Drogas sicodélicas podrían cambiar los tratamientos siquiátricos
Se estudian las setas alucinógenas, la ayahuasca y el LSD como posibles tratamientos para la ansiedad, la depresión y otros trastornos.
Por ANDRÉS ALBURQUERQUE / Foto: ARCHIVO
Uno de los “platos fuertes” de la reunión de la Sociedad de Neurociencia celebrada este año fue una sesión sobre drogas sicodélicas. Curiosamente, se realizó en el Centro de Convenciones de San Diego, California, “cuna” de las drogadicciones alucinógenas.
Alrededor de mil neurocientíficos se apretujaron en un auditorio para asistir al simposio, titulado “Sicodélicos y plasticidad neuronal”. Habían llegado para escuchar charlas sobre cómo drogas como la silocibina y el MDMA (Éxtasis) pueden alterar células cerebrales individuales, ayudar a “recablear” el cerebro y ofrecer una nueva forma de tratar trastornos que van desde la depresión hasta el dolor crónico.
Alex Kwan, ingeniero biomédico de la Universidad de Cornell, señaló que “en los dos últimos años ha habido un gran entusiasmo público por los sicodélicos. Los científicos se están dando cuenta ahora de que no sabemos mucho sobre lo que hacen estos compuestos que causaban furor en la década del 70”.
Por eso, durante la sesión, Kwan y otros investigadores compartieron lo que están aprendiendo sobre estas drogas. El biólogo describió su propio trabajo sobre cómo la silocibina, el ingrediente activo de las “setas mágicas”, parece ayudar al cerebro a generar nuevas conexiones entre neuronas.
Un estudio realizado en ratones descubrió que la silocibina alteraba las dendritas, las estructuras en forma de rama que se extienden desde una célula nerviosa y reciben información de otras células.
Las dendritas forman conexiones a través de pequeñas protuberancias conocidas como espinas dendríticas. Y en los ratones que recibieron silocibina, el tamaño y el número de estas espinas aumentaron alrededor de un 10%, lo que permitió a las células formar nuevas conexiones.
“Cuando administramos a los ratones una dosis única de silocibina, podemos ver cómo se forman esas nuevas conexiones en un día. Y luego pueden durar más de un mes”, lo que equivale a muchos meses en un humano, afirma Kwan.
Las nuevas conexiones son una parte fundamental del proceso de “recableado” conocido como plasticidad cerebral, que permite al cerebro aprender y adaptarse.
La plasticidad cerebral puede explicar por qué una sola dosis de una droga sicodélica puede tener un efecto duradero en trastornos como la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
“Pueden pasar meses o años”, afirma la doctora Gitte Knudsen, neuróloga de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), que intervino en la sesión sobre sicodélicos. “Es un efecto impresionante. Y a largo plazo se ha demostrado con drogas como la silocibina, el LSD y el DMT (ayahuasca)”, apunta Knudsen.
“En cambio -agrega- la mayoría de los fármacos siquiátricos existentes deben tomarse todos los días. Sin embargo, las drogas sicodélicas tienen algunos inconvenientes: pueden provocar náuseas o producir alucinaciones aterradoras o desagradables. Puede ser una experiencia bastante abrumadora para la gente. Y por eso hay que prepararlos para ello, y también hay que estar con ellos mientras viven la experiencia”, dice la doctora.
Añade que “mucha gente que ha pasado por una experiencia sicodélica en mi laboratorio dice que ha sido una experiencia fantástica, pero que no quiere repetirla”.
La investigación con sicodélicos fue popular en los años 50, pero prácticamente se interrumpió a mediados de los 60, cuando las drogas se declararon ilegales en Estados Unidos y Europa.
En la década de 1990, algunos investigadores empezaron a estudiar con cautela cómo drogas como el LSD, el Éxtasis y la silocibina podrían ayudar en enfermedades siquiátricas como la depresión y el TEPT. Y en 2016, un par de estudios publicados por investigadores prominentes “realmente despertaron el interés de todos”, dice Joshua Gordon, quien dirige el Instituto Nacional de Salud Mental.
Ambos estudios descubrieron que un único tratamiento con silocibina reducía la ansiedad y la depresión en pacientes con cáncer. Esto ha dado lugar a algunos estudios de gran envergadura sobre sicodélicos, como el publicado en The New England Journal of Medicine en noviembre pasado, que demostró que la silocibina ayudaba a personas con depresión grave a las que no habían ayudado otros tratamientos.