Columna de Mireya Seguel: La historia de esta foto
A propósito de la muerte de Carlos Fonseca, el mánager histórico de Los Prisioneros.
Por MIREYA SEGUEL / Fotos: ARCHIVO y MIREYA SEGUEL
Conocí a Carlos Fonseca Velasco en noviembre de 1986, siendo estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile, cuando junto a un compañero hicimos un reportaje del nuevo rock chileno que se tomaba los medios de comunicación con sus letras de protesta, a vista y paciencia de la dictadura.
Él era el mánager de varias de las bandas que estaban más de moda entonces, entre ellas, Aparato Raro y Los Prisioneros, líderes del movimiento que en las letras de sus canciones trataban temas censurados por el régimen como el sexo, la protesta contra la situación económica, la cesantía y un largo etcétera.
Carlos, nacido en Lima, de nacionalidad chilena y peruana, de ADN melómano, ya se había hecho conocido en el ambiente musical como fundador de la vanguardista disquería Fusión -que traía a Chile música rock de todo el mundo-, ubicada en el Drugstore de Providencia y que era en la práctica su cuartel general. También, conducía un programa de música moderna en la radio Beethoven y redactaba una leída columna en la exclusiva revista impresa Mundo Diners.
Ya era un graduado en rock cuando comenzó su carrera de mánager, pero sin duda, magister y doctorado los sacó luego de dar en el clavo con la banda de Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia. Los Prisioneros eran una bomba de energía de protesta juvenil que explotaría en la cara del mismísimo general Pinochet y sería, a mi juicio, el factor principal del despertar de aquellos años. La voz de los ochenta, tal cual.
Así por lo menos lo creo yo y considero que ese es el gran mérito de Carlos Fonseca, fallecido este viernes 6 de octubre de un fulminante cáncer de riñón a los 62 años.
Personalmente, no nos conocimos mucho y, siendo franca, por eventos que algún día relataré, terminamos cayéndonos mal, pero recuerdo con claridad algunos buenos momentos entre los dos, como cuando una vez me confesó que él también quería ser músico: “Ninguno de nosotros estaría haciendo lo que hace si no lo quisiera, ¿no crees?”, me dijo.
Carlos era de pocos amigos y siempre desconfió de los periodistas; sin embargo, esto no impidió que varios reporteros se acercaran a Los Prisioneros y fueran sus compañeros de sendas pichangas de fútbol de vez en cuando, entre otras actividades. Entonces, más aún desconfiaba de mí: mujer, joven y periodista, revoloteando con cámara fotográfica y grabadora alrededor de ellos.
Precisamente, de esos seguimientos salió esta histórica imagen que, con horror, he visto circulando por estos días en muchas redes sociales y sitios web sin que diga que es mía. Me la piratearon hace años. La tomé el 27 de marzo de 1987, cuando Jorge, Miguel y Claudio viajaron a Argentina para debutar en el Chateau Rock, donde también estuvieron Soda Stereo, Virus, Fito Páez y Sumo, entre otros.
Como era habitual y pese a que había hartos reporteros ahí, no querían fotos improvisadas. “No, porque salimos muy feos”, me dijo Jorge cuando le pedí que posaran hasta que logré convencerlos y lo hicieron con sus carnés de identidad en mano y salieron guapos en realidad. De pronto, Carlos también se puso delante de las cámaras, como muestra de que, para la gente como él, su gran talento estuvo siempre en saber que el negocio fue, es y siempre será lo más importante. Y por eso, lo recordaremos hasta la posteridad.
Mireya Seguel Burgos
Periodista, egresada de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.