[Opinión] De Rusia sin amor: el oscuro camino de la trampa
El deporte se ensucia cada día más con el azote de la plaga silenciosa y la mayoría de las veces invisible del dopaje, y el Comité Olímpico Internacional intenta tibiamente atacar a uno de sus esbirros más conspicuos.
Todo lo que se especuló y se sospechó tantas veces pero sin pruebas, resultó ser cierto: los deportistas soviéticos y rusos se doparon sistemáticamente durante décadas.
Pese a ello, y obviando la estela de nauseabunda realidad, el Comité Olímpico Internacional (COI) finalmente decidió no sancionar con la exclusión de los Juegos de Río de Janeiro 2016 a la Federación Rusa, y simplemente lavarse las manos: dejó la determinación en cada una de las Federaciones Internacionales de excluir o no a los deportistas rusos.
Hace dos años, un documental de una televisora alemana denunció las irregularidades cometidas por las autoridades deportivas y atletas soviéticos y rusos y un sistema organizado de encubrimiento patrocinado por el gobierno para dopar a sus atletas.
A raíz de la denuncia, una comisión independiente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) encomendó a Richard Maclaren una investigación, que arrojó resultados demoledores: funcionarios de la Federación Rusa de Atletismo y del laboratorio antidopaje de Moscú aceptaron sistemáticamente dinero de atletas para suministrar sustancias prohibidas y encubrir los resultados de controles.
Acusó también de cómplice al mismo Estado ruso de intimidación, espionaje y destrucción de pruebas por intermedio de sus servicios secretos.
Y recomendó excluir a Rusia de los Juegos.
El domingo, sin embargo, y luego de que la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) decidiese excluir a los 67 rusos de las competencias atléticas -lo que fue ratificado el jueves por el independiente Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS)- el COI echó pie atrás y dejará que los restantes deportistas rusos participen, restándole poder a la lucha contra el dopaje.
El viernes, el presidente ruso, Vladimir Putin, propuso la creación de una comisión pública independiente antidopaje, “conformada, además de por especialistas rusos, por expertos extranjeros en medicina, jurisprudencia, reconocidas figuras públicas y especialistas deportivos”.
“La posición oficial del gobierno ruso es que en el deporte no puede haber lugar para ningún tipo de dopaje”, resaltó. “El deporte debe ser limpio, y la salud de los atletas debe estar bien protegida”, añadió.
La pasividad del COI y la falta de controles sistemáticos y efectivos de la IAAF indignan al mundo del deporte y, especialmente a la AMA
Ya son al menos 105 de los 387 deportistas de la delegación rusa anunciada la semana pasada los que han sido vetados de los Juegos por estar vinculados con el dopaje, luego de que hoy las federaciones internacionales de canotaje, vela, pentatlón moderno y remo sancionaran a otros 27 deportistas rusos. Y la razia promete seguir en los próximos días.
Más allá de las medidas impuestas por el COI, las relaciones con la AMA (financiada a medias por el movimiento olímpico y por los Estados miembros) se han enfriado al máximo.
De hecho, por intermedio de su director, Craig Reddie -quien también es vicepresidente del COI- la AMA se declaró “decepcionada de que el COI no haya hecho caso a nuestras recomendaciones, fundamentadas en las conclusiones del informe McLaren”.
A partir de 2017, el COI tiene previsto traspasar a la AMA gran parte de la responsabilidad de la lucha antidopaje que actualmente es resorte, en primer lugar, de las federaciones. Esto, para intentar evitar conflictos de intereses, muy evidentes en este caso.
Pero mientras la AMA no tenga la sartén por el mango, difícilmente las cosas en el deporte olímpico puedan estar limpias en el futuro cercano. Sobre todo considerando que el dopaje es una industria altamente rentable y que el deporte está condenado a perder esta guerra si no se toman medidas drásticas.
Y se invierte mucho ingenio, dinero y estrategia para terminar con esta mancha voraz.
El dopaje existe desde que comenzó la competencia en los seres humanos, con sustancias tan nocivas como inquietantes (estricnina, opio, cocaína, glóbulos rojos, éter, cafeína, nitroglicerina…). Lo que se inició el siglo pasado fueron los controles antidopaje, pero lamentablemente en esta película de vaqueros los malos siempre disparan antes que los buenos.
Tal como ocurre, por ejemplo, con la computación, donde los mejores hackers siempre saben cómo burlar los sistemas de seguridad, en el deporte las más eficaces sustancias dopantes escapan de los controles más rigurosos.
Habrá que trabajar entonces con los mejores hackers para tener la certeza de que, al menos esos, no nos estarán haciendo trampa.