[Opinión] Palermo jubiló su apodo de Titán
Hesíodo nos enseña, en su ya clásica Teogonía, que los titanes fueron una raza de dioses que alcanzaron a gobernar el Universo durante la Edad de Oro, antes de que Zeus acabara con ellos y los confinase al más oscuro rincón del inframundo descrito por la mitología griega: el siniestro Tártaro.
Los titanes, según Hesíodo y otros autores, eran seres gigantescos, poseedores de una fuerza descomunal y de una ferocidad realmente aterradora.
Martín Palermo, apodado Titán en su época de artillero en Estudiantes y en Boca Juniors, principalmente, llegó a Chile para dirigir a Unión Española a comienzos del semestre. Sugirió algunas contrataciones, hizo -supongo- una pequeña depuración de ese vestuario y se sentó en la banca acompañado de otro símbolo xeneise: el ex arquero Roberto “Pato” Abbondanzieri.
Debutó con un triunfo, nada menos que en el Estadio Monumental, ante Colo Colo, en la primera fecha del Torneo de Apertura. A partir de allí construyó una campaña interesante desde un punto de vista del ordenamiento táctico, su acento en ser un equipo de reacción más que de acción y por generar una dinámica de contraataque muy efectiva, dada la calidad individual de sus delanteros Diego Churín y Carlos Salom.
Hasta ahí, todo bien: Unión sumaba puntos y terminó por ubicarse en la zona de los aspirantes al título. De hecho aún permanece ahí, pese a la fea caída del fin de semana ante Universidad de Chile.
¿Cuál ha sido la constante del fútbol de Palermo, más allá de las marchas y contramarchas propias de un torneo de mediano aliento como el nuestro? Su falta de irreverencia: a esta Unión no le gusta asumir protagonismo ni proponer gran volumen de ataque; no está en sus coordenadas ir a buscar el partido a campo rival; carece de jugadores talentosos en la fase creativa (César Pinares tiene fútbol, pero no carácter, lo mismo que Óscar Hernández, mientras que el argentino Juan Gabriel Rivas no tiene ni lo uno ni lo otro) y, sin Churín o Salom, quienes vienen del banco carecen de peso goleador.
Tampoco luce oficio para manejar resultados: ante Universidad Católica y la propia U, los hispanos llegaron a estar 2-0 sobre sus rivales y terminaron en la más completa confusión. Sendas derrotas, con un fuerte grado de humillación porque acontecieron en Santa Laura y frente a una buena cantidad de público local, hecho más bien inusual en la Plaza Chacabuco.
Unión no es un gran equipo, tampoco el más malo, pero claramente está mal estructurado y destierra el fútbol más propositivo de su libreto: no es un cuadro combativo, de intensidad, no da peleas épicas, como los titanes contra Zeus o como cuando buscaron salir de los confines del Tártaro. ¿Y su técnico? Un ex Titán, sin dudas, con mucho, mucho por aprender…
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