Otra vez fiesta donde los vecinos
De nuevo hicimos el loco en la Libertadores y la Sudamericana y quedamos desocupados internacionalmente hablando para el segundo semestre. Por suerte este anticolumnista tiene la panacea para evitar estos papelones en lo sucesivo.
Por ELE EME
Otra vez nos quedamos sin clubes representantes en las copas Libertadores y Sudamericana.
Otra vez miramos la fiesta desde lejos.
Ya ni siquiera nos alcanza para ilusionarnos.
Esta vez nos metieron de a cuatro (Internacional a Colo Colo y Sao Paulo a Católica, ambas boletas por “la copa de los picados”, la Sudamericana).
Ya no es excusa que los cupos para los brasileños sean muchos (aunque los que abrazan esta teoría me recordarán que el 91, cuando Colo Colo al fin tocó para nuestro país la Libertadores, los albos no se toparon con ningún rival de Brasil antes de llegar a la final con Olimpia).
¿Qué será?
Ese helado junio, hace 31 años, en el Monumental de Macul se cantaba “¡la copa, la copa, se mira y se toca!” Fue un espejismo. Fue como ese atraque glorioso que nos pegamos una noche, en la fiesta de recepción de los mechones, con la Barbie de la escuela. Nunca volvió a pasar. Y tanto fue que no volvió a pasar que terminará por nunca haber pasado.
Nos mandamos un “Oncecaldazo”. Asumámoslo.
Es raro en todo caso. Como selección, dos Copas Américas seguidas, un subcampeonato en la Copa Confederaciones (tras eliminar en semifinales al Portugal de Cristiano Ronaldo) y entremedio triunfos por los puntos contra el campeón mundial vigente (España) y llegar a una definición de penales con Brasil luego de dejarlos con el corazón en la mano y un travesaño temblando en el último suspiro.
¿Qué pasa con nuestros clubes que no han sido capaces de sostener el prestigio obtenido y replicar los éxitos logrados?
Si revisamos el listado de países semifinalistas de las copas Libertadores y Sudamericana desde 2015 comprobaremos que nuestras escuadras no tienen chance de aspirar a alguna vuelta olímpica. El 2020 Coquimbo accedió a un lugar dentro de los cuatro mejores de la Sudamericana, pero una golondrina no hace verano.
No se trató de un equipo en estado de gracia (menos de un mes después de caer con Defensa y Justicia en Buenos Aires y despedirse de ese torneo continental descendió a la Primera B chilena).
Esa campaña tampoco reflejó un proceso bien pensado ni que contó con el compromiso de todas las fuerzas vivas de nuestro fútbol. Fue lo que los estudiosos de la Ley de probabilidades llamarían “un fuckin’ chiripazo”. La única vez que un club nuestro llegó a esas instancias en los últimos 10 años (el 2012 lo habían logrado las Universidades, Católica en la Sudamericana y la U en la Libertadores).
Es tan grande y tan asumida la decepción que a estas alturas casi da lo mismo quiénes encabezan el listado. Se lo cuento de todas maneras, aunque usted ya debe estar sospechando la respuesta.
Desde el 2015 por Libertadores predominan Brasil (12 veces) y Argentina (10), seguidos por Ecuador (3), Paraguay, México y Colombia (1). No registran semifinalistas Venezuela, Chile, Perú, Uruguay ni Bolivia.
En el mismo período por la Sudamericana se repiten el plato en la recta final Brasil y Argentina (8 veces cada uno). Más atrás van Colombia (5), Paraguay (4), Ecuador, Uruguay y Chile (1). Fuera aparecen Venezuela, Perú, Bolivia y México, que dejó de participar en estos torneos por incompatibilidad de calendarios deportivos.
Uno se pregunta ¿qué tal si una vez que un equipo chileno clasifique a una de estas dos competencias plantea derechamente a la Conmebol la posibilidad de restarse de las llaves, recibir el dinero disponible por clasificar y volver a concentrarse de inmediato en el campeonato local? En el pedir no hay engaño.
Otras medidas que se me ocurren al calor de la sangría de calle Mosqueto a la que recurro para paliar este frío polar, en caso de que no prenda la anterior propuesta:
Que la ANFP establezca que equipo chileno que llegue a semifinales de un trofeo continental quede eximido de la posibilidad de descender el año en que se consiguió tamaña proeza. Como yo lo veo, sería lo más justo. Que los dirigentes y el canal del fútbol no les vean más los coquimbanos (literalmente) a los clubes que sacan la cara por Chile.
Solicitar formalmente a la Conmebol que la Copa del Pacífico se juegue todos los años, dejando atrás su frecuencia esporádica y que se convierta en un torneo oficial de la región, superando su tradicional carácter amistoso. Llegarían a ella clubes representantes de países con costas que den a ese océano (en realidad se debería llamar Copa de los Andes para intregrar a Bolivia). 1° y 2° de cada campeonato: Libertadores. 3° y 4°: Sudamericana. 5° y 6°: Andes. Si marginamos a los matones del barrio (los del Atlántico) necesariamente nos tiene que empezar a ir mejor.
Que el fútbol chileno exija a la FIFA que haga desistir a la Conmebol de su absurda decisión de no aplicar el VAR en la fase de grupos de la Libertadores y la Sudamericana. Para no implementar el rectángulo acusete se han aducido motivos “logísticos”, pero todos sabemos la verdadera razón (y los que no la saben la van a saber ahora): para evitar que equipos de países “poco importantes futbolística y comercialmente” accedan a las etapas posteriores, eliminando en buena lid a las potencias. La ausencia de VAR permite que los partidos se manejen, a la antigua, ¿capta? Así es más fácil “no ver” ese penal cometido por Argentina en el último minuto o anularle al equipo boliviano ese golazo que habría eliminado a su rival brasileño.
Proponer que, tal como Brasil se adjudicó la copa Jules Rimet en el México ’70, por haber ganado un campeonato mundial por tercera vez, en nuestro vecindario futbolístico se haga algo parecido. A partir del 2015 River y Palmeiras se han llevado dos veces la Libertadores. Fácil: si este año uno de los dos se repite el plato le damos la Copa Edson Arantes do Nacimento, pero no participa el 2023. Se le compensaría con una bonita suma, prorrateada entre los países que nunca han ganado la Libertadores o que no la ganaron más. Lo mismo para la Sudamericana: como desde el 2015 hasta ahora Atlético Paranaense se la ha embolsado dos veces, una más y a su sede llegaría la Copa Elías FigueroaBrander, perdiendo un turno el próximo año.
Lo otro es que mejoremos la selección de personal a la hora de nombrar dirigentes, nos decidamos a blanquear los manejos de los representantes, le metamos plata a las divisiones menores y tanta cosa de sentido común que se puede hacer para ganar algo afuera. Más seguido que una vez cada 62 años en la Libertadores y una vez cada 20 años en la Sudamericana. ¿Será mucho pedir?