Columna de José Roggero: El Sir que lavó el orgullo de los inventores del fútbol

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Por El Ágora
Actualizado el 22 de octubre de 2023 - 8:30 am

Bobby Charlton pasará a la eternidad por ser el artífice del único título mundial conseguido por Inglaterra.

Por JOSÉ ROGGERO / Foto: ARCHIVO

Para las nuevas generaciones devotas de la Premier League debe ser extraño el recogimiento con que el mundo del fútbol ha recibido la partida este sábado 21 de octubre de Bobby Charlton.

El británico es un torneo plagado de estrellas mundiales y nativas, tan espectacular que cuesta hallar a una que brille sobre el resto.

¿Por qué entonces tanto reconocimiento a un octogenario que dejó esas canchas hace ya largos 48 años, cuando en ellas sólo corrían británicos?

Hay una sola razón, pero que basta por sí misma: Charlton hizo posible que los inventores del fútbol alcanzaran por fin la gloria -hasta ahora por única vez- en la historia del fútbol. Un acto de justicia semejante al título mundial alcanzado por el porfiado Lionel Messi en Qatar 2022.

Discutible o no, Inglaterra fue campeona como local en 1966. Y lo fue gracias a la conducción magistral de Charlton en todos los sectores del campo de juego.

Hasta entonces, los ingleses mascullaban sólo humillaciones a nivel de selecciones. Su soberbia rebeldía a participar en mundiales fue rota únicamente a partir de 1950. Debut que acabó en desastre al ser despedidos en primera fase. Y siguieron mascullando frustraciones en las tres siguientes copas del mundo.

Era otro fútbol el de los años 50 y 60. Europa no hacía suya aún la sangre negra y selecciones como la inglesa eran expresión de tipos fuertes, rudos y con no poca torpeza con el balón. ¿Habilidad y magia? Nada. En ese ambiente sólo sobresalían Italia y Alemania. Desde otro continente ya se les había colado el samba brasileño y hasta ese mundial disputado en casa no se veía por dónde los padres de este juego podrían adjudicarse un título mundial.

Pero con Wembley como telón de fondo, Inglaterra hizo sentir su peso.

Ubicado detrás de los goleadores Hurst y Hunt, y flanqueado por los rápidos Peters y Ball, a sus 29 años el ya casi calvo Charlton desplegó todo su talento y óptica estratégica. Sin brillo -porque no lo tenía-, pero sí con solidez y contundencia Inglaterra fue dejando rivales en el camino. Una igualdad 0-0 con Uruguay y victorias 2-0 sobre México y Francia la instalaron en cuartos de final. En esta fase salió airosa con un 1-0 sobre Argentina en el que los albicelestes fueron tratados de «animals» y estos reclamarán hasta el fin de los tiempos la expulsión de Rattín. Más allá del tinte de robo que la prensa trasandina le dio al resultado, el trámite favoreció a los locales y el resultado fue merecido.

Si había alguna duda por zanjar ésta quedó despejada en semifinales. Charlton deslumbró como nunca y con sus dos goles doblegó a la temible Portugal de Eusebio. Quedaba Alemania. Grande desde los años 50 y ya con una copa en sus vitrinas.

Final histórica entre las históricas, con el polémico gol de Hurst en el alargue que significó el triunfo parcial por 3-2 de los anfitriones, rubricado hacia el final por un cuarto tanto.

Charlton fue paseado en andas. No hizo goles en la final, pero como en todo el Mundial fue el artífice del triunfo.

Para él no vendrían muchos triunfos más. Terminado el Mundial comenzó un nuevo campeonato inglés, 1966-1967, en el que Charlton logró su tercer y último título en la First Division. Y una temporada más tarde, 1967-1968, alzó por única vez la Copa Europa de Clubes. Todo esto con el equipo de sus amores: el Manchester United, cuyo estadio, el Old Trafford, fue bautizado por Charlton como el Teatro de los Sueños.

Se retiró en 1975 con el reconocimiento mundial. Ya lo habían premiado en 1966 con el Balón de Oro de Europa, al que le sucederían dos balones de plata en los dos años siguientes. Retirado, recibió la Orden del Mérito de la FIFA, en 1984, mismo año en que el United lo nombró presidente honorario. Diez años más tarde la reina Isabel II lo nombró Sir. Todos los galardones los supo llevar con distinción.

Fue un grande en un fútbol ya desaparecido. Sus récores han sido rotos en un fútbol de máxima competencia, partidos que se suceden sin pausa y donde los nuevos astros tienen muchas más posibilidades e incentivos para romper marcas de todo tipo.

En su selección, los 106 partidos de Charlton ya fueron superados por Peter Shilton (125), Wayne Rooney (120), David Beckham (115), Steve Gerrard (114), Bobby Moore (108) y Ashley Cole (107). Y sus 49 goles quedaron detrás de los 61 de Harry Kane y los 53 de Rooney.

Pero eso poco importa. Aún como miembros de selecciones de mucho mayor brillo y con admiradores por todo el orbe, ninguno de estos gigantes que batieron sus marcas con el pasar del tiempo lograron lo que Charlton: alzar la copa de los mejores.