123 años de La Academia (parte 2)

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Por Patricio Vargas
Actualizado el 7 de octubre de 2020 - 3:20 pm

Magallanes, 123 años

Luego de conocer el origen y buena parte de la historia de una de las instituciones más tradicionales de nuestro fútbol (parte 1), ahora recorreremos las últimas seis décadas de Magallanes, con la Bandita como gran compañera de La Academia.

Por PATRICIO VARGAS QUEVEDO

Al hablar de identidad, un párrafo aparte merece La Bandita. Formada en 1961, acompaña desde esa fecha al equipo en todos sus partidos. En 2012, el absurdo del Plan Estadio Seguro le prohibió el ingreso al Estadio Municipal de La Pintana. Ese mismo año, la Bandita fue reconocida como tesoro humano vivo por “aportar identidad y belleza al escenario del fútbol nacional”. Uno de los cantos futbolísticos que sabemos de memoria es el estribillo del Manojito de claveles, adaptación de un pasodoble español que es el himno del club.

A comienzo de los `60, tuvo su primer descenso. Sólo una triste temporada. Supo sostenerse hasta la década siguiente. Iniciados los 70’, el plantel contó con jugadores como Elson Beiruth, Manuel Astorga, Mario Soto, Fernando Espinoza, Roberto Hernández, Gustavo Laube, Enrique Arias, Oscar Posenatto, Adolfo Olivares. Mi padre, Carlos Vargas, integró esos planteles. Al finalizar la década, Magallanes estuvo cuatro años en la segunda categoría. La década siguiente sería de gloria. El equipo apodado Los Comandos, que entrenaban en unos terrenos del ejército en el Cerro Chena, logró el quinto lugar en el torneo de 1983 y de esta manera, clasificó con desfase, a la copa Libertadores de 1985. Ese plantel fue conformado por el director técnico Eugenio Jara, parte de una lista de grandes técnicos que dirigieron a la Academia: Luis Tirado, Francisco Platko, Donato Hernández, Manuel Rodríguez Araneda.

La Bandita de Magallanes

En la liguilla, Los Comandos partieron perdiendo con Cobreloa 1-0, logrando imponerse a Universidad de Chile y a Universidad Católica. Compartieron grupo, como ocurría en el formato antiguo de Libertadores, con Colo Colo y con los equipos uruguayos de Peñarol y Bellavista. El equipo integrado por Adolfo Nef, Eduardo Vilches, Fernando Medina, Claudio Toro, Luis Pérez, Benedicto Pereira, Eduardo Calquín, Rodrigo Santander e Ivo Basay, entre otros, terminó en el tercer lugar de la tabla con cinco puntos, siendo inolvidable su triunfo sobre Bellavista en Montevideo.

El equipo de los comandos de Eugenio Jara.

Pero después de la Libertadores, vino el infierno. En 1986 descendería y no volvería a jugar en Primera División. Incluso, durante seis temporadas, estaría en la tercera categoría del futbol chileno.

En la temporada 2000, pasa a ser el primer club administrado como sociedad anónima, consiguiendo mantenerse de manera ininterrumpida en primera B desde 2011 hasta ahora. El ascenso de 2010 se logró con Osvaldo ‘Arica’ Hurtado como director técnico, en un plantel que incluyó a Junior Fernandes, Felipe Reynero y Juan Cornejo. 

Su ultima gran campaña la llevó a cabo ese mismo plantel, llegando a disputar la final de la Copa Chile con la Católica, perdiendo de manera dramática en Santa Laura.

Un cariño especial sentimos por Magallanes todos los que seguimos el fútbol chileno. El club está hoy afecto a uno de los tantos vicios de nuestro balompié: el de ser propiedad de un dirigente representante: Cristian Ogalde y el grupo Conecta, vinculados a Deportes Santa Cruz y a la representación de jugadores como Claudio Bravo. Eso no resta lo que significa para muchos de nosotros un club como Magallanes y el de la tradición que representa. Ernesto Alvear, uno de sus notables dirigentes, fue uno de los que consiguió para Chile la organización del Mundial del `62. Mi padre jugó en Magallanes. Me contó que, en época de vacas flacas, un par de veces viajaron en las micros junto con la hinchada que los acompañaba. Muchos de los advenedizos que lucran con el cariño de los hinchas por ganar unos pesos más, pasarán, se aprovecharán del momento, querrán que éste sea su sirviente, pero la tradición, en el fútbol, es la eternidad. Y los advenedizos del fútbol, a esa eternidad, nunca estarán invitados.

Magallanes vs Peñarol, Copa Libertadores de América 1985: