Columna de Gerardo Silva: En el fútbol chileno decadente que tenemos, cualquiera es “crack”
Las figuras elogiadas del presente no resisten comparación con las que nuestros clubes exhibían antaño. Y la prensa especializada mucho tiene que ver en la sobrevaloración de figuras de cartón.
Por GERARDO SILVA
El fútbol chileno en las últimas décadas perdió jerarquía, vamos en caída libre, y parece ser que a nadie le importa.
De recambio, ni hablar.
¿Qué le pasó al fútbol chileno en las últimas décadas?, ¿Por qué hemos involucionado tanto respecto de las individualidades en nuestra competencia local?
La noticia más relevante en el reciente periodo de pases fue el alejamiento de Juan Martín Lucero del cuadro popular, el Colo Colo de Chile. Todo el mundo preocupado, cuestionando la decisión del trasandino. Parece ser que el centro atacante es un jugador tremendamente valioso para el andamiaje del actual campeón. Me molesta cuando veo que se agranda tanto la figura del argentino y se hacen todos los esfuerzos para revertir la situación y no permitir que el futbolista se aleje de la institución.
Una vez que se materializa la salida del goleador, se redoblan los esfuerzos para traer con prontitud un reemplazante que ofrezca garantías para suplirlo, acudiendo a Carlos Palacios «la Joya» de la Unión Española que hace poco tiempo había sido transferido al fútbol brasileño. Y aunque pasó sin pena ni gloria por el país de la samba, sin embargo, existe confianza y expectativas en que pudiera ser la gran solución para el Cacique.
Pero eso no es todo: se contrata al argentino Leandro Benegas reconocido perfectamente en nuestro ambiente futbolero. Ya fue jugador de Palestino, Universidad de Chile y Curicó Unido, entre otros. De este nivel de “refuerzos” estamos hablando.
Por esta razón advierto que nuestro querido balompié nacional se está desjerarquizando a pasos agigantados. ¿Qué similitud podrían tener Juan Martín Lucero, Leandro Benegas, y el propio Carlos Palacios? Si los comparamos con los centro atacantes de los años 80-90 por ejemplo, Carlos Caszely, Sandrino Castec, Julio Crisósto, Jorge Peredo, Víctor Estay, Osvaldo Arica Hurtado, Oscar Arriaza, Luis Marcoleta, Iván Zamorano, Marcelo Salas, Rubén Martínez, Humberto Suazo, por nombrar algunos, para mi gusto todos ellos muy superiores a los actuales referentes como Lucero, por el que Colo Colo se ha mostrado dispuesto hasta llegar a tribunales.
Desde lo administrativo quizás sea pertinente. Sin embargo, se me hace poco prudente gastar energías en un futbolista que cualitativamente no merece la pena.
Como lo mencioné, el fútbol chileno va de mal en peor.
¿Recuerdan ustedes el arribo del uruguayo Maximiliano Falcón al Cacique? Sangre charrúa para el popular, dijeron. La prensa se encargó de posicionar al uruguayo. Rápidamente lo catapultaron a la altura de ídolo. Se trata de un jugador fuerte, de buen despliegue físico, discreto técnicamente, pero aguerrido, desordenado tácticamente pero con actitud y entrega.
Eso fue suficiente para convencer al hincha colocolino de que estaban frente a un crack de crack, pero si hacemos el mismo ejercicio y retrocedemos en el tiempo, nos daremos cuenta que está muy por debajo de René Valenzuela, Mario Soto, Santiago Gatica, Rafael González, Leonel Herrera, Edgardo Fuentes, Rubén Gómez, Fernando “León” Astengo, Luis Fuentes, Ronald Fuentes, y tantos otros.
La lista es larga ¡Costaba un mundo dirimir entre todos estos jugadorazos quién era el mejor de todos!, dejando afuera al gran don Elías Figueroa por supuesto.
Ahora resulta fácil elegir al “Peluca” Falcón como el mejor central del torneo chileno, ¡Increíble! ¡Qué manera de retroceder, por Dios!
Estamos pasando por el peor momento del fútbol chileno. Podríamos desmenuzar puesto por puesto, evaluar y comparar a los actuales protagonistas de nuestro fútbol decadente con aquellos que hace no mucho tiempo destacaban en nuestro Torneo Nacional, por cierto, mucho más competitivo que el actual, y lo hacían con esfuerzo, dedicación y luces propias.
La prensa especializada debe recuperar la memoria y elevar los parámetros de exigencia, para ayudar a jerarquizar y no permitir que la mediocridad se instale definitivamente en el fútbol chileno.