igualados en puntaje. Le quedaba una valla a cada uno. La “U” la sorteó goleando 5-0 a Unión Española en Santa Laura. Y Colo Colo la saltó venciendo 2-1 a Everton en el estadio El Tranque.

De este modo debieron disputar un encuentro definitorio. Lo ganó la “U” 2-1 y se quedó con el título.

Esa noche del 11 de noviembre de 1959, el Superclásico dio su primer berrido después de nacer en el partido que se había disputado el 3 del mismo mes cuando lo vi en la galería sur, debajo del tablero marcador, y quedó grabado ente los mejores recuerdos de mi juventud.

 

PORMENORES

3 de noviembre de 1959

CANCHA: Estadio Nacional.

PÚBLICO: 41.349 espectadores.

RECAUDACION: $ 20.400.050.

ÁRBITRO: Luis Ventre, de Argentina.

U. DE CHILE (3): Carlos Pacheco; Luis Eyzaguirre, Carlos Contreras, Hugo Núñez, Sergio Navarro; Ernesto Álvarez, Alfonso Sepúlveda; Braulio Musso, Carlos Campos, Leonel Sánchez y Osvaldo Díaz. DT: Luis Álamos.

COLO COLO (2): Misael Escuti; Caupolicán Peña, Gastón Guevara, Fernando Navarro, Isaac Carrasco; Enrique Hormazábal, Mario Ortiz; Mario Moreno, Juan Soto, Jorge Toro y Bernardo Bello. DT: Flavio Costa.

GOLES: 16’, Bello (CC); 40’, Hormazábal (CC); 41’, Díaz (U); 54, Sánchez, penal (U); 90+5, Campos (U).