Pasolini y un fútbol de poetas y prosistas
Por estos días (específicamente el 2 de noviembre) se conmemoró un año más del terrible asesinato del director de cine, escritor, dramaturgo, filósofo, intelectual a tiempo completo e irreverente por convicción, Pier Paolo Pasolini. Enamorado de este deporte, lo practicó y lo defendió como «uno de los grandes placeres de la vida», aunque también lo llevó a un plano semiológico, escribiendo un ensayo imperdible sobre la final de México ’70, entre Brasil y su Italia natal.
Por EL ÁGORA
“El fútbol es un sistema de signos, o sea un lenguaje (…) La sintaxis se expresa en un partido, que es un auténtico discurso dramático”.
“Puede haber un fútbol como lenguaje fundamentalmente prosístico y un fútbol como lenguaje fundamentalmente poético. En el fútbol hay momentos que son exclusivamente poéticos: se trata de los momentos del gol. Cada gol es siempre una invención, es siempre una perturbación del código: todo gol es fulguración, estupor, irreversibilidad. Precisamente como la palabra poética. El goleador de un torneo es el mejor poeta del año”.
“Sin hacer distinción de valor, sino en sentido puramente técnico, en México la prosa estetizante italiana ha sido vencida por la poesía brasileña”.
El texto corresponde al cineasta italiano Pier Paolo Pasolini (realizador de películas como Mamma Roma, Teorema, El Decameron y Saló o los 120 días de Sodoma, entre muchas), quien escribió un artículo titulado “El fútbol es un lenguaje con sus poetas y prosistas”. Publicado por el diario milanés Il Giorno, el 3 de enero de 1971 (es decir, siete meses después de la final entre -a juicio de muchos- el mejor equipo de la historia, el Brasil de Pelé, Tostao, Gerson, Rivelino, Clodoaldo, Jairzinho…, frente a la poderosa Italia de Jacinto Fachetti, Sandro Mazzola, Luigi “Gigi” Riva y Roberto Boninsegna, que terminó 4-1 en favor de los sudamericanos), luego formó parte del libro “Ensayos sobre literatura y arte”, de 1999.
En rigor, el genio de Pasolini excede los talentos de un director de cine y cae dentro del paradigma del artista integral: actor, periodista, filósofo, novelista, dramaturgo, pintor y figura política. Comunista y homosexual, agregamos. Una figura polémica, controversial, pero fundamental en la Italia del siglo XX.
En la página www.lastimaanadiemaestro.com, Joaquín Doldán escribe: “Pasolini fue un genio odiado por quienes necesitan las etiquetas para poder vivir su mediocridad. Los cineastas lo odiaban por envidiar su talento, los conservadores por comunista, los comunistas por homosexual, los homosexuales por amar el fútbol. Esta descripción también encierra injustas etiquetas. Dentro de todos esos colectivos, gente sensible e inteligente, lograba admirar al escritor, dramaturgo y director italiano en toda su magnitud, incluso cuando hablaba de nuestro amado deporte”.
Doldán agrega: “Su valiosa visión del deporte logró romper con estereotipos, desafió a quienes creen que el fútbol es un deporte/negocio, hueco y sin sentido. Algo más poderoso que los mercaderes que intentan todos los días y a toda hora arruinarlo y alejarlo de nosotros”.
Con su desenfado habitual, Pasolini respondía de esta manera cuando le consultaban: “¿Qué le hubiese gustado ser más allá de cineasta y escritor?»
«Un buen jugador de fútbol. Después de la literatura y el erotismo, para mí el fútbol es uno de los mayores placeres».
Pasolini agregaba: “El fútbol me lleva a mi niñez, al patio del colegio, a esos días en que podía ser completamente feliz…” (analogía que recuerda a la teóloga alemana Dorothee Solle: “¿Como explicaría usted a un niño lo que es la felicidad?”, le preguntaron. “No se lo explicaría”, contestó: “Le pasaría una pelota”).
Lo asesinaron un 2 de noviembre de 1975. Y de una manera espantosa. Así lo describió el diario español El Mundo: “La autopsia reveló que recibió una paliza inmisericorde, que incluyó una violentísima patada en los testículos que le provocó una gigantesca hemorragia interna y tantos golpes en la cabeza como para generarle también una hemorragia externa necesariamente mortal: ‘No es que saliera simplemente sangre, hubo auténticos chorros’, escribieron los forenses en su informe. Después, fue arrollado bajo los neumáticos de su propio coche, un Alfa Romeo plateado, lo que le reventó varios órganos internos y dejó su cuerpo reducido a un amasijo. Hasta tal punto que Maria Teresa Lollobrigida, la señora que descubrió su cadáver, pensó en un primer momento que se trataba de un montón de basura”.
De la brutalidad se pasó al misterio. Primero se especuló con un crimen de connotación homosexual por el que fue condenado Giuseppe “Pino” Pelosi, un joven de 17 años, perteneciente a los bajos fondos romanos y quien falleció en 2017, luego de permanecer apenas nueve años y siete meses en la cárcel.
Sin embargo, agrega El Mundo, “siempre existió la sospecha de que el de Pasolini había sido en realidad un asesinato político y Pelosi, un chivo expiatorio. El intelectual se había convertido en un personaje profundamente incómodo para el poder, al señalar constantemente sus tropelías y abusos. Y qué mejor para silenciarle que tratar de desacreditarle con un crimen de trasfondo sexual y convencer a Pelosi de que cargara él solo con toda culpa ya que, al ser menor de edad en la época del asesinato, le caería una condena suave, como efectivamente ocurrió”.