Magallanes parecía seguro, hasta que aparecieron los fantasmas
La vieja “Academia” sigue encabezando el torneo de Primera B, pero su tranco hacia la serie superior ya no es tan arrollador y seguro. En la recta final, Cobreloa, San Felipe, Rangers y Copiapó amenazan su objetivo.
Hace unos meses escribí una columna tratando de explicar la impresionante campaña del “Manojito de claveles”. La verdad es que no sólo claveles ofrecí a su rendimiento, sino que la pérgola completa. Y concluí en que Magallanes prácticamente abrochaba el torneo faltando varias fechas para el término de éste.
Hoy, las cosas han cambiado. Si bien la albiceleste mantiene el primer lugar del torneo de la Primera B, empieza a observar con relativa preocupación los resultados de su principal contendor, Cobreloa. El cuadro nortino achicó la distancia a sólo 6 puntos, y es así como la Academia empieza a sufrir para cerrar su torneo.
«Nikefobia» es una palabra que la sicología define como el miedo a triunfar. Este síndrome aparece al final de cualquier competición, donde la presión aumenta y, por lo mismo, se hace muy difícil cerrar partidos y a su vez cerrar el torneo.
Convengamos que Magallanes posee un equipo bastante maduro y equilibrado en todas sus líneas. Ofrece un fútbol agradable visualmente, con un excelente trato de balón. Adueñándose del mismo, la posesión y basculación son sus principales herramientas para obtener la puntuación que lo ha mantenido durante toda la temporada en el primer lugar.
A quienes hemos seguido su excelente campaña nos cuesta creer que, al final de ésta, termine por ceder el ascenso directo. Me atrevo a decir que es muy poco probable; sin embargo, la mente es traicionera.
Desde lo técnico, físico y táctico, no observo detalles que pudieran despojarlo de su objetivo, pero leyendo a expertos en sicología deportiva, no puedo dejar de dudar.
Para cerrar un torneo se necesita sin lugar a dudas «fortaleza mental». Las expectativas fueron creciendo, el directorio reforzó el equipo convenientemente para asegurar el ascenso a la Primera División A después de muchísimos años; sin embargo, la presión aumenta, todos te quieren ganar, y cuando hablamos de deporte, ese factor es inherente al deportista, eso es indiscutible. El final se acerca y el objetivo no se cumple y empiezan a aparecer los miedos. Ya no se trata del «miedo a perder», sino de lo contrario: es el «miedo a triunfar».
Esto está directamente relacionado con la baja tolerancia a la frustración en aquellos deportistas que no soportan un error, una mala jugada o perder un partido. Su autoestima sufre, su ego se lastima, generalmente sus horas, días y semanas de trabajo son agobiantes, y el estrés puede pasar la cuenta.
El cuerpo técnico del querido y viejito Magallanes debe estar trabajando arduamente para equilibrar las emociones y focalizar los esfuerzos en procura de obtener los mejores resultados, a fin de ponerle la guinda a la torta que, con tanto esfuerzo, sacrificio y esmero, durante el año fueron construyendo. Quizá es prudente señalar, también, que no sólo Magallanes está en estos menesteres. Equipos como Cobreloa, el mismo Unión San Felipe, Rangers de Talca y Deportes Copiapó, entre otros, están luchando con las mismas dificultades para abrochar su objetivo.
Ahora sólo resta observar, seguir el torneo y ver cómo lo resuelven.