Frente a estas denuncias, Arturo Salah opta por el silencio
Poco después de que Arturo Salah entregase la cuenta pública de su primer año de gestión al mando del fútbol chileno, el timonel de Curicó Unido, Pablo Millad, hizo fuertes acusaciones en contra del actual directorio de la Asociación Nacional.
Millad, quien enfrentó precisamente a Salah en los últimos comicios por el sillón de Quilín 5635, denunció aspectos de forma y de fondo en una entrevista con el programa Bío Bío Deportes. A saber: “¿Qué pasó con los dineros obtenidos por ganar la Copa Centenario… Dónde están?”
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Tras la “tormenta perfecta” que significó la administración de Sergio Jadue y de sus cómplices, centrar las dudas en temas de dineros no aclarados (perdidos u orbitando por ahí) tiene una fuerte connotación, y no sólo por obra y gracia del calerano, sino porque este directorio ha utilizado las palabras limpieza y transparencia como auténticas consignas de batalla: una lucha comunicacional para blindar a la ANFP con un aura de honestidad en su dinámica y en sus procedimientos.
El dirigente curicano explicó, didácticamente, que él mismo le dio a Salah un “plan de transparencia” para erradicar cualquier suspicacia: “(Que la ANFP) entregue informes mensuales de flujos de pasivos y activos, para que los clubes sepan qué sucede en el organismo, porque no tenemos ninguna información, excepto de las auditorías públicas que salen en todos los medios. No sabemos cuánto reciben los directores por conceptos de viáticos o en asignaciones por tareas… No tenemos ningún antecedente”.
Como ven, Millad no apunta a cuestiones periféricas o meras formalidades: con nombre y apellido reclama por las millonarias ganancias de la Copa Centenario, por los flujos de dineros mensuales que entran y salen de Quilín, por las dietas y viáticos de sus máximos dirigentes…
Frente a eso, sorprende el mutismo de Salah y de su equipo: son denuncias de alto tonelaje de las cuales aún nadie se hace cargo.
Pero Millad tenía otras cartas bajo la manga: habló de “relaciones tirantes”, “de constantes faltas de respeto por parte de algunos directores (no de Salah) hacia presidentes de clubes” y de “entregarles a los clubes de la Primera A el destino de los torneos de la B” (cuyos formatos calificó de “malos”).
A la interpelación ya descrita, podemos agregar situaciones denunciadas en estas mismas páginas: ¿por qué Cristián Varela y Nibaldo Jaque siguen en la FIFA representando al fútbol chileno? ¿Por qué Gaspar Goycoolea se mantiene en el directorio de Quilín si su club -San Luis de Quillota- apoyó directa y activamente a Sergio Jadue?
¿Por qué la comisión a cargo de la venta del Canal del Fútbol la preside un personaje que tiene prontuario en la Superintendencia de Valores y Seguros, como Leonidas Vial?
En otro plano: ¿por qué, pese al aumento de público en nuestros estadios, la ANFP no aplica con rigor la ley y normativa contra la violencia en los recintos deportivos? Las bombas de ruidos, extintores, fuegos de artificio e invasiones a las canchas por delincuentes acá son pan de cada día. Si bien la responsabilidad es compartida con Carabineros y esa entelequia llamada Estadio Seguro, la Asociación debe liderar las acciones para terminar con estas distorsiones. Mal que mal, los hechos reseñados ocurren en el marco del fútbol profesional.
El fútbol chileno está en crisis, más allá del maquillaje que intentan aplicarle Salah y sus directores. Lean, nomás, acerca de lo que ocurre con la ampulosamente llamada Segunda División Profesional: uno de sus clubes, Lota Schwager, debió hacer ollas comunes para darle de comer a sus jugadores, antes de perder la categoría y bajar al amateurismo, tal como se anunció desde Quilín a fines de la semana pasada. Vallenar, La Pintana y Naval también estarían en fases terminales.
Como escribí más arriba, estas últimas denuncias no son nuevas ni para ustedes ni para nosotros. Sin embargo, incluso a riesgo de ser majaderos, seguiremos repitiendo las mismas preguntas hasta obtener respuestas coherentes.
Y en tiempos de crisis como éste -tal como aconsejó Séneca- no caben las sutilezas…