¿Por qué la Roja sigue desteñida?

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Por Jorge Castillo Pizarro
Actualizado el 10 de junio de 2016 - 10:42 pm

  • Contra Bolivia la Selección siguió repitiendo los errores que lo han despojado de esa áurea de equipo temible que ostentó hasta no hace mucho, a pesar de la victoria 2-1.

¿Cuáles fueron estas falencias?

1.- Circuitos desconectados: si en la última época de Sampaoli el equipo ya había optado por la elaboración más pausada en desmedro del vértigo y aún así seguía ganando, era porque había logrado una alta sincronización defensiva y ofensiva. Sabía quitar la pelota y atacar con un bajísimo nivel de errores. Esa perfección está extraviada. El porcentaje de pases equivocados y la desalineación atrás son tales que los rivales se sienten menos aproblemados para poner en aprietos a la Roja. Y a mayor confianza del adversario menos fe en las armas propias. Así ocurrió con Bolivia y continuará sucediendo si Pizzi no se convence de que las escasas horas que tiene al plantel consigo deberá en adelante dedicarlas intensamente a re mecanizar los movimientos contribuyentes del alto rendimiento de otrora.

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2.- Bajo nivel de jugadores clave: las descoordinaciones entre líneas tienen que ver también con rendimientos bajos de hombres clave, como Aránguiz y Vidal. Si en el amistoso contra México ambos lucieron sus mejores atributos, contra Bolivia fue al revés. No hubo lucidez de su parte ni tampoco eficiencia en el traslado del balón. Erraron más de lo soportable en el medio y no tuvieron claridad cerca del área boliviana para meter pases de gol.

3.- Carencia de poder de ruptura: sin el pase entre líneas de Valdivia o los arranques rectos y en velocidad de Matías Fernández, el equipo carece de los hombres apropiados para romper por sí solos la primera línea defensiva opuesta por sus rivales en tres cuartos de cancha. Huérfano de esa cualidad el equipo se vuelve predecible, defecto empeorado por la pérdida de precisión ya descrita. Si antes el toque permitía arrimarse con frecuente riesgo al borde del área contraria, ahora ese intento se torna casi una epopeya. El dribbling de Alexis Sánchez es cada vez más efectista que efectivo porque termina chocando y no encuentra el socio con el cual dialogar en velocidad.

4.- Así como está jugando el equipo, el 9 está demás: es un puesto apetecido por Pizzi, pero hasta ahora inservible. Con volantes nublados y extremos incapaces de desbordar y centrar con peligro, ninguno de los hombres probados en el área han rendido, salvo Pinilla contra Venezuela. Difícilmente alguno de los elegidos, Vargas, Castillo o el mismo Pinilla, provocará ocasiones de gol si termina absorbido por los centrales adversarios por culpa de su desconexión con el resto del andamiaje ofensivo.

5.- No hay desborde: desaparecieron las duplas por las bandas que nos maravillaron en la era Bielsa y nos dejaban conformes en la de Sampaoli. El tibio intento de Sánchez con Beausejour funciona a media máquina, tanto por la poca fluidez entre ambos como porque el moreno de Estación Central ha perdido explosividad. En la orilla derecha el asunto es peor. Isla simplemente perdió el hábito de llegar hasta la línea de fondo y tampoco se entiende con Orellana. Ergo, el tan útil un-dos por las bandas quedó en el recuerdo. Y el desborde individual también. El único atrevido, Sánchez, tiende a correr siempre en diagonal hacia el medio, Orellana no se atreve a usar su cintura, Puch tampoco y Fuenzalida jamás la ha tenido.

6.- Cero remate de distancia: Esta Roja nunca destacó por gatillar desde distancia, pero la confusión actual agudiza el defecto. Buenos rematadores como Aránguiz, Sánchez y Vidal, siguen obsesionados por entrar jugando al área antes que probar desde afuera. Ayer el único tiro riesgoso corrió por cuenta de Hernández, otro buen pateador. Ahora que los rivales son más eficientes en su construcción defensiva, no debe ser desdeñado el remate largo.

7.- Descoordinación defensiva: esto parte desde el mediocampo, que pierde posiciones fácilmente. La gran ocasión marrada por Rodrigo Ramallo en el último segundo, tras el penal convertido por Vidal, desnuda el desorden de marca. Increíblemente, los bolivianos, que apenas habían pisado el área chilena durante 97 minutos de juego, no tuvieron problema alguno para estar a un tris del empate cuando el cotejo expiraba. A buen entendedor…