Quieren modificar genéticamente a mosquitos para que combatan la malaria
La enfermedad se transmite a través de la picadura de un díptero anopheles infectado, que habita en zonas templadas de Europa, África, Asia, América y Oceanía.
Por ANDRÉS ALBURQUERQUE / Foto: ARCHIVO
Los mosquitos anopheles, los dípteros que transmiten la malaria, habitan en prácticamente todo el mundo, con presencia permanente en África, Europa, América, Asia y Oceanía. La afección, que mata a cientos de miles de personas al año, quiere ser erradicada con un método futurista, pero peligroso: un grupo de científicos intenta utilizar la ingeniería genética para convertir a estos molestos insectos voladores en aliados en la lucha contra la enfermedad.
Durante años, las autoridades sanitarias han intentado controlar la enfermedad atacando a las poblaciones de mosquitos.
“Pero no creo que sea posible acabar con ellos”, afirma Anthony James, profesor de Biología Molecular y Genética de la Universidad de California. Explica que “los mosquitos son pequeños, pero extremadamente resistentes, y sus poblaciones pueden repuntar rápidamente. Por eso queremos probar una táctica diferente: convertir a los propios mosquitos en soldados en lucha contra el paludismo”.
Para entender cómo funcionaría este método, es útil comprender el ciclo vital de la malaria. El patógeno es un parásito que crece en el interior de los humanos. Se transmite a través de mosquitos infectados que chupan sangre de los humanos (los parásitos también se reproducen dentro de las tripas de los mosquitos).
“Si conseguimos que los mosquitos sean inhóspitos para los patógenos, eliminaremos la amenaza de contraer la enfermedad”, afirma. Pero hacer que los mosquitos sean inhóspitos para la malaria es una tarea difícil. El parásito del paludismo no enferma a los mosquitos, por lo que sus sistemas inmunitarios no lo combaten.
Para evitar el problema, el equipo utilizó una técnica de edición genética llamada Crispr. Empezaron con genes de ratones, cuyos sistemas inmunitarios sí combaten la malaria humana.
“Lo que hicimos fue modificar esos genes y dárselos a los mosquitos”, dice James. Y, efectivamente, los mosquitos modificados genéticamente produjeron anticuerpos contra la malaria, según publicó la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
El científico afirma que “esos anticuerpos funcionaron muy bien. Reducen el número de parásitos en el mosquito, sobre todo en la glándula salival, que es donde estarían antes de transmitirse a un huésped humano”.
La técnica también permite a los investigadores hacer que los genes se propaguen rápidamente. Eso significa que, en lugar de tener que liberar enjambres de mosquitos modificados genéticamente, podrían poner en circulación un número menor. Así, los mosquitos modificados se aparean, transmiten su código genético y éste se extiende rápidamente entre la población silvestre.
Sin embargo, alterar genéticamente insectos salvajes no sienta bien a los ecologistas: “No hay necesidad de manipular un mosquito. Los métodos naturales para reducir la malaria parecen prometedores, al igual que una nueva vacuna contra la enfermedad. ¿Por qué correr riesgos innecesarios y liberar una especie manipulada que no se puede recuperar una vez liberada en la naturaleza?”, se pregunta Dana Perls, directora del programa de tecnologías emergentes de la organización sin fin de lucro Amigos de la Tierra.