Australia, la que se atrevió a dar el salto
El rival de este domingo de la Roja dejó un día la cómoda Oceanía para navegar en mares tormentosos, consciente de que solo así progresarían en el fútbol mundial. Mal no les fue
Un salto propio de canguros.
Tal fue el gesto increíble en el mundo del fútbol, donde se sacan ventajas de todo tipo, que hace 12 años protagonizó Australia, el rival de Chile este domingo en el último partido de grupos que jugará la Roja en la Copa Confederaciones.
Aburrida de la debilidad competitiva de Oceanía y las consiguientes y lógicas trabas que le imponía la FIFA para clasificar a los mundiales, Australia pidió formalmente salir de ese continente y ser incorporado a Asia.
De ese modo, razonaron los australianos, progresarían al enfrentar a rivales de mayor peso y ya no tendrían que disputar duros duelos de repechaje, generalmente contra rivales sudamericanos, que solían terminar mal para ellos.
En 2006 lograron que la FIFA aceptara su solicitud y desde entonces les cambió la vida. Medirse habitualmente con Japón, China, Corea, Irán, Irak y las ex repúblicas soviéticas de raíz asiática no es lo mismo que hacerlo con Tahiti, Islas Salomón o, peor, con Tonga y Samoa Americana, a los que golearon 22-0 y 31-0 en las clasificatorias mundialistas para el Mundial de 2002. Fueron récores que difícilmente alguna selección igualará alguna vez pero que para Australia ningún reporte les significaba.
Lo sabían por experiencia. En el repechaje para el Mundial de 1994 los eliminó Argentina que les encajó un estrecho 1-0 en Buenos Aires para dejarlos en el camino. Cuatro años más tarde los eliminó Irán y para Corea-Japón 2002 los doblegó Uruguay.
Curiosamente, la única vez que superaron esa barrera fue en el repechaje de despedida rumbo a Alemania 2006. Otra vez les tocaba con los charrúas, pero ahora fueron, impensadamente, ellos los triunfadores.
Un adiós más que digno de Oceanía. En adelante han debido extremar recursos para salir airosos contra adversarios de mejor pelo. Les ha ido bien. Clasificaron –ya sin necesidad de repesca- para Sudáfrica 2010 y Brasil 2014 y fueron los campeones de la Copa de Asia 2015 jugada como locales.
Pero este afán de superación a través de decisiones de peso no lo demostró solo con su alejamiento de Oceanía. Ya lo había preanunciado en la década de los 90 con la elaboración de un plan formativo y de apertura al mundo del fútbol que le significó un acercamiento a Sudamérica, incluyendo a Chile.
Cualquiera de los seleccionados infantiles y juveniles de aquella época puede dar fe que todos los años disputaban partidos con sus similares australianos en Pinto Durán y estadios menores. Así se fueron haciendo cada vez más fuertes.
Fue un intercambio con más ramajes. Por ejemplo, la llegada a nuestro país de jóvenes nacidos en Australia pero de padres chilenos. Fue el caso de Marcelo Peña (1975), aquel volante que debutó en Audax Italiano y llegó a ser preseleccionado chileno adulto para Francia 98. También el de Dion Valle (1977), el duro zaguero emergido en Colo Colo y mundialista sub 17 en 1993. Igualmente nacido en 1997, Andy Vargas compartió con Valle, Tapia, Neira, Arrué y Henríquez en una magnifica seria alba. Vargas, sin embargo, no debutó profesionalmente en Chile, sino que en Australia, a la que se devolvió para jugar junto a su hermano en primera división. Nick Carle, otro de origen chileno, no militó en equipos nacionales, pero visitó frecuentemente el país como seleccionado infantil y juvenil australiano.
Se trató de una relación debilitada después. El intercambio cesó, pero no es descartable que en cualquier momento aparezca en alguna nómina australiana algún hijo o incluso nieto de chilenos. Como ocurrió en esta Copa Confederaciones con el neozelandés Marco Rodrigo Rojas, nieto de un niño chileno que dejó el país junto a sus padres tras el Golpe Militar y que ya de adulto procreó a este pequeño delantero que pone las pocas gotas de habilidad en un conjunto lleno de jugadores que más parecen rugbistas.
En todo caso, el aporte migrante a la selección socceraa (conjunción de soccer y kangaroos) ha provenido más bien de croatas e italianos, las principales colonias extranjeras en esa isla.
Ese era el tono de la primera selección australiana que en enfrentó a una similar chilena. Fue ese lamentable 0-0 en Alemania 74, bajo un diluvio que literalmente embarró el mejor juego chileno y lo privó de pasar a segunda fase. Era mucha la diferencia entre ambas selecciones y en condiciones normales Chile hubiese ganado sin gran apuro.
Pese al progreso australiano la hegemonía chilena ha sido irrebatible. En 1996, 1998 y 2000 hubo tres amistosos, todos ganados por la Roja. Lo mismo que el segundo partido trascendente disputado entre ambas, en el último mundial de Brasil.
También venció Chile, con un 3-1 mentiroso. Porque pese a la superioridad del equipo de Sampaoli tras el 2-0 parcial gracias a goles de Sánchez y Valdivia, vino el descuento del goleador Tim Cahill y una presión australiana que por largo rato hizo temer lo peor. Al final, el gol de Beausejour trajo la calma, la victoria y la confianza que le permitió a la Roja hacer una gran campaña.