99 años de Santa Laura-U. SEK: todo partió en la chacra La Obra

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Por José Roggero
Actualizado el 10 de mayo de 2022 - 8:37 pm

Hace 100 años, en 1922, la embrionaria Unión Deportiva Española adquirió los 45 mil metros cuadrados donde levantó el hoy más antiguo estadio de Chile, el mismo al que los hinchas hispanos asisten semana a semana a renovar los sueños de la «Furia Roja». Recordamos crónica publicada hace algún tiempo por El Ágora.

Por José Roggero

Un sobreviviente de otra época. Un romántico que ha sabido insertarse en este fútbol profesional de sociedades anónimas, fanatismo desmedido y donde el triunfo huele a dólares y no al simple honor deportivo. 

Eso es el Estadio Santa Laura-Universidad SEK, durante décadas llamado simplemente «Santa Laura», el nombre de la calle después denominada Julio Martínez Pradanos, por la que llegan cada fin de semana los hinchas rojos y de los equipos rivales. 

No solo por su apariencia ni por el provincianismo del barrio que lo circunda, el Santa Laura sabe a antiguo. 

Es, efectivamente, el más longevo del fútbol profesional chileno. Cumplió ya los 99 años de edad. El centenario está muy cerca.   

¿Cómo empezó todo?

Pues, gracias a los visionarios primeros dirigentes de la entonces incipiente Unión Deportiva Española que se estaba gestando a partir de la fusión del Club Ciclista Ibérico y el Ibérico Balompié. 

El 21 de octubre de 1922 Rosendo de Santiago, José Goñi, Evaristo Santos y Juan Francisco Jiménez compraron en 257.934, 50 pesos de la época la chacra de La Obra, ubicada en la hijuela La Palma, perteneciente al abogado, parlamentario y ex ministro de Justicia y Obras Públicas, Absalón Valencia, y a su esposa María Luisa Montau. 

Los cuatro dirigentes hispanos formaban la comisión encargada de construir el recinto que albergaría los sueños deportivos de los hispanos que habían cruzado el Atlántico huyendo de la pobreza y buscando un mejor futuro. 

A la prensa de entonces, el mismo De Santiago justificaba la validez del proyecto afirmando que «hasta hace dos años, el Ibérico Balompié contaba entre sus asociados a 70 españoles, y los que concurrían a la cancha podían contarse con los dedos de las manos, pero hoy en día el número de asociados es superior a 500 jóvenes y las canchas, cuando actúa el Ibérico Balompié, las vemos, con gran satisfacción, repletas de esta juventud, sobresaliendo, para honra de nuestros esfuerzos, la concurrencia de numerosas señoras y señoritas».

En los 45.033,80 metros cuadrados adquiridos, el club levantó un estadio para 5 mil espectadores.

Crónicas de la época describen al «fortín rojo» un polideportivo cuya primera instalación fue la cancha de fútbol separada de las tribunas que la rodeaban por una «sólida empalizada de color blanco». En el costado poniente se levantaron tribunas techadas y, al frente, 60 metros de galerías descubiertas.

Tanto fue el empeño de los pioneros dirigentes, que el estadio estuvo listo ya a fines del mismo año 1922. Pero De Santiago y el resto no se detuvieron. El proyecto completo siempre fue pensado como un polideportivo. Y a eso se abocaron en los meses siguientes.

Así, ya en mayo de 1924, el Santa Laura contaba también con cuatro canchas de tenis de baldosas y dos de ladrillo molido que albergaban a la rama de tenis del club que un año antes se había inscrito en la Asociación de Lawn Tenis de Chile.

Junto con el fútbol y el tenis, la natación y el ciclismo también encontraron cobijo. La primera, con una piscina que sobrevivió décadas. Y la segunda, con un velódromo de 500 metros inaugurado el 15 de junio del mismo año 24. 

Un año antes, el 10 de mayo de 1923, el estadio como tal había sido inaugurado con un partido -amateur todavía- entre las ramas de fútbol de Unión Española y Audax Italiano.