Bajó el telón del campeonato de los patrones
El torneo que organiza la Anfp cerró el año teñido de situaciones conflictivas, algunas de ellas indignantes, con normas fuera del sentido común, impuestas por un consejo de presidentes que, antes de pensar en lo deportivo, su pretensión más relevante es sacar adelante el negocio.
Por LUIS MORA OBREGÓN
Por fin terminó el campeonato del fútbol chileno de la vergüenza.
Me explayo. Un campeonato impuesto por la Anfp, con apoyo del Gobierno para poder paliar en parte el encierro impuesto por la pandemia y con ello dar una alegría, un aliciente, a los hinchas, al pueblo y, por qué no decirlo, para que las empresas en torno al fútbol pudiesen seguir generando ganancias.
En muchas ocasiones los poderes fácticos de turno han utilizado el fútbol como distractor para instaurar leyes y nuevas políticas acordes con su pensamiento e intereses de quienes son sus auspiciadores.
En la era moderna, aprovechando balances negativos en los dos clubes más grandes de Chile, llegaron las sociedades anónimas y producto de aquello fue que vimos con asombro y estupor como arrebataban a Colo Colo y a Universidad de Chile de su historia, de su gente, de su pueblo. Hoy manejadas como S.A. siendo propiedades de empresarios acaudalados, de partidos políticos que también quisieron ganarse al pueblo para fines electorales, como fue el caso de la compra de las acciones de Colo Colo por parte de Piñera y familia.
Los clubes sociales cambiaron de nombre y empezamos a escuchar y leer Azul Azul y Blanco y Negro. Dragicevic y Orozco fueron desahuciados del fútbol chileno con una ley inventada, ya que los clubes sociales no pueden quebrar, pero lo hicieron igual.
Y digo todo esto, porque ha avanzado tanto todo esto de las S.A. que casi el 99% de los clubes que participan en la Anfp es S.A., con la excepción del Curicó Unido, que es el único que sigue aún como club social. Por ende, las disputas, los campeonatos son apuestas entre privados y los hinchas somos guiados, utilizados, como corderos para sus fines económicos.
Cómo dijo don Marcelo Bielsa, “en el fútbol puede cambiar todo, menos los hinchas, los hinchas son irreemplazables”.
Un hincha es capaz de vender su casa, separarse y viajar a ver a su equipo a Arica o Puerto Montt si fuese necesario, todo con el fin de alentar y apoyar al club de sus amores.
Volviendo al tema de las S.A., hemos visto la inexperiencia, la inoperancia de personas que no saben nada de fútbol. Y lo digo porque no es posible que un consejo de presidentes apruebe las reglas del campeonato donde castigue a un club a jugar con juveniles o cadetes, por estar contagiados con covid.
No entró la razón, no se dio la lógica constructiva y deportiva de ver el fair play, porque en este campeonato no existió, así de simple y fue tan así como vimos por televisión como niños entre 15 y 16 años jugando contra profesionales defendían la camiseta de sus amores, sin pensar que pudieron ser víctimas de una lesión de gravedad. Es más, en ninguna liga o campeonato del mundo se ha visto esto.
Mil excusas, mil argumentos y finalmente las bases del campeonato fueron aprobadas en el consejo de presidentes, o mejor dicho en el consejo de empresarios patrones de fundo que no tienen idea en el entorno que viven, en la realidad de cada jugador, sus vecinos, su población, ya que ningún futbolista es millonario de nacimiento, todos o casi todos son de familias pobres, familias humildes que no pueden vivir alejadas de su realidad y de su entorno.
Entonces, cómo no iban a pensar que los clubes no iban a tener casos de covid, o pensaban comprar condominios y mantener a sus jugadores encerrados sin salir a relacionarse con sus familias. Utópico, irreal, una estupidez.
Termina un campeonato lleno de polémicas, que apuntan en su mayoría al mal manejo que ha tenido la Anfp, no sólo en este certamen, sino que con juicios en tribunales que denotan una administración deplorable y que da como resultado la desvalorización del fútbol nacional y, por ende, la casi eliminación de La Roja del próximo Mundial.
Un campeonato que con el morbo propio del chileno, hoy se habla más por el descenso de algunos, que por el triunfo de otros.
¿Quién tiene la culpa?