Columna de Julio Salviat: La triste historia de los técnicos en las Clasificatorias
Desde 1954 con Luis Tirado, hasta ahora con Nicolás Córdova, sólo cinco han tenido buen pasar en las competencias premundialistas. Bielsa y Sampaoli se llevan los honores, pero también hubo aplausos para Luis Álamos, Luis Santibáñez y Nelson Acosta. Para los demás fue un calvario.
Por JULIO SALVIAT / Foto: ARCHIVO
Marcelo Bielsa dice (y hay que creerle): “Un buen entrenador debe acercar a sus jugadores a su máximo potencial, o descubrirlo. Esa es su principal función”.
“Un entrenador no es mejor por sus resultados ni por su estilo, modelo o identidad. Lo que tiene valor es la hondura del proyecto, los argumentos que lo sostienen, el desarrollo de la idea”.
Ahora que andan buscando a un entrenador que lleve a la selección chilena al Mundial de Canadá, Estados Unidos y México, las autoridades del fútbol deberían fijarse en las palabras del Mesías de la actividad en Chile.
El asunto del entrenador de La Roja es viejo. En toda la historia de las Clasificatorias mundialistas hay cuatro o cinco momentos en que el fútbol chileno saltó sobre la mediocridad. Y coincidieron dos aspectos: un buen técnico y un buen plantel.
LOS BUENOS
Marcelo Bielsa (foto principal) y Jorge Sampaoli se pusieron a la cabeza del rendimiento chileno en momentos de aguas muy turbias. Cuando llegó el rosarino, bajo la inspiración y la osadía de Harold Mayne-Nicholls, el fútbol local valía muy poco; y lo llevó al Mundial de Sudáfrica (2010) después de salir ¡segundo! en las Clasificatorias.
Cuando el casildense se puso el buzo con el escudo, aún se olía el escándalo por las indisciplinas en el grupo que dirigía Claudio Borghi, y llevó a La Roja al Mundial de Brasil, donde cumplió una actuación más que digna, y después fue campeón de la Copa América.
Otros llegaron en tiempos más normales y supieron sacarles brillo a sus jugadores. O descubrirlos, como dice la receta. Uno fue Luis Álamos, que asumió a última hora para recuperar a una selección que se estaba cayendo a pedazos bajo la dirección de Francisco Hormazábal y casi no tenía opciones de ir al Mundial de Inglaterra (1966), y que después desplazó oportunamente a Rudi Gutendorf, que no tenía cómo llevar a Chile al Mundial de Alemania (1974). Años más tarde apareció Luis Santibáñez, que llevó a La Roja al Mundial de España 82 después de clasificar invicto, y sin goles en contra, en un grupo con Ecuador y Paraguay. El otro fue Nelson Acosta, que corrigió los desaciertos de Xavier Azkargorta, y encaminó a la Selección hacia el Mundial de Francia (1998).
LOS PRIMEROS
A Luis Tirado, que fue un gran entrenador y disputó un título panamericano y dos sudamericanos, le correspondió dirigir a La Roja en su primera clasificatoria mundialista. Le fue pésimo en el intento de llegar a Suiza 54, pero no se le puede culpar: perdió los dos partidos con Paraguay, que tenía uno de los mejores equipos de su historia, y los dos con Brasil, que ya era potencia.
Para el Mundial de Suecia 58, Chile no tenía ninguna opción. El escándalo de Lima, en febrero de 1957, dejó sin jugadores al equipo que buscaría cupo en septiembre y octubre de ese año ante Argentina y Bolivia. Esa Selección C, reforzada con tres titulares apenas, le ganó a Bolivia en casa y perdió los tres encuentros restantes. A Ladislao Pakozdy, el entrenador, nadie podía exigirle más.
En 1962 no hubo Clasificatoria para Chile, dirigido por Fernando Riera. Se ganó el puesto como dueño de casa. Para Inglaterra 66 ya se dijo lo que sucedió: Chile estaba colgando después de golear (7-2) a una Selección B colombiana, había perdido (2-0) en Barranquilla con la A. y había igualado con Ecuador en Guayaquil. “El Zorro” asumió con la obligación de ganar el último partido, ante Ecuador, para ir a un partido de definición. Y lo consiguió incorporando jugadores que habían sido ignorados por su antecesor: ganó 3-1 en Santiago y 2-1 en Lima.
Rumbo a México 70, al frente de la Selección estaba Salvador Nocetti, que había realizado un gran trabajo de preparación. Pero nos tocaron los uruguayos, que amedrentaron en Santiago (0-0) y liquidaron en Montevideo (2-0). A Ecuador se le ganó en casa (4-1) y se le empató en Guayaquil (1-1), con un gol de Adolfo “Cuchi Cuchi” Olivares.
Lo de Alemania 74 también está esbozado. Ahí la gracia fue eliminar a Perú (0-2 en Lima, 2-0 en Santiago y 2-1 en Montevideo) para disputar el repechaje con la Unión Soviética. El 0-0 en Moscú lo definió todo, porque los “rusos” no quisieron jugar en Santiago como protesta por haber convertido el Estadio Nacional en centro de reclusión y torturas después del Golpe. Alamos, contra el tiempo, juntó a los mejores de Colo Colo y Unión Española y les agregó a Carlos Reinoso y Alberto Quintano, que se lucían en México, y a Elías Figueroa, que lo hacía en Brasil.
Caupolicán Peña era el técnico cuando se buscó lugar para Argentina 78. Armó un gran equipo con jugadores locales y se le echó a perder con los refuerzos que venían del extranjero. El rival único era Perú, por la deserción de Venezuela, y Chile no fue capaz de ganarle: 0-2 en Lima y 1-1 en Santiago, con el recordado gol de José Muñante en el arco sur del Nacional.
Ya adelantamos lo de Santibáñez. Fue un proceso largo que culminó con unas Clasificatorias brillantes: 0-0 con Ecuador en Guayaquil, la noche que murió el presidente de ese país en un accidente aéreo; 1-0 a Paraguay en Asunción, con el celebrado gol de Patricio Yáñez; 2-0 a los ecuatorianos y 3-0 a los guaraníes en Santiago.
Para México 86 el proceso clasificatorio fue novedoso y enredado. Pedro Morales eligió el plantel y le impuso el buen juego que lo caracterizaba. Pero no alcanzó. En el Grupo inicial, con Ecuador y Uruguay, Chile consiguió un empate en Guayaquil (1-1) y una goleada en Santiago (6-2); ante los charrúas logró victoria en Santiago (2-0) con “el gol imposible” de Jorge Aravena y le bastaba el empate en Montevideo para ir directo al Mundial. Los de la celeste ganaron 2-1 y aún se recuerda el limonazo de Venancio Ramos cuando Jorge Aravena se aprestaba a fusilar en un tiro libre cobrado un minuto antes del pitazo final. Hubo un primer repechaje que Chile ganó ante Perú en Santiago (4-2 en la tarde negra del arquero Acazuzo) y 1-0 en Lima. El pasaje definitivo lo disputó con Paraguay, que ganó 3-0 en Asunción (todo partió con un autogol de Lizardo Garrido) y empató 2-2 en Santiago con un expulsado (Alejandro Hisis) y un penal perdido (Jorge Aravena).
Lo de Italia 90 todavía avergüenza. Después de vencer 3-1 a Venezuela, Orlando Aravena, el entrenador, se pasó de rosca en la confrontación con Brasil en Santiago (1-1) y fue responsable directo de que Chile tuviera que jugar su partido de local con Venezuela en Mendoza (5-0). Lo que sucedió en la revancha con Brasil, en el Maracaná, todos lo saben: farsa de Roberto Rojas, retiro del equipo, eliminado del Mundial de Italia (0-1) y expulsado del siguiente, el de Estados Unidos.
LOS ÚLTIMOS
Chile reapareció en las lides mundialistas buscando cupo en el Mundial de Francia 98. El empate agónico ante Venezuela significó la crucifixión de Azkargorta, que ya había tenido un fracaso sonoro en la Copa América reciente. Nelson Acosta quedó al mando de La Roja, y su mano técnica se notó de inmediato. Era la primera vez que las Clasificatorias sudamericanas se disputaba con un sistema de todos contra todos. Chile clasificó por diferencia de goles sobre Perú, pero tuvo momentos brillantes con Iván Zamorano y Marcelo Salas turnándose para anotar y convertirse en los máximos goleadores de la competencia.
“El Pelao” sabía elegir sus jugadores y se arriesgaba, como cuando citó a Luis Chavarría para que “marcara” a Enzo Francescoli en el partido con Uruguay.
Para el Mundial de Corea-Japón, el del 2002, Nelson Acosta seguía al frente, pero esta vez los resultados fueron negativos. Tras un comienzo mediocre, la Roja venció 3-0 a Brasil, pero cuando se pensaba que retomaba el camino de los triunfos se acabó el vuelito. Tras perder consecutivamente con Colombia (en casa), Ecuador y Argentina (como local), el DT fue defenestrado y su lugar fue ocupado por Pedro García. Y las derrotas continuaron. Después de otros cuatro desastres, Chile igualó 2-2 con Bolivia en el Estadio Nacional y en el partido siguiente cayó por primera vez en su historia ante Venezuela, también en Ñuñoa.
En la revancha con Brasil, la banca estaba ocupada por Jorge Garcés, bajo cuyo mando la Roja cayó 2-0 en ese encuentro y 3-1 con Colombia, para terminar su pobre campaña con un 0-0 ante Ecuador como local, con lo que Chile terminó último en el torneo, con cuatro puntos menos que Venezuela y Perú, que lo antecedieron.
Nuevo técnico había cuando comenzó la Clasificatoria para Alemania 2006. Juvenal Olmos, que había ascendido a Unión Española y le había dado un título a Universidad Católica se hizo cargo de La Roja. Y comenzó muy bien: 2-2 con Argentina en Buenos Aires y 2-1 a Perú en Santiago. Pero de ahí en adelante no hubo mucho para celebrar y fue cambiado tras perder con Paraguay, en Asunción, en la 13ª. fecha. Su reemplazante fue Nelson Acosta, que también tuvo buen comienzo y pésimo final. Desde estas clasificatorias hasta que se recurrió hace algunos días a Nicolás Córdoba, nunca más hubo un chileno a cargo de la Selección.
Marcelo Bielsa se hizo cargo cuando la mirada estaba puesta en el Mundial de Sudáfrica 2010. Y en ese proceso mostró toda su sabiduría: convocó y mejoró a los que se habían lucido en el Mundial Juvenil de Canadá hasta conformar la Generación Dorada que ahora agoniza y encontró valores en los que nadie se había fijado, como fue el caso de Jean Beausejour, que jugaba sin lucimientos en O’Higgins.
Ese equipo le ganó por primera vez un encuentro oficial a Argentina, le metió 4-0 a Colombia y Bolivia, y como visitante le empató a Uruguay y se impuso sobre Bolivia, Venezuela, Perú, Paraguay y Colombia. ¡Háganse esa…!
Claudio Borghi fue el elegido para continuar la era victoriosa cuando Bielsa renunció porque no le gustaba trabajar con gángsters, aunque lo dijo con mayor diplomacia. Y, aparte de que su cosecha fue muy irregular, se vio sobrepasado por jugadores buenos para la farra. Cuando quiso castigarlos por su indisciplina, los dirigentes prefirieron cambiarlo a él. Y pusieron en su puesto a Jorge Sampaoli. El casildense, que había campeonado con la U en los torneos locales y en la Copa Sudamericana, perdió en su debut (0-1 con Perú), pero después ganó 16 de los 18 puntos que quedaban por disputar, y dejó a Chile tercero e instalado en el Mundial de Brasil 2014.
Descubiertos los enjuagues de Sergio Jadue, asumió Arturo Salah como presidente de la Federación y una de sus primera medidas fue terminar la era de Sampaoli, que alcanzó a dirigir tres partidos en las Clasificatorias para la Copa del Mundo 2018.
A cargo de la Selección quedó Juan Antonio Pizzi, que había hecho méritos y ganado campeonatos en Universidad Católica y San Lorenzo de Almagro. La Roja venía con el vuelito del título obtenido en la Copa Centenario, pero se farreó la clasificación. Terminó sexto, sin siquiera poder disputar el repechaje.
El de ahora, con miras a Norteamérica 2026, estuvo en manos y cabeza de Eduardo Berizzo. Y ya se sabe lo que ocurrió.
El ineficiente timonel del fútbol chileno, Pablo Milad, anunció que el entrenador definitivo será elegido en marzo. Por ahora suenan los nombres de Ricardo Gareca, Gustavo Quinteros, Jaime García y José Luis Sierra.
Hasta ahora, a Chile le ha ido mejor con los técnicos trasandinos, pero al final da lo mismo: todo dependerá del material que el nuevo técnico tenga para trabajar. De aquí a marzo no van a aparecer súper astros. Y lo que hay es pobre.
Tal vez sea mejor iniciar mañana mismo un plan formativo que desemboque en el Mundial del 2030.