La última carta de Marilyn Monroe
Quizás la máxima estrella de Hollywood, escribió a su amigo Truman Capote 10 días antes de morir y le dijo que se sentía amenazada y que creía estar en peligro.
Por ANDRÉS ALBURQUERQUE / Foto: ARCHIVO
Este viernes se cumplieron 61 años desde la misteriosa muerte de Norma Jeane Mortenson, también conocida como Norma Jeane Baker y famosa en el mundo entero como Marilyn Monroe, quizás la más atractiva, sexy y desenfadada estrella del cine. Para muchos también la más bella e incomprendida.
Murió en su casa de Los Ángeles, aparentemente sola, el 4 de agosto de 1962, poco después de cumplir apenas 36 años, por una sobredosis de barbitúricos.
Diez días antes de su muerte, le escribió a su amigo, el también famoso escritor homosexual Truman Capote (“A sangre fría”; “Breakfast at Tiffany’s”). En el documento, recuperado recién en 2014, le pedía ayuda porque creía que la vigilaban y que estaba en peligro inminente.
“Querido Truman: te escribo en un auténtico estado de desesperación. No confío en nadie de mi entorno, y te mando esta carta porque tú sabes que tú y yo nos parecemos en muchos aspectos y conocemos muchos de nuestros secretos”, dice al comienzo.
Y luego hablaba sobre su relación sentimental con John Fitzgerald Kennedy, por entonces presidente de Estados Unidos. Le decía que quería hacer pública la relación, afirmando que Jackie Kennedy, la esposa del presidente, era conocedora del romance y que tanto ella como “Jack” (nombre que utilizaba en su círculo cercano) merecían ser felices.
La actriz recordaba que Frank Sinatra la había invitado a pasar un fin de semana juntos para convencerla de que vincularse al hombre más poderoso de los Estados Unidos la podía poner en peligro.
“Tanto ‘Jack’ como yo nos sentimos manipulados, vigilados. Tengo pruebas de mi amor con Jack que no dudaré en mostrar al mundo entero si así podemos ser más felices tanto él como yo, si así consigo liberarlo de su propia vida”, advertía. Y que estaba segura de que esa intención “no le gusta ni a la familia Kennedy ni a su entorno”.
Más adelante, Monroe afirmaba que se sentía “como la mosca que está en medio de la telaraña y a mi alrededor tengo grandes arañas, a la espera de desgarrarme, amenazantes”. Temerosa, Marilyn le pedía a su amigo que, en el caso de que sucediera algo extraño, llamara a determinado número del Departamento de Justicia. “Él tiene toda la protección, yo solo el apoyo de la gente y de aquellos que me admiran tanto, pero ellos no me pueden salvar”, apuntaba la actriz.
Pero Capote nunca leyó la carta.
Escrita el 25 de julio de 1962, Marilyn creyó que no era adecuado enviarla por correo, pues podía ser interceptada, y optó por mandársela escondida en el interior del estuche de un bolígrafo Montblanc que Truman le había regalado.
“No me atrevo a enviarla por los canales normales, porque estoy segura de que no llegaría. He decidido hacerlo de otra manera, devolviéndote el bolígrafo Montblanc que me regalaste hace algún tiempo. ¿Te acuerdas?”, concluía la misiva a modo de postdata.
Capote, inmerso en la escritura de su más famosa novela, “A sangre fría”, se encontraba en Palamós, un pequeño pueblo de la costa de Cataluña, España. Recibió el bolígrafo de vuelta, pero no revisó el estuche.
El 7 de enero de 2014, Frederic Cabanas, el mayor especialista y admirador de Marilyn en España, se encontraba a pocos meses de abrir el primer museo europeo dedicado a la actriz cuando recibió una llamada desde Zaragoza. Al otro lado del teléfono, un hombre llamado Luis Güell, decía haber encontrado una carta perdida de Monroe y le pedía ayuda para verificar la autenticidad del manuscrito.
“Al parecer, la carta había permanecido escondida durante más de medio siglo en el interior de un estuche Montblanc que contaba con doble tapa”, contó después.
Güell había comprado el estuche a una familia que sabía de la existencia del manuscrito, pero que jamás había intentado adivinar qué decían aquellas palabras mecanografiadas a doble cara. Ni ellos, ni el propio Luis hablaban inglés, sin embargo, el comprador no pudo resistir la curiosidad de abrir y ojear la carta y en ella reconoció los nombres de algunos personajes: Sam Mooney (Giancana, jefe de la mafia), James Angleton (antiguo jefe de la CIA), Truman Capote, John Fitzgerald Kennedy y, por último, la firma “M.M”.
El coleccionista comparó la carta con otras dirigidas por la actriz, y tuvo la certeza de que era un original. Seis años más tarde, logró la verificación oficial: la carta había sido escrita por Marilyn Monroe, la musa más sexy del cine estadounidense.