También hay chilenos: se cuadriplica el flujo migratorio en la infernal selva del Darién

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Por El Ágora
Actualizado el 2 de julio de 2023 - 11:13 am

En el primer semestre de 2023, la frontera natural entre Colombia y Panamá ha sido cruzada por más de 196 mil viajeros, incluyendo a unos cinco mil compatriotas nuestros.

Por ANDRÉS ALBURQUERQUE / Foto: ARCHIVO

Pese a que es considerada una de las selvas más peligrosas y mortales del mundo, la jungla del Darién, frontera natural entre Panamá y Colombia, fue cruzada por 196.370 migrantes irregulares en el primer semestre de este año, cifra inédita y que cuadruplica a los 49.452 del mismo período de 2022.

Abril fue el mes con el mayor número de viajeros que entraron a Panamá por la selva en su travesía irregular hacia Norteamérica, con un total de 40.297, es decir, unas 6,5 veces más que los 6.134 del mismo mes de 2022. Le siguieron en orden decreciente mayo (38.962), marzo (38.009), junio (29.721), enero (24.634) y febrero (24.657).

El 51 por ciento, es decir, 100.514 de los viajeros que transitaron entre enero y junio, son venezolanos.

También hubo haitianos (33.074), ecuatorianos (25.105), ciudadanos de 23 países africanos (6.420), chilenos (4.964) y colombianos (3.579).

Definida por algunos migrantes como “el mismo infierno”, la región se ha convertido en un lugar de terror para los viajeros.

La densa y agreste selva tropical se ha convertido en un punto crítico en la ruta migratoria: una pesadilla llena de peligros y dificultades extremas. El Darién es un parque nacional de Panamá de 575 mil hectáreas, y en un área tan vasta, muchos de los relatos incluyen muertes, violaciones, asaltos y suicidios.

Y en uno de los ecosistemas más diversos del mundo que se extiende a lo largo de unos 160 kilómetros entre Colombia y Panamá, el terreno es montañoso, con ríos turbulentos, espesa vegetación y clima impredecible.

El primer y más obvio peligro es la propia naturaleza. La densa vegetación dificulta la orientación y la progresión, y los senderos improvisados pueden rápidamente convertirse en laberintos mortales.

Además, las condiciones climáticas también son extremas, con fuertes lluvias, calor sofocante, de 32 a 37 grados centígrados (con una sensación térmica que supera los 40 grados), e insectos portadores de enfermedades. La selva alberga también serpientes venenosas y caimanes, que representan una amenaza constante.

Asimismo, es difícil encontrar servicios básicos, por lo que hay escasez de agua, alimentos y atención médica adecuada. Los migrantes se ven obligados a depender de fuentes de agua no potable, y a subsistir con lo que pueden encontrar en el entorno hostil de la selva.

Para colmo, los migrantes se enfrentan a una serie de organizaciones criminales que ven a los migrantes como presas fáciles para extorsionarlos o someterlos a vejámenes y violaciones si no cuentan con dinero.

Afortunadamente, si se logra cruzar, Panamá recibe a los viajeros en estaciones migratorias situadas cerca de su frontera sur con Colombia y en la frontera norte con Costa Rica, donde les ofrece asistencia sanitaria y alimentación, en un operativo único en el continente que involucra a una docena de organismos internacionales.