Terminó el ciclo de Natalia Riffo en el Ministerio del Deporte

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Por Eduardo Bruna
Actualizado el 17 de noviembre de 2016 - 10:11 pm

Seguramente sólo se hará oficial mañana, pero es un hecho que la ministra de Deportes, Natalia Riffo, nova más.

Según se supo, la funcionaria de gobierno deja el ministerio para ir por un cargo en el Parlamento en las elecciones que deben llevarse a cabo el año próximo, junto con la presidencial.

Fuentes al interior de la repartición confirmaron la noticia, señalando que “efectivamente, la ministra desocupó ayer su oficina, tras presentarle su renuncia a la Presidenta Bachelet”.

Esas mismas fuentes agregaron que “ignoramos hasta el momento quién podría reemplazarla en lo que resta de gestión de este gobierno. Por ahí nos llegó el rumor de que podría ser Carolina Tohá, pero por otro lado nos han informado que sería otro militante del MAS”.

En realidad, cualquiera de las alternativas es válida, si se considera cómo se manejan en Chile la política, las cuotas de poder y la repartija de cargos importantes y, por cierto, muy bien remunerados.

Carolina Tohá quedó cesante como alcaldesa tras la última elección municipal y no se trata de dejarla desvalida. Pero el senador Navarro, quien fue al final de cuentas quien tuvo la brillante idea de sugerir para el cargo de ministra a Natalia Riffo, tan incapaz como desidiosa, algo tendrá que decir.

Lo concreto es que Riffo terminó cerrando la puerta por fuera y no es para nada una mala noticia, sino todo lo contrario, considerando la pésima gestión que durante tres años llevó adelante.

Lo vergonzoso de este caso es que haya renunciado ella, y no haya sido la Presidenta Bachelet quien la hubiera sacado en cuanto vio que su ministra se metía al bolsillo su programa de gobierno, en que prometió para el país 30 Centros Deportivos Integrales que siguen sin verse por ninguna parte.

Y vergonzoso es, también, que una ministra tan inepta como nula pretenda iniciar ahora una carrera como parlamentaria sin tener “dedos para el piano”, demostrando, además, una nula capacidad de autocrítica.

A no sorprenderse, en todo caso, si se sale con la suya: el Parlamento está lleno de incapaces y corruptos que, sin embargo, siempre encuentran en las urnas incautos e ignorantes.