1998: el año que volvimos a un Mundial tras el paso por el leprosario del mundo
Rumbo a Italia ’90, el “Maracanazo” del “Cóndor” Rojas nos dejó fuera de ese y del siguiente torneo (Estados Unidos 1994), a causa de un castigo que claramente nos merecimos por privilegiar la trampa en lugar del juego limpio. Diecisiete años de Dictadura y de impunidad, tenían que permear a un país que buscaba dejar atrás el infierno vivido.
Por PATRICIO VARGAS
Cuando se revisa en occidente la historia del Siglo XX, para muchos, 1968 es el año más importante: los asesinatos de Martín Luther King Jr., de Robert Kennedy, el Cordobazo, la Matanza de Tlatelolco, los JJOO de México y el Black Power, el Mayo Francés, la Primavera de Praga y la Ofensiva del Têt en Vietnam, marcaron los años 60’. En Chile, el movimiento Iglesia Joven se tomó la Catedral de Santiago, se produjo el primer trasplante de corazón en Viña del Mar y se filmó la película Tres tristes tigres, el referencial primer largometraje de Raúl Ruiz, símbolo del Nuevo Cine Chileno. Pero esta crónica no tiene que ver con 1968. Tiene que ver con el que, creo, fue el año más importante desde el fin de la dictadura: 1998, el año que volvimos a un Mundial.
Igualmente sirve el año citado en un comienzo. En 1968 nacieron Fabián Estay, Cristián Castañeda y José Luis Sierra, tres jugadores de esa Selección.
El sofocante verano de ese año, marcado por el Fenómeno del Niño, había elevado las temperaturas a casi cuarenta grados en algunos lugares del país. Durante el primer mes del año, Gladys Marín y Eduardo Contreras interpondrían la primera querella criminal contra el dictador Augusto Pinochet por la masacre de Calle Conferencia, una razzia implementada para exterminar a la dirección del Partido Comunista por parte de la Brigada Lautaro, una de las tantas unidades de exterminio de la Dina implementadas por el criminal Manuel Contreras Sepúlveda.
Pinochet estuvo todo 1998 en la palestra y quizás eso marca la trascendencia de ese año. En marzo dejaría la Comandancia en Jefe del Ejército -lo había designado Salvador Allende en agosto de 1973-asumiendo como senador designado y vitalicio. El 16 de octubre sería arrestado en Londres por crímenes de lesa humanidad, permaneciendo detenido más de 500 días. El tirano volvería campante en marzo del año siguiente, defendido por un gobierno que sufría una especie de síndrome de Estocolmo disfrazado del anhelo de sentirse estadistas.
El Chile que jugó ese Mundial inició su historia mucho antes. El 2 de junio de 1996, en Barinas, la Selección dirigida por Xavier Azkargorta comenzaba tambaleante las Clasificatorias frente a Venezuela. Dioni Guerra, jugador venezolano que militaba en Deportes Concepción, abrió la cuenta. A poco del final, un gol de Javier Margas luego de un derechazo buscapierna del Coca Mendoza, nos salvó del bochorno. La frase del vasco Azkargorta, “que muerto el perro, se acabe la rabia”, fue premonitoria.
Nelson Acosta sería llevado desde Unión Española a asumir la banca de la Selección. En el mes siguiente, Chile volvería a jugar un partido clasificatorio para un Mundial en Santiago tras el proceso a Italia 90’. El 13 de agosto de 1989, después del 1-1 frente a Brasil, Chile sería sancionado y debió jugar contra Venezuela en Mendoza. Esa clasificatoria terminaría con el escándalo de Maracaná y una sanción que nos impidió participar en el proceso siguiente.
Recuerdo el 7 de julio de 1996. Chile v/s Ecuador. Seguí esa clasificación casi completa yendo al Estadio Nacional. Junto a un amigo y a mi padre, hacíamos largas filas en el mismo estadio o en alguna multi tienda en el centro de Santiago para comprar las entradas. Llegábamos al estadio tres horas antes y esperábamos que abrieran las puertas. A poco de iniciarse ese primer partido contra Ecuador, una lluvia, con granizo incluido, haría más emotivo el 4-1 final. Con una actuación soberbia de Marcelo Salas, la emoción luego del último gol de Iván Zamorano nos encaminó hasta las lágrimas. “Bam Bam” y el “Matador”, la dupla Za-Sa (nuestra versión criolla de los brasileños Ro-Ro, Ronaldo y Romario), serían fundamentales en ese proceso, marcando 23 de los 32 goles de la Selección.
Junto a eso, Chile sostuvo su campaña en una sólida defensa de su localía (salvo la derrota con Argentina 1-2, ganó el resto de los partidos) y cuatro puntos que obtuvo como visita (en el debut ante Venezuela, con Argentina, Ecuador y Bolivia). Ese Chile “jaguar de los 90’”, el del iceberg de la Expo Sevilla y tanto otro evento aspiracional, llegaba a una Copa del Mundo. Para muchos de nosotros, era la primera vez que veíamos a Chile como protagonista, dieciséis años después del mundial de España 82’. Recuerdo haber combinado los partidos con mi primer año en la Universidad de Chile estudiando Historia.
El Mundial de Francia 1998 fue el primero que se organizó con 32 participantes, clasificando a octavos de final a los dos primeros de cada uno de los ocho grupos. Chile integró el Grupo B, junto a Italia, Camerún y Austria. La cita tuvo grandes selecciones, llegando a semifinales Francia, Brasil, Croacia y Países Bajos. Incorporó el gol de oro como forma de desempate luego de llegar al alargue. Así perdió Paraguay en octavos de final, en un sufrido partido contra Francia, recordado por la imagen de José Luis Chilavert levantando a sus compañeros tras el pivoteo de Trezeguet y el gol de Laurent Blanc.
El jueves 11 de junio de 1998 rozamos la gloria contra Italia en Burdeos. Los equipos se tenían que trasladar de sede para disputar cada partido y Chile debutaba en la perla de Aquitania. Como en muchas ocasiones, partimos perdiendo, luego de un gol de Cristian Vieri. Increíblemente, eso bajó la tensión.
Dos goles de Salas, el segundo tras un espectacular brinco sobre Cannavaro, transformaron el partido en un breve sueño con cuenta regresiva. El árbitro nigerino Lucien Bouchardeau cobró un penal que hasta ahora nos atormenta. Roberto Baggio anotó el empate. Nelson Tapia rasguñó la pelota. La historia del penal sacó lo peor de ese Chile jaguar aspiracional. Desde comentarios racistas hasta juegos tipo feria apuntándole a la cara, abundaron en los programas satélite que cada Mundial tiene.
¿Habrá algo peor para un futbolero que los programas de farándula cuando se juega un Mundial? Lo peor es que terminábamos viéndolos, ya que esta fue una generación de futbolistas que asistía recurrentemente a ellos, incluso más que a los programas deportivos. Vivíamos la era de Bonvallet, en la que se impondría un estilo inédito de abordar la actividad en los medios de comunicación masivos, y que revitalizó el amor por la Selección Nacional.
El miércoles 17 de junio, contra Austria, en St. Etienne, el gol de Salas de nuevo nos ilusionó. Hasta el minuto 90. Ivica Bastic dejó parado a Nelson Tapia y nos impidió ganar después de 36 años en un Mundial (1-0 contra Yugoslavia el 62’). No lo haríamos hasta Sudáfrica 2010 (1-0 contra Honduras). Recuerdo haber pateado el sillón de la casa de un amigo después del gol. Aldo Schiappacasse lo resumió muy bien en un a transmisión radial: “partido de mierda”.
Si bien debimos haber ganado esos dos partidos, tuvimos suerte en el último, contra Camerún, en Nantes. Ese tiro libre de José Luis Sierra aún lo recordamos en cámara lenta, tal como el nerviosismo de un partido que se empató apenas, a pesar de terminar con dos jugadores más (fueron expulsados Song y Etame Mayer luego de faltas sobre Marcelo Salas).
Sin ganar, pero de manera invicta, con tres empates, se obtenía el segundo lugar del grupo y se sacaban pasajes a París. Ahí comenzaría esa maldita seguidilla de partidos en octavos de final contra Brasil de nuestros últimos tres mundiales. El 4-1 fue lapidario y nos vinimos de vuelta a casa. La anotación de Marcelo Salas le permitió completar cuatro goles en sólo cuatro partidos, y estar a dos tantos del goleador del certamen.
El Mundial tuvo en Francia a un gran campeón. Dos tercios de su nómina eran hijos de padres y madres nacidos fuera de Francia. Las figuras de Zidane, Henry, Trezeguet, Petit, Djorkaeff, Barthez, Thuram, Blanc, Lizarazu y Deschamps (que repetiría el título como DT en 2018), dieron la primera Copa del Mundo al fútbol francés. En una final que constituye una historia aparte, venció a Brasil 3-0. Un ataque de epilepsia que afectó a Ronaldo antes de la final, trajo consigo una investigación del Parlamento brasileño. Circuló la versión de que la empresa Nike obligó al jugador a presentarse al partido. Su actuación fue la de un fantasma.
Fue el inicio de un ciclo brillante del fútbol francés que no se ha detenido hasta hoy, y que incluye dos títulos mundiales (1998, 2018), un subtítulo del mundo (2006), una Eurocopa (2000), un segundo lugar en Eurocopa (2016), un Mundial Sub 20 (2013), un Mundial Sub 17 (2001), dos Eurocopas Sub 17 (2004, 2015) y jugadores en los mejores equipos del mundo. Gracias a instancias como el proyecto Fútbol más, los campamentos de fútbol para niños vulnerables y lo realizado por la Academia Clairefontaine, han permitido a Francia incorporar a mucha de su población de origen inmigrante en un proyecto nacional.
Tuvieron que pasar doce años para que, en Sudáfrica, volviéramos a una Copa del Mundo, la primera de la generación dorada. Pero para toda una generación, 1998 fue especial. Fue el año que volvimos a un Mundial.
Goles de Chile en Francia 1998: