Una muerte anunciada

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Por Sergio Ried
Actualizado el 5 de julio de 2021 - 3:17 pm

Cristian Garin tuvo un partido de dulce y agraz ante Novak Djokovic, el número uno del mundo, en el Centre Court de Wimbledon, cayendo por un rotundo 6/2, 6/4 y 6/2. Con un dulce que duró muy poco y un agraz que confirmó los pronósticos en su contra.

Por SERGIO RIED

Alcanzar la segunda semana de un Grand Slam es de por sí meritorio y jugar en este «manic monday» o «lunes de locura», por la gran cantidad de partidos acumulados al no haber encuentros el «middle sunday» en Wimbledon, es muy especial. Si a esto le agregamos jugar por primera vez en el sagrado Centre Court y contra el número uno del mundo, la cosa ya es aún más complicada.

Todo esto se acumuló en la cabeza de Cristian Garin en su duelo contra Novak Djokovic. Y lo demostró en el primer set donde se le vió atemorizado y vacilante por tener un monstruo del tenis al otro lado de la malla. Errores no forzados, mala elección de los tiros, bajo porcentaje de primeros saques y su habitual actitud corporal de «loser» llevaron al chileno a un 2/6 realmente desalentador.

El segundo set, ya aflojados el nerviosismo y el respeto desmedido por el rival, nos mostró al Garin que siempre querríamos ver. Hasta el momento del famoso «séptimo game», que se dice define los sets, donde Gago mantuvo su saque y se puso 4-3 arriba. Era como para soñar, porque a ratos no se sabía cual de los dos era el uno del orbe y cuál el desafiante. Hasta que el mismo ariqueño nos despertó volviendo a ser el mismo de siempre, perdiendo la manga por 6/4.

La forma como Djokovic, con su potente juego de fondo, su prodigiosa anticipación y el uso sin mácula del drop shot, fueron minando física, mental y tenísticamente a un resignado Garin que volvió a ser el de antes, el de siempre.

Aunque no todo fue negativo para nuestro número uno, porque, como dijimos, hubo momentos en que demostró que puede jugar a gran nivel y que sólo le falta asentar su juego, mejorar su servicio y tener claro lo que quiere dentro de la cancha, para mantener un mismo ritmo durante todo un partido. Sobre todo cuando es a cinco sets.

Casi nada.