Columna de Carlos Cantero: Chile bajo ataque: La guerra de cuarta generación (II parte)

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Por Carlos Cantero
Actualizado el 24 de febrero de 2024 - 7:31 pm

Ante el fracaso de la exportación revolucionaria al estilo cubano, se han reinventado estos procesos, con nuevos marcos teóricos, pero sin renunciar a la voluntad de desestabilizar a los adversarios y de subvertir el orden social y político.

Por CARLOS CANTERO / Foto: ARCHIVO

En Latinoamérica existen profundas desigualdades sociales, económicas y culturales, con sistemas políticos ineptos, corruptos y alejados de la ciudadanía. Eso genera inestabilidad y debilita la legitimidad de los poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Desprestigia, también, a la democracia y a la política en su conjunto. A esto se agrega la persistente campaña de debilitamiento de las policías y de la inteligencia, y la acción del crimen organizado y del narcotráfico, con la secuela de violencia y corrupción.

Ese ambiente de incertidumbre, inseguridad e inestabilidades, es fecundo para la agitación y para exaltar expectativas ciudadanas. Es en este contexto que se sigue incubando el sueño revolucionario y la ciudadanía se vuelve vulnerable al populismo, a la narcopolítica o a las neodictaduras, estilo Venezuela. 

Así se extiende la Guerra de Cuarta Generación, un nuevo tipo de conflicto, asimétrico, no convencional, sin la tradicional declaración de guerra en plenitud de relaciones diplomáticas y comerciales. Es decir, se realiza desde una estrategia de mismidad, usando poder duro y poder blando, de manipulación comunicacional y subjetiva. Para eso se aprovecha la falta de legitimidad del liderazgo y el grave desconocimiento de este tipo de confrontación.

Si se ignora este modelo o no hay capacidad de contención, como ha ocurrido en Chile, se obtienen efectos muy destructivos. La guerra asimétrica constituye una amenaza a: la autoridad, la legitimidad y la estabilidad de los gobiernos afectados. El doctor Max Manwaring, en su estudio del tema, examina cuestiones claves, como el contexto del esfuerzo estratégico político-psicológico de desestabilización. O componentes claves de la guerra asimétrica de cuarta generación. Y el modelo operativo paramilitar para impulsar un cambio radical en el hemisferio occidental y varias implicaciones de contexto.

Por estos días, en Chile hay múltiples frentes activos en coherencia con este tipo de confrontación, como la transgresión de nuestras fronteras en completa impunidad. También hay derechamente actos de guerra, con distintas motivaciones no convencionales, asimétricas y revolucionarias. Por ejemplo, en el denominado “Conflicto Mapuche”, que está en desarrollo y violento empoderamiento, sumadas a las que describo en la publicación anterior a esta reflexión (ver: https://www.elagora.net/columna-de-carlos-cantero-chile-bajo-ataque-de-la-ineptitud-del-estado-al-crimen-organizado/ ).

En su icónico libro “El Arte de la Guerra”, Sun Tzu señala: “La guerra es una cuestión de vital importancia para el Estado… El camino hacia la supervivencia o la ruina”. De allí la necesidad de definir estrategias de seguridad y organizar a las instituciones -y a la institucionalidad- para abordar el desafío.

Es de vital importancia estudiar la evolución de estos marcos teóricos, los principios de las operaciones que intentan la desestabilización de la democracia, el colapso de la política, de la voluntad de la sociedad y su sentido de comunidad. Saber cómo operan estos neocombatientes, mimetizados en una estrategia de mismidad con la comunidad a la que atacan, mezclados y actuando en la población misma.

Es relevante conocer, asimismo, los efectos e impactos, a mediano y largo plazos, de los conflictos asimétricos, que son guerras igualmente despiadadas.