La Roja, sin línea de crédito

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Por Sergio Gilbert
Actualizado el 5 de noviembre de 2020 - 8:03 pm

Chile Perú

Los puntos (ojalá los seis en disputa) son, en esa doble fecha que viene, esenciales también porque parecen menos complejos de conseguir que en la mayoría de cualquier otra fecha doble. 

Por SERGIO GILBERT J.

Las primeras dos fechas clasificatorias sudamericanas rumbo al Mundial de Qatar dejaron para Chile, en general, un sabor agridulce. Porque si bien la cosecha de puntos (derrota ante Uruguay y empate frente a Colombia) fue famélica, quedó la sensación de que el equipo chileno pudo tener un mejor botín si es que no hubiese tenido un arbitraje delictivo como el que vivió en Montevideo, y si es que en Santiago se hubiesen apretado bien ciertas clavijas en los minutos finales para aguantar al interesante equipo de Queiroz.

No es todo. Pese a la gran cantidad de lesiones que tuvo que soportar -varias de ellas, la misma semana del debut-, el DT Reinaldo Rueda logró conformar oncenas más o menos cohesionadas, destacando el buen nivel alcanzado por algunos que hacían su estreno en las grandes lides internacionales. El recambio, a la fuerza y obligado por las circunstancias, a la larga comenzó a operar con cierta fuerza en la Selección. 

Pero si bien todo ello habrá que ponerlo en la cajita de las buenas noticias, hay que ser claros: ello no basta para ilusionarse con la meta de ver a Chile de vuelta en un mundial. Se le debe exigir mucho más en lo futbolístico y, ciertamente, en la recolección de puntos.

Las próximas dos fechas clasificatorias, en tal sentido, aparecen como una valla de inevitable obligación por superar.

Frente a Perú en Santiago (13 de noviembre) y ante Venezuela en Caracas (17 del mismo mes) la cosecha de al menos cuatro unidades no sólo aparece como obligatoria en términos cuantitativos, sino que como una necesaria validación para el trabajo que realiza Reinaldo Rueda.

Y es que no habrá mucho argumento que pueda sostenerlo al mando de La Roja, si es que Chile no lograr el objetivo mínimo exigible. Porque, a pesar de que ya se avizoran bajas o, al menos, se tienen dudas sobre la capacidad y el nivel físico y futbolístico en que llegarán algunos jugadores (Medel, Aránguiz, Pulgar y Sánchez), terminar en el fondo de la tabla de posiciones al término de la cuarta fecha eliminatoria produciría una sensación de desesperanza y hasta de depresión, en especial al constatar que lo que viene después es incluso más complicado (ya cada vez lo será más).

Los puntos (ojalá los seis en disputa) son, en esa doble fecha que viene, esenciales también porque parecen menos complejos de conseguir que en la mayoría de cualquier otra fecha doble. 

Veamos. 

Si bien Perú ha vivido un proceso futbolístico mejor asentado que el de Chile en los últimos años de la mano del DT Ricardo Gareca, y que ello se ha visto claramente reflejado en las disputas directas de ambos equipos en los últimos años (en amistosos y en la Copa América), es un adversario al que tradicionalmente (con alguna excepción como la de 1977) se le derrota jugando en el Nacional santiaguino. Claro, las estadísticas y la historia no juegan. Pero aportan antecedentes.

Lo de Venezuela es aún más claro. A no ser por aquel recordado duelo jugado en 1996 en Barinas, que terminó 1-1 y que selló la temprana salida del DT Xabier Azkargorta de la lucha por llegar al Mundial de Francia, traerse los tres puntos desde allá es casi una tradición. Menos que una victoria en Venezuela, aunque haya progresado y que hoy no sea esa selección a la que todos goleaban, sería un mal resultado.

Por cierto, en el fútbol siempre habrá que considerar variables y condicionantes que nadie maneja. Estamos claros que habrá arbitrajes escandalosos, que los encargados del famoso VAR se pueden quedar dormidos justo cuando se produce una jugada polémica, que se lesionen jugadores importantes, que se ponga a llover café…

Pero ni así se podrá considerar una buena cosecha menos de cuatro puntos en las próximas dos fechas.

Ya no hay crédito. Se agotó.