A Messi lo premian hasta por solidaridad

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Por José Roggero
Actualizado el 6 de diciembre de 2021 - 12:15 pm

Nadie quedó conforme en Europa con el séptimo Balón de Oro ganado por «Lio». Era difícil suponer que su primera Copa América -una versión que ni nosotros, los sudacas, la tomamos en serio- lo respaldara. Pero el mundo contemporáneo está empecinado en robustecer la leyenda de quien nos ha maravillado en los últimos 17 años. Por más que ya sea una copia de sí mismo. 

Por JOSÉ ROGGERO

Messi ya no es Messi. Se le parece, pero no es el original.

Sigue luciendo habilidad y gol cerca del área rival, pero sus regates son menos fulminantes. Sigue encarando, pero cada vez más cerca de la portería adversaria. Ya no le da para driblear en velocidad en esos carrerones imparables de 30 y hasta 40 metros que lo semejaban a un esquiador de slalom burlando en bajada varillas a toda velocidad. 

Tampoco gana todo lo que disputa porque el Barcelona hace varias temporadas que dejó de ser imbatible y en su nuevo club, el PSG, no termina de acomodarse. 

Pese a todo ello, este año recibió su séptimo Balón de Oro, otorgado por la revista France Football.

El criterio central del jurado fue inesperado. Es cierto -se analizó- que «Lio» esta vez no ganó ligas ni lideró el rankingde goleadores. Pero alzó la Copa América, por primera vez en su historia. Sí, esta versión que la Conmebol, cual inmigrante desamparado, pudo organizar a duras penas luego de golpear varias puertas que se le cerraron de golpe. Un torneo disputado más bien por el deseo de la actual confederación sudamericana de darle al rosarino sus últimas ocasiones para ganar algo con la albiceleste y situarlo mejor a la hora de enfrentarse con la batalla histórica que libra con Pelé, Maradona y hasta Cruyff. 

Honestamente, comparar a nuestro torneo de selecciones con la Eurocopa o la Champions League es un despropósito total. Ni la calidad colectiva de los competidores ni las individualidades le alcanzan. 

Este año Messi «superó» al polaco Lewandowski, al italiano Jorginho, a los franceses Benzema, M’Bappé y Kanté, a Cristiano Ronaldo, al egipcio Salah, al belga De Bruyne y al italiano Donnarumma, situados entre los diez primeros. 

En Europa no lo pueden creer. Y eso que consideran a Messi casi como uno de los suyos por haberse hecho futbolista en pastos catalanes. En un continente cuya organización del fútbol está a años luz de la siempre torpe y hasta sospechosa Conmebol, dirigentes y jugadores del más alto nivel reaccionaron indignados. 

Muchos postularon como merecedor del premio a Lewandowski, el goleador del año. Suena algo exagerado, tanto como este galardón de Messi, porque el artillero solo exhibe su poder de fuego y un título de liga ya sin gracia con el Bayern Múnich. Nada destacable con la selección polaca. 

Pero el tercero en la lista sí contaba con todos los merecimientos. El ítalo-brasileño Jorginho fue este año el genuino director de orquesta que alguna vez fue Messi. Su batuta dirigió con maestría a la Squadra Azzurra que le arrebató a Inglaterra la Euro 2020 en el propio Londres. Y desde la misma capital inglesa devolvió el daño causado a los espíritus anglos convirtiéndose en el el motor incombustible del Chelsea brillante campeón de la Champions League. 

¿Qué más podía esgrimir este volante que no es un mortífero burlador de rivales, pero cuya calidad técnica y visión de juego hace que sus pases hagan innecesarias piruetas deslumbrantes?

Nada. Ante cualquier otro postulante con aquello bastaba y sobraba. Pero derribar a Messi, que concita la admiración y solidaridad del mundo futbolístico contemporáneo, es una tarea casi sobrehumana. 

El Balón de Oro premia por séptima vez a Messi. Le saca dos cuerpos de ventaja a Cristiano Ronaldo, cinco veces vencedor. Entre ellos solo pudo colarse en 2018 el croata Modric, gracias a su doble título madridista en la Champions y en el Mundial de Clubes, y al más que meritorio segundo lugar de Croacia en el Mundial de Rusia. Lo demás ha sido un juego entre dos, algo monótono a estas alturas.