2020, un «año de película”
Hay instituciones que se definen como serias y en pandemia despidieron a todos sus entrenadores del fútbol joven, donde varios profesores de escuelas de fútbol se dieron cuenta que el apoderado que lo abrazaba fue incapaz de abonar 5 lucas al mes para que el profesor que trabaja en la formación de su hijo, en esta situación extrema, pudiese tener algo extra para comer.
Por ALEJANDRO CORTÉS
Es cierto que “El año que vivimos en peligro” es el título de una gran película de Mel Gibson, Linda Hunt y Sigourney Weaver, del año 82. Si no la vió, búsquela: primer Óscar de una mujer por realizar el papel del sexo opuesto (Linda Hunt). Pero no queremos desviarnos.
El fútbol chileno, que para algunos es lo mas importante de lo menos importante, nos entregó durante el 2020 muchas señales de que estamos en peligro, y salen a luz al igual que muchos aspectos sociales y cotidianos, señales que nos dejan “plop”o marcando ocupado.
La falta de rigurosidad o credibilidad en quienes dirigen y dictan pautas en la actividad a nivel competitivo es digna de conversar. Varios entrenadores despedidos en distintas divisiones sin ningún argumento tangible, y todo relacionado a supuestos gustos y sensaciones que quedan en el aire, debido a que el hincha o mejor dicho consumidor del fútbol, no tiene la menor idea de cuáles son los objetivos de la institución a la cual simpatiza, mucho menos sus políticas de trabajo (si no cree que es así, pregúntele a un hincha de Valdivia, luego de que el entrenador contratado para solucionar los problemas, se va luego de dirigir tres partidos y con un 0 % de rendimiento ).
Los objetivos se volvieron cambiantes según la conveniencia del momento, generando una cortina al análisis con tal de disfrazar lo que todos observamos, siendo la mejor definición “el barco a la deriva”, ya que ninguna institución tiene un horizonte claro o no comunicado por las directrices.
Existen ejemplos concretos donde se cree que el avance es un éxito, como señalar que se jugó el campeonato de fútbol femenino y transmitir sus partidos constituye un éxito. Mientras se deja en el olvido que no todas las jugadoras son profesionales o entrenan de manera constante, que no jugaron todas contra todas en el campeonato y que la final fue programada en el Estadio sausalito a las 17:00. No era el mejor horario ya que el hincha o telespectador (en pandemia) queda contra el sol y no se ven las líneas de la cancha adivinando si Salió o no el balón. O señalar que el objetivo de Católica, por el cual se trae a un entrenador con pergaminos, era competir en la Libertadores, después cambiando a la Sudamericana y ahora lo vuelven a cambiar señalando que el objetivo es el tricampeonato. O por ejemplo, en Universidad de Chile, donde se saca un entrenador por un reemplazante que tiene menos experiencia en el fútbol adulto que el anterior, o donde Colo Colo aún no asume que puede descender, entregando mensajes equívocos en las declaraciones de jugadores, dirigentes y dueños.
Sí, estamos en el año que el fútbol vive en peligro. Donde entrenadores y futbolistas de primera división poseen sueldos del fútbol de mercado, que son irreales para el común del chileno, pero que no tienen problemas en escupir y opinar sin asco que cuando un resultado no es de su agrado, las supuestas manos negras están haciendo conspiraciones para que no obtengan sus objetivos, soslayando el análisis que con un poco de la eliminación de miopía se verían. Sin duda que con este actuar ensucian el plato que las da de comer y, en paraleo, dejan con una amarga sensación al hincha, ese que paga por ver partidos, ese que genera a través de su compra los sueldos del negocio fútbol. Incluso si el partido es a las 10:30 AM en dia hábil, total da lo mismo, nunca se piensa en el hincha. ¿O alguna vez en el estadio o su cable operador le han preguntado una opinión de qué torneo quiere ver y pagar?
Es el año que vivimos en peligro, donde hay instituciones que se definen como serias y en pandemia despidieron a todos sus entrenadores del fútbol jóven, donde varios profesores de escuelas de fútbol se dieron cuenta que el apoderado que lo abrazaba fue incapaz de abonar 5 lucas al mes para que el profesor que trabaja en la formación de su hijo, en esta situación extrema, pudiese tener algo extra para comer.
Sí, es el año que vivimos en peligro, en donde periodistas, comentaristas y opinologos del fútbol creen que saben más que los que están in situ (me incluyo ahí, esto salpica a todos). El año donde periodistas y comentaristas de televisión se creen parte del espectáculo y se sienten lo más importante del show que rodea el fútbol.
Sí, este año nos desnuda, nos pone en trincheras, y sí dígalo con todas sus letras: es solo plata. Para los refinados: dinero. “Dinero, dinero es lo que todo el mundo quiere” dice Daddy Yankee en la canción Somos de calle, esa calle de donde es el hincha, ese que paga y sufre pero que no es considerado y que se da cuenta que en el fútbol, de objetivos nada, de políticas deportivas menos y cero empatía con el hincha-consumidor.
Pero siendo positivo, espero que este 2020 haya sido el año del peligro, porque si llega a ser el 2021, no sé cómo estaremos parados para llegar al 2022.