El fútbol se sigue mandando solo

Imagen del autor

Por Eduardo Bruna
Actualizado el 2 de julio de 2016 - 11:32 pm

El Ministerio de Justicia aún no se pronuncia respecto del escándalo ético y financiero que sacudió a la actividad luego que salieran a la luz las sinvergüenzuras de Jadue. En la mitad del tiempo, sin embargo, dirimió el conflicto entre la Federación Atlética de Chile y la Corporación Maratón de Santiago. ¿Cómo explica, ministra Blanco, tal diferencia de actitud de su cartera? ¿Es miedo a los poderosos que copan el sistema de Sociedades Anónimas Deportivas o la subyugación a un poderoso “lobby” del interior mismo de un gobierno probadamente inepto?

Con una celeridad elogiable, el Ministerio de Justicia dictaminó, con fecha 23 de junio de 2016, que la Federación Atlética de Chile, presidida por Juan Luis Carter, no tenía fundamento jurídico ni legal alguno para recurrir en contra de la Corporación Maratón de Santiago, puesto que esta, de acuerdo al proceso de fiscalización folio N° 4.681-16, ha actuado en todo momento conforme a las normas y a los estatutos que la rigen.

Más allá del fondo de lo resuelto por el Ministerio de Justicia, que no deja de resultar curioso si se conocen los entretelones acerca de cómo se creó esta Corporación, llama la atención el que en apenas cinco meses resolviera el caso, en circunstancias que, respecto del fútbol, la cartera continúa en una interminable evaluación de antecedentes que, en lo grueso, son de sobra conocidos por todos.

Dicho claramente, el Ministerio de Justicia sigue sin pronunciarse respecto del escándalo del fútbol, aunque ya todos tenemos claro quiénes y cómo se robaron la plata y que, para llevar adelante este latrocinio, nunca antes visto en la historia del deporte, ni siquiera a nivel mundial, la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), se saltó olímpicamente a la Federación Chilena de Fútbol, el ente por cierto superior pero que fue convertido ex profeso en una entidad fantasma por Alí Babá Jadue y sus 40 cómplices.

Lo del Maratón de Santiago es otra muestra de cómo está funcionando el deporte en Chile: el señor Fernando Jamarne, que ejerció como vicepresidente de la Federación hasta fines de 2013, tuvo en septiembre de ese mismo año la astuta idea de firmar un contrato en el que él aparecía representando a una Corporación que, de ahí en más, se haría cargo de la tradicional y masiva prueba. Lo curioso, sin embargo, es que como contraparte actuó en este contrato Alvaro González, que por esa fecha presidía la propia Federación. En palabras simples, ambos representaban a una sola de las intervinientes en el acuerdo: la Federación Atlética de Chile.

Demás está decir que, luego que estos dos personajes dejaran sus cargos en la entidad, el contrato resultó leonino para el organismo que rige el atletismo nacional, que perdió la organización de una prueba que significa, entre “sponsors” y participantes, un ingreso anual cercano a los mil millones de pesos.

El Ministerio de Justicia, sin embargo, se ha apresurado a validar todo lo obrado, por más irregular que parezca el procedimiento a ojos de cualquier ciudadano.

Al fútbol, con guante blanco

Respecto del fútbol, sin embargo, todo ha sido distinto. Radicalmente distinto.

A pesar de todas las evidencias, a pesar de las palmarias pruebas y a pesar, por último, de las incontables denuncias realizadas por una parte de la prensa, al Ministerio de Justicia al parecer encuentra de lo más normal del mundo que la Federación Chilena de Fútbol en los hechos no exista, que durante años jamás se haya sabido de alguna reunión de su directorio y que los ingentes recursos que llegaron al país, a raíz de la Copa América de 2015, hayan ingresado a las arcas de la ANFP en circunstancias que es la Federación la que debió haber recibido y administrado tales dineros. ¿Por qué? Simple: es el organismo que tiene los vínculos del fútbol nacional con las esferas internacionales, léase FIFA y Conmebol, entre otros. Es, además, el ente “dueño” de la Selección Chilena, con todo lo que ello representa.

Señora ministra Javiera Blanco: ¿Sabía usted que la Federación Chilena de Fútbol ni página web posee?¿No le parece extraño que el organismo que aglutina y supuestamente norma al deporte más popular de este país carezca incluso de esa herramienta más que vital hoy, en un mundo tan globalizado? Ahora que lo sabe, bien haría en preguntarse el porqué…

El anular la Federación como ente superior del fútbol chileno no fue, ciertamente, una decisión caprichosa. Mucho menos gratuita. Con esa astucia que lo distinguió desde su llegada a la testera de la ANFP, Sergio Jadue entendió ya en sus primeros días en el cargo que, para llenarse los bolsillos de plata y repartirles dineros a manos llenas a los clubes, de modo que nunca le hicieran olitas y miraran para el techo, el dinero grande que entraría por cuenta de la Selección Chilena de ninguna manera podía pasar por la Federación. Significaba, además del peligro de dejar acusadoras huellas, hacer parte del reparto a la ANFA (Asociación Nacional de Fútbol Amateur), que junto con la ANFP conforman el directorio de la Federación.

Peor aún: ¿cómo echarle el guante en forma unilateral a esos jugosos ingresos si, de acuerdo a los estatutos de la fantasmal Federación, el cargo de tesorero le corresponde al fútbol aficionado,y no al profesional?

De esa forma, tan desvergonzada como quirúrgica, Jadue se aseguró su tajada. Y el resto del botín, es decir, los dineros provenientes de la Conmebol, sumados a los por venta de entradas, contrato con “sponsors” y venta de derechos de televisión de los partidos de la Roja, fueron repartidos alegremente entre los accionistas de los clubes, prolongando una fiesta a la que sólo le puso abrupto final la intervención de Estados Unidos, harto ya que la mafia del fútbol mundial utilizara su sistema financiero para dudosas transacciones y evidente lavado de activos.

Inacción+ineptitud = caos

Está visto, sin embargo, que desde que se adoptó el sistema de Sociedades Anónimas Deportivas en este país el fútbol se manda solo. Ninguno de los organismos del Estado pertinentes cumplió con su tarea de supervisión y control. Ni siquiera cuando hasta para los imbéciles era ya evidente que al fútbol chileno selo estaban robando en camiones. De hecho, el Ministerio de Justicia recién vino a descubrir que Jadue y su directorio estaban cobrando sueldos en forma absolutamente irregular e ilegal a la cabeza de la ANFP luego que el FBI, por encargo de la fiscal Loretta Lynch, ya le había puesto el trajecito a rayas a varios presidentes del fútbol sudamericano, por sinvergüenzas y corruptos.

La orden de la cartera fue perentoria: los involucrados debían devolver de inmediato los sueldos ilegalmente cobrados, cosa que cumplieron todos, menos, por cierto, Sergio Jadue. Y aprovechando sus 15 minutos de fama, la ministra Blanco anunció, además, la investigación que muchos y parte de la prensa venían pidiendo a gritos: el fútbol no iba a seguir pasando “colado”. Hasta se amenazó con el retiro al fútbol de su Personalidad Jurídica si dicha investigación ratificaba que las irregularidades eran el pan de cada día.

Han pasado 10 meses, sin embargo, y el Ministerio de Justicia sigue sin pronunciarse. ¿Culpa de la más que probada ineptitud del aparato gubernamental? ¿O culpa del poderoso “lobby” que cada cierto tiempo ejercen poderosos personajes del fútbol para que el Estado se meta lo menos posible en los manejos de su industria?

Y es que, a pesar de que Jadue ya no está, sus políticas y su sello de conducción se mantienen. El directorio de la ANFP, encabezado por Arturo Salah, pasará a la historia por haber desafiliado sin derecho a defensa a Deportes Concepción, en circunstancias que al club se lo robaron sus regentes, entre los cuales se contaba una de las manos derecha de Jadue: Nibaldo Jaque. Mantuvo, a pesar de su evidente abuso, la disposición de cobrarle 50 mil UF a Deportes Valdivia por el derecho a participar en el campeonato de la Primera B, condenando casi por adelantado a la institución del Calle Calle a una segura quiebra. ¿Es o no es la ANFP una Corporación de Derecho Privado sin fines de lucro?

La ANFP ha eludido por años el pago de impuestos con la amable y considerada colaboración del Servicio de Impuestos Internos, tan implacable con los ciudadanos de a pie, y nada parece indicar que ello vaya a cambiar con la nueva administración. Es más: todo lleva a pensar que, como ya se dijo en una nota anterior en estas mismas páginas, la idea era que cambiara todo para que todo siguiera igual. De hecho, comentando el premio que la Roja obtuvo por coronarse como campeón de la Copa Centenario (5 millones de dólares), Salah dijo que “esta plata nos va a servir mucho para ir superando los problemas económicos con que nos encontramos al momento de asumir”.

El presidente de la ANFP se refería obviamente al organismo que él encabeza, pero pareciera olvidar, una vez más, que esos dineros le pertenecen a la Federación y no al fútbol profesional en forma exclusiva.
Nos espera un torneo peor que los anteriores

A la espera de que pase la resaca que dejó la consecución de la nueva Copa América, en medio de la preparación de los equipos para el próximo Torneo de Apertura, las Sociedades Anónimas Deportivas ya decidieron que, frente a la incertidumbre de lo que depara la economía de la industria denominada fútbol, no habrá descenso de clubes desde la Primera B a la Segunda División. No sólo eso: de Primera A sólo uno descenderá a la Primera B, serie que por lógica consecuencia disputará su campeonato con un incentivo único, es decir, consagrar a un campeón que ocupe en el fútbol grande el lugar de ese club que perderá la categoría producto de su último lugar en la tabla de posiciones.

“Hay que sincerar el momento económico que se vive”, fue la explicación que recibió Carlos Soto, presidente del Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup), cuando les hizo ver a los regentes de los clubes que un torneo con tales reglas marcará un enorme retroceso en la calidad y competitividad del campeonato.

La preocupación de Soto es lógica: sin el riesgo de perder la categoría, los clubes de Primera B podrán afrontar la competencia con lo que en sus planteles tengan a mano, y sólo se van a preocupar de recibir mes a mes los dineros que les entrega el Canal del Fútbol. Ello, obviamente, se traducirá en una preocupante cesantía de jugadores y en una baja ostensible de sus sueldos. En otras palabras, para evitar quedar sin club, con todas las dramáticas consecuencias que ello implica, los jugadores van a tener que aceptar lo que les ofrezcan, aunque en muchos casos sea ganar menos incluso de lo que habían sido sus emolumentos durante el primer semestre.

Carlos Soto dice que ello ya está ocurriendo, pero que no puede ser. Que decidir un campeonato con tan limitado incentivo y casi inexistente castigo va a marcar un enorme retroceso, evidenciado ya cuando, entre 2003 y 2006, se legisló en igual sentido. ¿Pero de qué se queja ahora Carlos Soto, cuando en su momento fue el adalid de la adopción del Sistema de Sociedades Anónimas Deportivas? ¿Acaso esperaba que los accionistas dispuestos a invertir en la naciente industria lo hicieran por amor al fútbol y no por el lucro? Si en algún momento lo creyó, a estas alturas debe estar más que arrepentido. El, mejor que nadie, sabe que cuando se habla de reparto de dineros a los clubes, para el fomento de su Fútbol Joven, sólo se está utilizando una martingala que busca esconder el destino final de esos dineros (los bolsillos de los accionistas) y, de paso, que no se paguen los impuestos que debieran pagarse si este aspecto también se sincerara por parte de aquellos que sólo creen en la sinceridad cuando esta les conviene.

Todo parece indicar que los cambios que urgen en el fútbol chileno dependen más bien de actores y factores externos. Está visto que, tras el escape de Jadue y el escándalo consiguiente, no existe ni la más mínima voluntad de los personeros del fútbol por cambiar el rumbo. Los vicios que trajo consigo la implantación del sistema de Sociedades Anónimas Deportivas han sido muchos más que los beneficios que en su momento se nos prometieron.

¿Dónde quedó la transparencia?

La “transparencia” de la actividad, se nos dijo en su momento, sería a todo evento, dejando definitivamente atrás un período de clubes insolventes en que las pellejerías no eran pocas y habituales los conflictos de planteles en huelga por sueldos impagos. Lo paradójico es que planteles completos siguen firmando las planillas a pesar de no haber visto un peso durante meses y la limpieza de procedimientos de toda la actividad es casi artículo suntuario, tan difícil como encontrar uranio.

Pero el Ministerio de Justicia al parecer sigue en un análisis que semeja el tejido de Penélope a la espera del regreso de Ulises. Estaba destinado a no acabar nunca, porque por la noche la fiel esposa deshacía lo avanzado durante el día

Ministra Blanco: ¿cómo se explica la capacidad de su cartera para dictar rápida sentencia en el caso del atletismo en contraposición con el guante blanco que se ha tenido para con el fútbol?