Los caminos que unen y separan a hispanos y cruzados

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Por Matías Alcántara
Actualizado el 21 de octubre de 2016 - 6:57 pm

La última confrontación entre Unión Española y Universidad Católica, partido considerado el más atractivo del torneo, rememoró grandes jornadas ofrecidas por estos rivales. Los antiguos equipos vecinos de la comuna de Independencia, cuyos estadios los separaban un par de cuadras, generaron una rivalidad natural de barrio, que se fue desvaneciendo con la mudanza de la UC. Pero la historia no terminó ahí.

El 21 de abril de 1946 se disputó el primer encuentro entre cruzados e hispanos en el Estadio Independencia. Se trataba de un significativo capítulo de una relación deportiva que se ha mantenido hasta hoy, con una rivalidad que ha crecido en el último tiempo y que ha dado pie para debatir si se trata o no de un clásico.

Si bien cada hincha tiene la respuesta para esa pregunta, lo cierto es que los partidos entre la Unión y la UC siempre dejan cosas que nutren la rica historia de esta rivalidad, que comenzó a gestarse en 1939, cuando a propósito de la Guerra Civil de España el cuadro de Santa Laura sólo jugó un partido y entró en receso. El plantel, como era de esperarse, se desmanteló y los jugadores recalaron en diferentes clubes. Los principales elementos hispanos se integraron a la Universidad Católica.

Nombres como Fernando y Jaime Riera, Felipe Mediavilla y Luis Vidal, ex referentes de Unión, se transformaron en destacados jugadores de la UC. Fueron llamados “renegados”, al igual que algunos dirigentes que siguieron el mismo camino. Además, Sergio Livingstone, que había realizado la etapa formativa en Unión Española, ya se había integrado a Católica luego de hacer un alto en su carrera deportiva debido a los estudios.

Pero por momentos la rivalidad se escapó de las manos, incluso antes del primer partido jugado en el Estadio Independencia. En 1945, en el Nacional, y cuando el marcador favorecía a Católica, los jugadores y cuerpos técnicos protagonizaron incidentes, incluso con participación del público que por esos años podía apreciar el fútbol no sólo desde las gradas, sino que también sentado al borde de la cancha. Pero los incidentes más graves entre estos rivales se produjeron en 1960, y finalizaron con la primera suspensión de un partido por violencia en el estadio.

La relación entre los jugadores siempre fue buena por esos años en que compartieron el barrio, más allá de algún disgusto en el terreno de juego. Cuentan las crónicas que los jugadores de ambos equipos no tenían problema con llegar juntos a los campos de entrenamiento, o bien compartir con los compañeros del otro equipo cuando la jornada finalizaba.

Católica jugó en el viejo Estadio de Independencia entre 1946 y 1967. Pese a la mudanza, la relación se mantuvo.

La UC tuvo grandes jornadas en Santa Laura, estadio que albergó la localía cruzada para las campañas de 1984 y 1987, temporadas en que dio la vuelta olímpica. Por contrapartida, Unión Española también ha tenido éxitos en San Carlos, y no sólo enfrentando a la UC, sino que también por la obtención de la liguilla de 1993 ante Temuco, que le permitió realizar una gran Copa Libertadores en 1994.

El “Clásico de Independencia” retro

Cuando parecía que la rivalidad entre hispanos y cruzados era cosa del pasado, a partir de 2013 los partidos entre estos equipos han ido más allá de lo estrictamente futbolístico. Incluso algunos jugadores –fuera de micrófono- reconocieron tenerle bronca al rival. La disputa del título de ese año, que quedó a manos de Unión en reñido desenlace ante la UC, colaboró para que los planteles se tuvieran sangre en el ojo en cada enfrentamiento.

En la Copa Chile de 2013, los jugadores se fueron a las manos en San Carlos de Apoquindo. Patricio Rubio, entonces delantero hispano, luego de convertir de los doce pasos en el partido de ida, con su mano derecho hizo la señal de la paz, que en este caso buscaba todo lo contrario: tocarle la oreja a los cruzados al mostrar el número dos, a propó- sito del mote de “segundones”. En la revancha, el entrenador de Unión, José Luis Sierra, dedicó el mismo gesto a la barra estudiantil, esta vez Santa Laura, donde la discusión subió de tono y la cancha por minutos pareció más un ring de boxeo.

Pero esta relación tuvo otro capítulo. A mediados de 2014 la Universidad Católica anunciaba que Milovan Mirosevic, principal referente de los últimos años, no seguiría en la UC por una decisión directiva. Unión Española no tuvo problemas para abrirle las puertas al jugador más identificado con la franja.

El partido del fin de semana en Santa Laura aportó mucho a la rica historia que hay entre la Unión y la UC, porque la calidad futbolística exhibida por rojos y cruzados es poco usual en nuestro fútbol, pero no entre estos rivales que siempre tienen algo interesante que ofrecer.