[Opinión] Blanco y Negro: el misterioso caso de las entradas a 8 pesos

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Por Eduardo Bruna
Actualizado el 2 de marzo de 2017 - 9:39 am

Mientras los regentes de Blanco y Negro se devanan los sesos para intentar impedir que Colo Colo pierda cuatro puntos por la supina estupidez cometida por su director técnico Pablo Guede, que en la planilla para los encuentros frente a O´Higgins y Deportes Temuco inscribió a Agustín Salvatierra como “preparador de arqueros”, sin serlo, a la concesionaria se le puede abrir otro flanco igual o incluso más sensible todavía: la insólita venta de entradas a 8 pesos para el encuentro del sábado, en que el Cacique deberá recibirá Universidad Católica en el Estadio Monumental.

Porque, ¿de verdad fue un error involuntario, y ahí donde debía decir 8 mil pesos apareció de pura casualidad la risible cantidad de 8 pesitos?

La sospecha surge porque, como ya lo hemos dicho muchas veces, desde la implantación del nefasto, marrullero y tramposo sistema de las Sociedades Anónimas en nuestro fútbol, nos ha tocado ser testigos de todo tipo de tropelías, que van desde la misteriosa desaparición de la Federación Chilena de Fútbol al robo desembozado de miles de millones de pesos que se evaporaron como en un excelso pase de magia, pasando por la evasión de impuestos y la burda estafa que estos señores le hicieron por años al Fisco chileno, es decir, a todos nosotros.

Hacían aparecer a sus series menores como un club aparte, dignas de ser financiada mediante el Sistema de Proyectos Deportivos Sujetos a Franquicias Tributarias que mantiene el Instituto Nacional del Deportes (IND), para ir en ayuda del deporte nacional, pero en ningún caso para sostener negocios de privados.

En otras palabras, quienes regentan a la inmensa mayoría de los clubes nacionales son pájaros de cuentas que han hecho todo lo posible porque no les tengamos ni la más mínima confianza. Con una tenacidad digna de mejor causa, cuando se han visto pillados no han tardado nada en elucubrar nuevas trampas para seguirles sacando dinero a incautos o a otros que, haciéndose los lesos, fueron serviciales cómplices.

Fue así como, una vez que el Estado se percató de que esta plaga de frescos se los estaba pasando olímpicamente por el aro, gracias a las denuncias reiteradas que hizo aquella ínfima prensa independiente del duopolio que maneja la opinión de este país, y les cerró la llave, en cosa de días ya estaban metiéndole el dedo en la boca a varios municipios que, emocionados por contribuir, les pasaron millones y millones de pesos, aunque para ello tuvieran que dejar de pavimentar calles o hacer plazas.

Sucede que esto que ocurrió con Blanco y Negro y sus entradas a precio de ultra liquidación con miras al clásico de este sábado, frente a Universidad Católica, da para pensar y hasta para mirar ya no bajo el agua, sino del alquitrán. No por ser un hecho nunca antes visto, puesto que en más de una oportunidad líneas aéreas, o poderosas tiendas del “retail” nacional, han ofertado pasajes o carísimos artículos electrónicos o tecnológicos a precio de ganga por culpa de un digitador asopado, sino más bien por las coincidencias que envuelven el caso albo.

De partida, llama la atención el que el error del ofertón de apenas 8 pesitos por una entrada se haya producido sólo respecto de la Tribuna Arica. Porque ocurre, estimados lectores, que es ese el sector ocupado tradicionalmente por la “Garra Blanca”, que con su corte de patos malos, vagonetas y más de algún delincuente, ha tenido siempre con el credo en la boca a estos paniaguados regentes, produciéndose una relación simbiótica en que estos mal denominados “hinchas” vociferan, amenazan, aprietan y en ocasiones hasta agreden si no son bien tratados y considerados por la dirigencia.

Por el contrario, esos mismos pelafustanes son capaces de transformarse en mansos corderitos, en admiradores incondicionales y hasta en “guardia pretoriana” gratuita de aquellos regentes que, para evitar cobardes tiritones de pera, los apañan, los alcahuetean y les entregan semana a semana “chicha y chancho”, esto es, entradas y hasta dinero.

¿Van cachando la onda, como dicen los lolos?

Impedidos en lo formal de mantener estos criticables vínculos, muy similares a los que los hampones de la “Ley Seca” en Estados Unidos creaban con empresarios y comerciantes cobrándoles mensualmente por “protección”, es decir, asegurarles que mientras aportaron los dólares suficientes no les iban a descalabrar ningún local, ni menos iban a sufrir un misterioso accidente, nuestros regentes –ingeniosos como son- siguen siendo rehenes de estos patos malos, sólo que cada vez en la forma más clandestina y oculta posible.

Considerando lo tramposos y vivarachos que son estos dignos representantes de nuestras Sociedades Anónimas futbolísticas, ¿qué de raro tendría que el supuesto error de las entradas a 8 pesos no fuera más que una triquiñuela para disfrazar el regalo y mantener felices a estos díscolos patitos malos? “Un error forzado”, diría un entendido en tenis.

Porque tan burdo y grosero fue el error supuestamente cometido como curiosa la reacción de Blanco y Negro.

En lugar de poner el grito en el cielo contra los inconscientes y frescos que movieron rápido sus deditos para comprar boletitos gratis “on line”, en lugar de amenazar con recurrir a otras instancias que cautelaran sus intereses, intentando anular lo obrado, mostraron una resignación mansa que no se condice para nada con su condición de negociantes del fútbol.

Que se sepa, Blanco y Negro, ni ninguna Sociedad Anónima Deportiva, se formó para el fomento de la caridad. Más bien para todo lo contrario.

Líneas aéreas, tiendas del retail en situación similar, no sólo pusieron el grito en el cielo ante lo que calificaron como un aprovechamiento indebido de la clientela, sino que hasta fueron a tribunales con tal de defender hasta el último peso. Algunas veces perdieron y la metida de pata les salió cara, pero en otras también ganaron y, lo que era más importante para ellos, ayudaron a sentar un precedente.

Blanco y Negro no. A lo hecho, pecho, dijeron. Y vamos vendiendo el resto de las entradas a precios estratosféricos para hinchas que, como los de Colo Colo, sudan la gota gorda para llegar ras ras a fin de mes, y si es que llegan con el nivel de sueldos miserable que pagan en este país nuestros sacrificados empresarios.

En fin, que este curioso episodio nos permite realizar todo tipo de elucubraciones. Nada delirante, en todo caso, visto el continuo surgimiento de casos en que, más allá de declaraciones y desmentidos, ha quedado en evidencia el al parecer indestructible vínculo entre “barras bravas” y la regencia de los diferentes clubes.

No ha habido presidente de Blanco y Negro que no haya debido salir al paso, y en más de una oportunidad, para dar explicaciones al verse sorprendidos en este tipo de “relaciones peligrosas”.

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Foto: Claudio Quijada | El Ágora

El actual, Aníbal Mosa, se anota en esa lista. Y antes se anotaron otros, como Carlos Tapia, Hernán Levy y el más connotado de todos: Gabriel Ruiz Tagle.

Porque el primer ministro del Deporte de este país, durante el gobierno de los “excelentes” de Piñera, el 10 de abril de 2012, y frente a las aplastantes evidencias, tuvo que reconocer que Blanco y Negro bajo su presidencia mantenía a cuerpo de rey a los jefes de la “Garra Blanca”, entregándoles entradas gratuitas, algo de dinero para el bolsillo y, en ocasiones, para trasladarlos a estadios de provincias, hasta micros les conseguían.

En “containers” del estadio, incluso les guardaban los lienzos y los bombos.

El inefable “Gabito”, al mismo que se le perdieron definitivamente más de 2 mil millones de pesos de los Juegos Sudamericanos realizados en el país, a fines de febrero y comienzos de marzo de 2014, es decir, justo cuando estaba cerrando la puerta por fuera del ministerio, en su momento explicó que “yo no veía nada malo en eso. Es más, consideraba que era una labor social muy efectiva y muy noble”.

Como se ve, todo un “Padre Hurtado” el hombre…

Resta por ver, sin embargo, si este curioso caso sucedido con Blanco y Negro llama la atención de algún ente “competente”.

Como la ANFP, por ejemplo, aunque ello es altamente improbable, considerando que tiene un lío tan mayúsculo con el caso de las entradas para el Argentina-Chile que esto de Colo Colo es un simple pelo de la cola.

Tampoco querrá pegarse un disparo en los pies, considerando que, de descubrirse algo indebido, tendría que aplicarle a Blanco y Negro las penas del infierno, incluida la pérdida de la categoría. Y además no se me ocurre (en realidad a nadie), que Arturo Salah vaya a ir contra los intereses de Leonidas Vial.

El otro ente que podría meter mano es Estadio Seguro, que a siete años de ser inventada por Piñera para darle una pega bien pagada a un gañán amigo, como Cristián Barra, sigue sin justificar para nada su existencia.

Y es que esto de las entradas a 8 pesos para los nenes de la Garra Blanca se antoja otra turbiedad más de la que nos tienen acostumbradas las Sociedades Anónimas del fútbol chileno.

Parafraseando al “Bombo Fica”, por cierto sin su misma gracia ni picardía, “es sospechosa la gueá…”